Día seis.

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Hoy me desperté por una pesadilla.

Era de día, un día nublado, dentro de poco llovería. Yo iba caminando por la vereda, con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha. Todo normal, hasta que alguien me golpea la cabeza, y caigo al suelo, inconsciente.

Cuando despierto, estoy colgando de una cuerda amarrada a mis tobillos, con los brazos atados detrás de mi espalda. Todo estaba oscuro, de pronto se empezaron a oír unos pasos, bajando unas escaleras. La luz se enciende, logro divisar una figura que se acerca a mi, lo único que le veo, son sus ojos rojos, y su sonrisa, su enorme sonrisa.

Él habla, pero no sale sonido de su boca. Yo estoy igual. Hasta que de un momento a otro, su cara se torna macabra y diabólica. Comienza a gritar, eso sí se escuchó, demasiado. Yo quiero escapar, pero entonces él comienza a apuñalarme, aún estando colgado. Apuñalada, apuñalada, apuñalada. Una tras otra, en partes diferentes del cuerpo, menos la cabeza, para que no muriese tan rápido. Yo me retorcía del dolor, mientras agonizaba, y mi propia sangre se derramaba por mi cuerpo.

Entonces, cuando deja de apuñalarme, y yo ya estoy muy desangrado, me dice, nuevamente con una sonrisa, "Adiós", corta la cuerda, y comienzo a caer al vacío.

Y me despierto.

Cartas de un solitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora