- Sí, en tu casa, a dormir. - repitió Lucas con esa sonrisa que odiaba tanto.
- ¡Tyler! - dije mientras me volteaba para ver a mi hermano - ¿sabe mamá algo de esto?.
- Pues claro que sí, boba - dijo mientras se sentaba en el sillon.
Volvió la vista hacia la tele y me dejó de prestar atención.
Sentí el aliento de alguien en la nuca y cuando me giré Lucas estaba a escasos centímetros de mi. Fue a decir algo pero mi móvil lo interrumpió. Móvil cuanto te amo, pensé.
- ¿Diga? - contesté cuando acerqué el móvil a mi oreja. Por suerte Lucas se separó y se puso a ver la tele.
- ¿Ya no reconoces mi número, enana? - dijo una voz muy conocida. Una sonrisa apareció en mi rostro como por arte de magia.
- ¡Kate! - grité haciendo que Lucas se sobresaltara.
- Papá me contó que estás viviendo con mamá y Tyler ¿eso es cierto? - dijo con un tono entre serio y confuso.
- Sí, es que... bueno... - empecé a balbucear. Le había prometido a mi hermana que no abandonaría a papá en la miseria, pero tampoco le iba a contar que no quería arruinarle su aventura canadiense. - papá tenía que irse a Canadá y yo no...
- Zoe, relajate, no me tienes que dar explicaciones - dijo intentando calmarme - solo quería saber como te había ido en el colegio de los pijos.
Comencé a reírme mientras me levantaba del sofá para ir a buscar algo de intimidad. Cuando ya estuve en la zona de la cocina me senté en la barra americana dando la espalda a los chicos.
- No me ha ido mal, tengo que llevar un uniforme pijo y compartir clase con zorras, mirones e idiotas pijos - susurré acentuando la pronunciación en la palabra "pijo".
Kate, mi padre y yo siempre fuimos más "campechanos" que mi madre y mi hermano. Mi madre provenía de una familia rica y estaba acostumbrada a los privilegios que les proporcionaba el dinero. Nunca comprendí como una ricachona como era mi madre, con sus grandes coches, sus grandes casas y con muchas más cosas grandes se enamoró de un chico que era hijo de un carpintero que le costaba llegar a fin de mes. No tenían nada en común, y así término todo, divorciados, viviendo a casi 1000 kilómetros de distancia, sin verse apenas y a su vez separando a sus hijos. Así se demuestra que no todos los cuentos con principe azul pueden terminar bien, bueno en este caso princesa azul.
Mi hermana se rió al otro lado de la línea y después contestó:
- Pronto te veo vistiendo con una puta y caminando con tu chihuahua en el bolso. - dijo burlandose de mi.
- ¡Nunca! Prefiero ir a vivir debajo de un puente antes de embutirme en esos vestidos. - dije indignada.
- Eso espero, pronto os haré una visitilla. - dijo mi hermana con poco entusiasmo.
La conversación se alargó bastante y cuando me quise dar cuenta ya eran las doce de la noche de la noche y los chicos seguian viendo la tele.
- ¿Qué tal está? - preguntó mi hermano mientras me acercaba a ellos.
- Bien, pronto viajará a un pueblo cerca de Florida y vendrá a visitarnos. - dije mientras me sentaba en el sofá.
- ¿No deberías de irte ya para la cama patosa? - preguntó Lucas divertido - Ten cuidado al subir las escaleras a ver si te vas a caer.
Mi hermano rió por lo bajo y yo me levanté, susurré un "buenas noches" y me dirigí hacia mi cuarto. No tenía ganas de discutir con él.
Me metí en la cama y me dormí. Horas después la puerta de mi habitación se abrió, despertandome, y después se cerró lentamente. Me quedé quieta y me hice la dormida.
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¿Quererlo? No lo sé.
Teen FictionZoe Scott es una chica normal, no muy fiestera y amante de los libros que se va a vivir con su madre Alison y su hermano Tyler a una conocida villa en Florida. Allí conocerá a muchas personas, vivirá conflictos y amores y aprenderá un montón de cos...