Mis días pasaban poco a poco; el cáncer se comía mis últimas ganas de vivir y me dejaba sin una pequeña bocanada de aire.
Estaba en la camilla del hospital, junto a ella estaban mi madre y mi novia; mi padre, caminaba nervioso, de pared a pared. Ellas se encontraban en el sillón de la recámara, cada una más destrozada que la otra. Cada una al lado de la otra y sin soltarse de las manos, lloraban en silencio.
- Disculpe, necesito hablar con los padres de Michael Schneider- dijo el doctor entrando en el cuarto, mi madre miró a mi padre y le dio un ligero apretón en la mano a mi novia. Mi padre, con un movimiento de cabeza, le indicó a mi madre que tenía que separarse de su angelito
- Y bien... ¿cómo te va en la escuela? ¿Qué tal las materias? - dije tomando su mano con lo que me quedaba de fuerzas.
- E-Eh, bien...la verdad es que se me está complicando un poco la carrera, pero es...muy buena...- me miraba fijamente y a los pocos segundos rompía en llanto, o eso solía hacer hace mucho. Ya me había resignado a que mi hora llegaría, ella tan solo asentía y dejaba el tema a un lado.
En la noche les pedí que fueran a casa, quería que descansaran un poco para verlos en la mañana, mi mamá se negó al principio, pero mi papá la convenció, fue más difícil para Maire dejar el hospital, le dije que la vería por la mañana, y que todo iba a estar bien.
Me quede profundamente dormido, antes el doctor me había dejado mi suero y mis aparatos encendidos para que trabajaran toda la noche; era una pesadilla dormir con ellos al lado, el ruido era constante, tanto que te provocaba insomnio.
No sabía porque o cómo en que había contraído cáncer, no quería buscarle más vueltas al asunto, pero era un chico sano, o eso me habían dicho desde siempre; de mediana estatura, piel de tono claro, pecas en mis mejillas, ojos verde jade, un poco extraños, pero extravagantes y una figura de complexión delgada , jamás había sido de músculos ni fuerte, pero estaba bien, y cabello castaño...pero ahora, ahora solo era un saco de huesos con la piel amarillezca y completamente débil, sin olvidar que estaba completamente calvo.
Ya mis quimioterapias habían terminado, de la cabeza a los pies, siempre me llevaban de un lado al otro en el hospital en silla de ruedas. Me dolía ver a mis padres tratando de hacer como si no pasara nada ¡claro que pasaba; su hijo se estaba muriendo! pero ellos querían encerrarse en una burbuja la cual dijera TODO ESTA BIEN...
No pude entrar a la universidad por estar internado; estando apenas un año en la universidad, un día me desmayé a mitad del pasillo. De la enfermería me llevaron al hospital porque se dieron cuenta de que no estaba respirando...tan pronto como me abrieron se dieron cuenta de que era más tumor que carne...mi novia al enterarse se ha quedado a mi lado; ha estado en cada momento, malo o bueno...Ya no sabía ni cuánto tiempo llevaba en el hospital...
Era la primera noche en la que el cansancio pudo más que el sonido de las máquinas; ya estaba bastante desgastado como para preocuparme por si eso no me dejaba dormir
Mientras dormía, sentí como algo tomaba mi mano y me besaba en los labios, era un beso profundo, se sentía tan cálido y tan dulce, sentía como me abrazaba y me tomaba de la cintura, rodeándome con unos brazos fuertes... ¿y masculinos? No eran los brazos de una mujer, eran muy fuertes y robustos.
Traté de abrir los ojos, pero por más que los abría solo veía oscuro, sentí como su lengua entraba en mi boca y buscaba la mía, dejó un mordisco en mi labio inferior, supongo que estaba sangrando por como ardía.
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DIABLO
General FictionUna pequeña alma que poco poco se apaga, sus últimos suspiros los daba en un maldito cuarto de hospital. Mientras tanto un ser despiadado que busca un esclavo que sacie sus deseos y más crueles fantasías, sucumbirá ante el encanto del pequeño...pero...