¿Por qué yo?

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En mi plato solo quedaba un filete y estaba nerviosa. Lucas ya había terminado y esperaba pacientemente su postre, o sea yo. Me miraba fijamente mientras cortaba mi filete, notaba como temblaban los cubiertos en mis manos.

- Zoe, eres lenta ¿eh? - dijo con una sonrisa.

- Solo para algunas cosas - dije después de tragar.

- Me pregunto si serás lenta para... - sonrió y me miró. No entendí el contenido de esa mirada pero me lo imaginé.

- Es que me gusta mucho y lo saboreo - me excusé rápidamente volviendo al tema principal.

- ¿No querrías saborear la carne de este caballero, patosa dama? - dijo abriendo un poco más la camisa.

Inconscientemente mordí mi labio al imaginarme como sabría su piel y fue la gota que colmó el vaso. Lucas se levantó, quitó los cubiertos de mis manos y metió mi plato en el fregadero.

- Eh, me lo iba a acabar - me quejé como una niña pequeña.

- No tengo tanta paciencia y menos si muerdes tu dichoso y jugoso labio - dijo inclinándose y dejando un beso en mis labios. 

Se agachó y me cogió en brazos, como un caballero a su dama.

- ¡Bájame! - grité aferrándome a su cuello.

Ignoró mi orden y me subió hasta su cuarto. Cuando estuvimos en él me dejó suavemente en su cama y se tumbó a mi lado. Los dos estábamos tumbados bocarriba.

- ¿Qué quieres hacer? - me dijo mientras me miraba de arriba a abajo.

- Hacer maquetas  - susurré y me tumbé bocabajo para poder acariciar su pecho con comodidad. 

Miró mi mano y después a mí. Alzó una ceja y se mordió el interior del moflete.

- Podrías besarme - su voz era muy grave.

- Podrías hacerlo tú - intenté poner voz grave como él.

- No se te da bien poner voz sexy - dijo riéndose de mí.

Hice un puchero y miré hacia otro lado apartando mi mano de él. 

- No te rías de mí.

- Amo cuando te enfadas - le miré y Lucas me sonreía dulcemente.

No podía resistirme a aquella sonrisa. Me acerqué a él lentamente y subí la mitad de mi cuerpo encima de él. Abrió ligeramente su boca pero en vez de besarle lamí sus labios. Noté su sorpresa ante mi jugada pero no se quejó. Escuché su respiración acelerarse cuando mordí su labio inferior, su mano acarició mi muslo de nuevo y mi mano viajó hasta su nuca, preparada para acercarlo a mí.

- Tengo miedo de que si bajamos a hacer las maquetas terminemos rompiéndolas - me susurró cuando yo besaba su nariz.

- ¿Romperlas? - dije divertida.

Dejé un camino de besos hasta que llegué al cuello y ahí me detuve alternando entre besos y muerdos.

- Sí - me encantó escucharlo suspirar de aquella forma -, seguramente terminaría subiendote a la mesa y tu trasero respingón la aplastaría.

Sin detenerme golpeé su pecho y Lucas se rió. Su manos seguía acariciando mi muslo y cada vez se precipitaba más hacia mi trasero.  

- ¿No puedes controlarte? - dije en voz baja y mordí su cuello a continuación.

- No - confesó mientras su mano subía, pasando por mi trasero, hasta mi espalda.

Dejé su cuello al fin y besé sus labios. Me pegó más a él y yo profundicé el beso gracias a la mano que se situaba en su nuca. Rodamos por la cama hasta que él quedó encima mío y seguimos besándonos. Volví a morder su labio por segunda vez y conseguí lo que quería, una mezcla entre gruñido y gemido salió de su boca.

¿Quererlo? No lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora