Capítulo 1: El Inicio

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―¡Su majestad! ¡Su majestad! ¡Rey Vegeta!― gritaban desde la puerta mientras la golpeaban fuertemente, exaltando al nombrado, lo que hizo que se levantara de su trono y le hiciera una seña a los soldados para que dejaran entrar al sujeto que tanto gritaba.

Inmediatamente, ellos obedecen y abren la inmensa puerta de par en par. Cuando está completamente abierta, el rey observa a Bardock, quien había sido su mano derecha desde que se convirtió en la máxima autoridad del planeta.

―¡Bardock!― grita el rey, emocionado por verlo, y se acerca a él con una sonrisa en el rostro. ―¡Qué alegría verte! Oí que habías ido a una misión extraordinaria por órdenes del emperador. ¿Salió todo bien?

―Su majestad...― jadea débilmente. Se sujetaba de sus rodillas y respiraba con dificultad.

―¿Qué te pasó, Bardock?― El rey se le acerca con preocupación y lo sostiene del brazo. ―¡Rápido, un vaso de agua!― ordena, y un soldado va corriendo a la cocina, haciendo ruido al abrir y cerrar la puerta.

―Su majestad, n-necesito informar-rle...― hablaba entrecortado.

―¿Qué? ¿Qué cosa?― pregunta el rey, con bastante preocupación. ―¿Pasó algo malo?― Frunce el ceño. ―Me informaron que llegaste moribundo, y por lo que veo, es verdad.― El rey observa que la armadura de Bardock estaba hecha pedazos. ―¿Qué fue lo que pasó en esa misión?

―Nada. Todo salió bien.― contesta Bardock después de tomar agua, poniéndose de pie nuevamente y recuperándose casi por completo.

―¿Entonces...?― El rey alza una ceja mientras observa su rostro. Se le veía fuera de sí, con la mirada perturbada.

―Creí que no me volvería a suceder...― Frunció el ceño mientras hablaba, mirando fijamente un punto en el piso. ―Pero antes de volver a la nave, tuve una visión...― Explica rápidamente mientras aprieta el vaso en el que había bebido agua, el cual, debido a la fuerza, se rompe y cae al piso en pedazos.

El rey bufa. ―Eso es estúpido, Bardock. ¿Cómo puedes aún creer en esos cuentos estúpidos? Sólo lo dices para que pienses en idioteces como esa y termines trastornado.

―No, Vegeta.― Alzó la mirada. ―Es verdad, yo vi algo en mi sueño. Algo que realmente va a suceder.

El rey frunció el ceño. ―¿Algo en tu sueño?

―Sí, es la verdad.― Su voz se escuchaba alterada. ―Vi cómo el planeta Vegeta se destruía a manos de Freezer. ¡Él nos traicionará! ¡Estoy seguro!

―¿El planeta Vegeta? ¿De qué hablas, Bardock? ¡No juegues con eso!― Exige, molesto y un poco asustado.

―No, es la verdad.― Suplicó. ―Vegeta, debemos hacer algo rápido. El tiempo se nos está agotando. Si seguimos aquí, ¡nuestra raza se extinguirá!

El rey medita detenidamente mientras toma su barbilla con su mano. No lograba entender todo. Bardock no solía mentir y su actitud era fuera de lo normal. Tampoco le había gustado la palabra "extinguir".

―¡Es la razón por la que nos citó a una reunión extraordinaria!― siguió insistiendo. ―¡Jamás ha hecho eso! ¡Es la oportunidad perfecta para deshacerse de todos! ¡Hazme caso, por favor!― Siguió al rey por la habitación. Este le dio la espalda, pero seguía tocando su barbilla.

―Mmm...― suspira luego de unos segundos en silencio. ―¿Qué ocurría en tu visión?― Le dio una mirada fugaz y luego caminó hasta su trono. Ahí pensaba mejor.

―No lo sé con claridad.― Admitió, un poco más calmado. ―Pero decidimos proteger a nuestra descendencia.― Cuando dijo eso, lo miró directamente a los ojos. ―Kakarotto y Vegeta.

El mayor se asombró. No había pensado en su hijo más pequeño.

―¿Qué tienen que ver ellos? ¿Por qué los mencionas?

―Hay que sacarlos de aquí.― Frunció el ceño. ―Gine me matará, pero hay que enviarlos lejos de aquí.

Vegeta se asombró un poco. Bardock no solía arriesgar la vida de sus hijos ni desobedecer a su esposa al mismo tiempo. ―Está bien.― Asintió.

―Sacaré a Kakarotto de la incubadora.― Se sintió aliviado. ―Luego llamaré a Raditz y a Vegita...

―No lo hagas.― Interrumpió. ―Deja a Vegita fuera de esto.

Bardock frunció el ceño. ―¿Qué dices?― Estaba confundido. ―¿Por qué? ¡Morirán si regresan!

―Hay que cuidar a nuestra descendencia. Tú mismo lo dijiste.― Se levantó de su asiento y desapareció entre los pasillos.

Bardock no lograba entender mucho a lo que se refería, pero solo ignoró eso y salió volando hacia su casa. Mientras tanto, en el castillo, la reina Aika se encontraba descansando junto a su hijo menor.

Vegita se adentra en la habitación y lo observa con orgullo. Su esposa lo mira seriamente. ―¿Por qué sonríes así?

―Será un hombre fuerte.― Sonrió más. ―Tráelo. Hay algo que debemos hacer.― Se giró y salió de la habitación.

Aika solo frunció el ceño y gruñó levemente. Tomó al niño y lo sacó de ahí.

La hermana de Vegeta | 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora