El rey había vuelto a su trono después de aquella situación, pero la paz que solía encontrar en ese asiento ahora le resultaba esquiva. Su mente estaba cargada de pensamientos oscuros, principalmente sobre el futuro de su hijo, Vegeta. Si Bardock se equivocaba en su predicción, no dudaría en tomar medidas drásticas contra él. Sin embargo, no podía deshacerse del peso en su pecho, una sensación de inminente peligro que lo mantenía en constante alerta.
Mientras contemplaba la vasta sala del trono, un soldado apareció. Interrumpió sus pensamientos con una reverencia respetuosa. ―Su majestad, Bardock lo espera afuera.
El rey lo miró, dejando de lado la taza de café que había estado sosteniendo con manos tensas. ―Está bien. ―Respondió con rapidez, levantándose de su trono y caminando con determinación hacia la salida. El frío aire del castillo lo golpeó cuando cruzó el umbral, pero no le prestó atención mientras se dirigía hacia el puerto de lanzamiento.
Allí, las naves ya estaban preparadas, su superficie metálica brillando bajo las luces del hangar. Bardock y Gine esperaban a un lado, con la preocupación marcada en sus rostros. Gine sostenía a su pequeño hijo entre los brazos, acunándolo como si pudiera protegerlo de lo que fuera que viniera.
―Vegeta, estamos listos. ¿Ahora qué? ―Habló Bardock rápidamente, su voz cargada de tensión. Aunque trataba de mantenerse firme, las dudas sobre el destino de su otro hijo, Raditz, lo carcomían.
El rey observó brevemente el castillo antes de responder, como si esperara que apareciera alguien más. ―Esperemos a Aika y a Vegeta. ―Dijo, con un tono que no admitía réplica.
Gine, que había estado en silencio, alzó la vista hacia su rey. ―¿A qué planeta enviará a Kakarotto? ―Preguntó, su voz temblorosa mientras miraba a su bebé, sus ojos llenos de desconfianza.
―A la Tierra, es un planeta seguro. ―Respondió Vegeta con la frialdad de alguien que oculta una verdad más compleja.
―Pero también es muy lejano. ―Replicó Gine, frunciendo el ceño. ―¿Qué pasa si Bardock está equivocado?
El rey no titubeó en su respuesta. ―Tendremos que ir por ellos a la Tierra. ―Su voz era directa, casi mecánica. ―Dormirán todo el viaje, no lo notarán.
Justo en ese momento, una voz joven y enérgica interrumpió la tensa atmósfera. ―¡Listo! ¡Sentimos la demora! ―El príncipe Vegeta llegó corriendo, intentando acomodar su armadura que le quedaba un poco grande. A su lado, su madre, Aika, lo tomaba de la mano, su expresión severa dirigida hacia su esposo.
―¿A dónde vamos? ―Preguntó el pequeño Vegeta, frunciendo el ceño con curiosidad.
―Tú y Kakarotto irán a la Tierra. ―Respondió su padre, midiendo cada palabra.
―¿A la Tierra? ¿Por qué? ―El príncipe no estaba convencido, su mirada era inquisitiva.
―Irán a conocerla. ―Mintió su padre, intentando mantener la fachada de normalidad. ―¿Acaso no quieres?
―Entonces, ¿por qué no vamos en una nave más grande? ―Preguntó el joven príncipe, observando con recelo las naves esféricas que no parecían adecuadas para un viaje tan importante.
―Hay muchas misiones, están ocupadas. ―Intervino la reina, su voz severa y cortante.
El joven Vegeta no quedó satisfecho con la explicación. ―Pero... ―Ladeó la cabeza, frunciendo aún más el ceño. ―Solo son dos. ¿Nos iremos solos?
Bardock, sintiendo la tensión creciente, decidió intervenir. ―Nosotros iremos después. ―Dijo, tratando de sonar convincente aunque la mentira le pesaba en la lengua.
―Mmm... ―Fue todo lo que dijo el príncipe, aunque su expresión dejaba claro que no creía ninguna palabra. Pensaba en cómo zafarse de esto, mirando hacia todos lados. Como buscando una salida.
Gine, percibiendo la incertidumbre del niño, intentó calmarlo. ―Es verdad, ustedes, que son menores, irán primero. ―Explicó en un tono suave, dibujando una pequeña sonrisa que intentaba ocultar su tristeza.
El joven Vegeta dudó un instante más antes de asentir ligeramente. ―Está bien. ―Dijo con un suspiro, aunque la desconfianza aún era evidente en sus ojos.
La reina Aika, sin embargo, no estaba dispuesta a dejar que su hijo se saliera con la suya. Sabía que Vegeta era terco, igual que ella. Sin previo aviso, levantó una mano y golpeó al niño en la nuca, dejándolo inconsciente al instante. Todos la miraron, sorprendidos por la repentina acción.
―Eres pésimo hasta para mentir. ―Dijo Aika, mirando a su esposo con desaprobación. ―No sé qué estás tramando, pero hazlo de una vez. ―Dejó al niño en brazos del rey y dio un paso atrás, sus ojos brillando con furia.
Aika no estaba en su mejor momento. Era una mujer poderosa, con un carácter indomable, y su historia la había convertido en alguien que no aceptaba la sumisión fácilmente. Había sido obligada a casarse con Vegeta y a tener hijos cuando lo único que deseaba era seguir siendo una luchadora. Ser madre había truncado sus sueños, especialmente cuando dio a luz a una hija, un hecho que, en lugar de orgullo, había traído frustración a su vida. Para colmo, el rey no se detuvo hasta que nació un varón, alguien que pudiera heredar el trono.
El rey y Bardock, conscientes del peso de la situación, llevaron a sus hijos a las cápsulas, configurando las coordenadas hacia el planeta Tierra. Al cerrarse la compuerta, un aroma especial llenó el aire, diseñado para sumir a los pasajeros en un profundo sueño. Este suero era una medida estándar para viajes largos, garantizando que llegaran descansados a su destino.
Las naves despegaron, elevándose lentamente hacia el cielo. Gine, incapaz de contener sus emociones, comenzó a llorar, mientras la reina Aika se acercaba peligrosamente a los dos hombres, su furia evidente.
―Expliquen ahora qué rayos sucede aquí. ―Exigió, frunciendo el ceño.
―Su majestad... ―Murmuró Bardock, sabiendo que la verdad sería difícil de aceptar.
El rey se giró para enfrentarla, su expresión endurecida. ―Recibimos un aviso de que probablemente seremos traicionados por el emperador Freezer. ―Dijo, sus palabras pesadas en el aire. ―Con Bardock decidimos que lo mejor sería proteger a nuestra descendencia.
Aika no quedó satisfecha con esa respuesta. ―¿Qué hay de la primogénita? ―Gruñó, su tono lleno de reproche. ―Estaba en una misión con...
―Lo sé. ―Interrumpió el rey con agresividad. ―No les advertimos.
Eso hizo que Aika abriera los ojos con sorpresa. ―No me digas que...
El rey suspiró, resignado. ―Es un sacrificio que estoy dispuesto a...
―Eres un cobarde. ―Lo acusó Aika, sin contener su furia. ―Sabes perfectamente que ______ es más fuerte que Vegeta, pero no soportas que una mujer te aplaste. ―Escupió las palabras con desprecio antes de darse la vuelta y marcharse, dejándolos a ambos en el silencio.
Su hija, ______, había nacido con un poder mayor al de cualquier otro bebé jamás visto. Había roto el récord de sus antepasados, todos hombres, y se había convertido en una promesa y un símbolo de poder en el planeta. Sin embargo, el rey no lo veía así. No estaba conforme con que su primogénita fuese una mujer.
―Nappa... ―Habló, tratando de mantener la compostura. ―Déjame hablar con ella.
Los scooters de los soldados "a cargo" no eran monitoreados por el ejército de Freezer, ya que generalmente solo se usaban en situaciones menores, como cuando un niño en sus primeras misiones resultaba herido.
La reina no esperó a que le contestaran; simplemente envió una grabación de audio directamente al scooter de su hija. ―Solo quiero decirte que eres amada, eres valiente, eres amable. Tienes el don de cambiar el mundo y podrás cambiar la opinión de tu padre en el futuro.
Nueve meses después, las naves aterrizaron en un monte alejado de la sociedad y las grandes ciudades del planeta Tierra. El cielo era de un celeste brillante, y el sol resplandecía en lo alto, iluminando un paisaje verde y exuberante. Los dos niños seguían dormidos profundamente, ajenos al destino que les esperaba, sin saber nada sobre sus padres o hermanos.
Freezer había destruido el planeta Vegita el mismo instante en que las naves de Kakarotto y Vegeta salían del planeta.
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La hermana de Vegeta | 1
Fanfiction-Vegita Ouji es la primogénita del Rey Vegeta. Luego de que su planeta explotara y su familia muriera, se dedicó a fortalecerse y trabajar activamente en el ejército de Freezer pero su verdadero objetivo siempre fue asesinarlo. Su destino cambia cua...