¿He sido muy patosa?

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El silencio se prolongó y sus ojos verdes seguían en mi dirección, machacándome como si fuera una nuez.

- Zoe, ¿eres virgen? - volvió a decir.

Su mano acarició mi espalda. Me sentía avergonzada delante de él y no me atrevía a mirarle.

- Sí.

Otro silencio pero este menos largo que el anterior.

- Mirame a los ojos, por favor.

Sin mucha prisa levanté mi mirada para que conectará con la suya.

- Sí, soy virgen - volví a repetir.

Cada vez que lo repetía sonaba peor y más resentida me sentía.

- No te avergüences - me alentó.

- ¿Y cómo no quieres que lo haga? Tu experiencia me intimida y siempre cuando estamos en la cama pienso que no voy a llegar a tus expectativas y me siento mal. No quiero que mi virginidad estropeé nada de lo nuestro.

Lucas sonrió y me acercó entre sus brazos. Apoyé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos.

- ¿En serio creías que no mi iba a dar cuenta? 

- No sé - mi voz era casi inaudible.

- Lo supe cuando estuvimos en el coche el día de San Valentín. Se nota mucho cuando alguien hace algo por primera vez.

Mis mejillas se calentaron y apreté los ojos mientras su corazón latía en mi oreja. Lucas se echó para atrás irrumpiendo el pequeño ritmo que estaba disfrutando. Cuando estuvo tumbado volví a poner mi oreja contar su pecho.

- No quiero que te sientas mal por ser virgen, no es nada malo. Simplemente no has encontrado a la persona adecuada.

- Puede ser.

- Pero igualmente tienes mucho mérito - me reí al oírlo -. Es en serio. Ninguna virgen hubiera hecho lo que tu hiciste conmigo así por así.

- ¿Me estás llamando facilona?

- Ni mucho menos.

- Pues me lo había parecido.

Trepé por él hasta llegar a su rostro y besé sus labios. Me devolvió el beso instantáneamente y colocó una mano en mi mejilla. Mi mano recorrió su torso hasta el dobladillo de la camiseta y metí por él mi mano, su piel estaba caliente y podía notar su musculatura bajo mi mano. Arrastré la camiseta hasta que mi mano llegó a la base de su cuello.

- La camiseta ya estorba un poco - dijo en mis labios a lo que asentí.

Me aparté un poco de él y con esa agilidad suya (y con una mueca) retiró su camiseta. Volví a inclinarme y mordí su labio inferior. Su boca tapó la mía y sus manos, apoyadas en mis muslos,  me empujaron para desplazarme encima de él. Después se deslizaron hasta mi cuello (por suerte el chupetón de Nick ya había desaparecido) y hasta mi mejilla.

Comencé a acariciar su piel, desde la clavícula derecha hasta la base del cuello, de la base del cuello por su abdomen hasta la tira elástica de sus calzoncillos y de allí a la clavícula izquierda. Me encantaba su cuerpo, no estaba bien cachas pero se podía ver que entrenaba y era bastante fuerte.

- He pensado una cosa - susurró Lucas.

- Dime.

Torturé su cuello con besos y mordiscos mientras Lucas hablaba.

- Podríamos... - suspiró cuando lamí su cuello - Podríamos empezar un poco con tu vida sexual.

Me aparté y me senté a horcajadas encima de él.

¿Quererlo? No lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora