Capítulo 15: Ultimátum

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—¡Vamos!

—No.

—¡Por favor, ______!

—No, Bulma —respondió Vegita, intentando ser amable con un tono tranquilo—. Gracias por invitarme, pero no me siento cómoda en esas situaciones. Prefiero quedarme para...

—¡No y no! —gruñó—. ¡Tú vienes! —Se enojó, puso las manos en las caderas y frunció el ceño.

La más alta rió levemente.—¿Me vas a obligar? —alzando una ceja.

—Sí, y verás que de todas formas vendrás —soltó una carcajada mientras se daba la vuelta.

Vegita solo gruñó ante esto y salió del laboratorio. Solo había ido para preguntar por sus nuevas armaduras. Bulma no las tenía listas aún porque estaba de salida; era la boda de Kakarotto.

—Ha sido muy buena conmigo, pero hay veces que no la soporto... —gruñó mientras caminaba por los largos pasillos del edificio. En el camino, se detuvo para tomar un refresco antes de ir a la cámara de gravedad.

Sin embargo, antes de poder entrar, se dio cuenta de que la habitación estaba vacía. Solo se encontró con Bulma.

—¿Mi cámara? ¿¡Dónde está!? —se exaltó.

—¿Buscas esto? —ella lo miraba burlona mientras sostenía una cápsula en la mano, moviéndola de un lado a otro entre sus dedos.

—La cámara de gravedad... —gruñó.

—¿Estás buscando esto? —repitió lentamente mientras se reía.

—¡Dámela! —gruñó Vegita, extendiendo la mano con fastidio.

Bulma se puso seria y frunció el ceño.—No hasta que aceptes acompañarme a la boda de Goku.

Esto último hizo que ella gruñera más fuerte.—¡No iré a ninguna parte! —se cruzó de brazos—. ¡Entiende que estoy muy ocupada, Bulma!

—Tendrás que ir —bufó—. ¡O voy a destruir la cámara de gravedad hasta su último pedazo!

—¿Qué dices, loca? —retrocedió, sorprendida.

—¡Sí, la destruiré! —afirmó.

Vegita la miró fijamente, pero se dio cuenta de que no estaba bromeando. Su expresión cambió, comenzando a dudar.

—¿Entonces vamos? —le volvió a sonreír.

Finalmente, Vegita gruñó.—No me queda de otra —admitió tras unos segundos.

Bulma comenzó a chillar de felicidad.—¡Bien! ¡Vamos, te prestaré uno de mis...!

—¡NO! —la interrumpió inmediatamente—. Acepto ir, pero iré con lo que se considera formal en mi cultura —la miró con enojo.

—Oh, está bien —se encogió de hombros—. Si no te dejo, estaría interviniendo en tus creencias —se rascó el mentón—. ¡Nos vamos en media hora! —dijo, dirigiéndose a su habitación.

Estando sola nuevamente, Vegita suspiró, trató de relajarse y comenzó a caminar hacia su habitación.—Al final tendré que ir al casamiento de Kakarotto. Raditz me pedirá que le cuente todo.

Dejó de lado las ganas de mandar a todos al diablo y sacó su armadura. Al tratarse de un evento familiar medianamente formal, optó por usar su armadura elegante, que incluía una capa roja.

Se sentía tranquila usando sus prendas, ya que Bulma había logrado imitar el material a la perfección. Ya había puesto a prueba el material en entrenamientos de alto riesgo y estaba realmente sorprendida por la calidad.

Ya había bajado hasta el jardín, donde se encontró con la susodicha. Llevaba un vestido rojo.—«Se le ve muy bien», pensó.

—¡Te dije que vendrías igual! —se burló al verla.

Vegita viró los ojos y dejó de lado la idea de halagarla. Solo gruñó.—Ya vámonos —respondió de mala gana y caminó hacia el avión.

⋯ • ⋯

—E-eres... b-bonita. ¡Hip! —insistió el terrícola, quien según había entendido se llamaba Yamcha. Estaba completamente borracho. Vegita tenía una mueca de disgusto en el rostro.

—Umh... No necesito cumplidos de insectos como tú —lo miró con desprecio.

—P-pero qué seria eres... ¡Hip! Ni siquiera...

—¿Qué pasa? —interrumpió Vegeta, visiblemente molesto por la situación.

—N-nada. ¡Hip! No pasa nada, Vegeta —respondió Yamcha, apenas pudiendo pronunciar bien, haciendo una seña para que se retire.

—¡Yamcha! —gritó Bulma mientras se acercaba, poniéndose al lado de Vegeta con el ceño fruncido—. ¡La fiesta apenas comienza y ya estás borracho!

—N-no estoy... ¡Hip!

—Ay, mejor cállate y ven —gruñó, tirándolo del brazo.

—¿Qué te dijo? —bufó Vegeta, mirando a su hermana.

Ella rió por su mal carácter.—Solo tonterías de borracho.

—Mnh... —él sonrió levemente—. Está bien. No importa. ¿Vamos a comer? —Vegeta extendió su brazo para que ella lo tomara, como un caballero.

Eso la hizo sonreír, y lo tomó. Ambos fueron a la mesa donde Kakarotto devoraba todo lo que encontraba.

La hermana de Vegeta | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora