El billar.

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Mientras subía las escaleras intentaba imaginarme la escena. Chris recriminandome lo ocurrido con Lucas y yo intentando inventarme una excusa para mi error. Lo peor de todo era que no lo sentía como un error, incluso me gustó pero intentaba guardar ese recuerdo en la caja de "Tirar a la basura" donde estaban las imágenes más avergonzantes de mi vida como cuando se me cayeron los pantalones en medio de Educación Física.

Poco a poco me iba acercando a la puerta. Mis piernas eran gelatina y en mi cabeza se había una fiesta bastante molesta. Agarré el picaporte y vacilé unos segundos pero al final abrí la puerta. Cuando entré vi a Chris sentado en la cama. Tenía la cabeza apoyada en sus manos, como si estuviera reflexionando.

- Hola - susurré mirando al suelo.

Levantó la cabeza al escucharme y se me quedó mirando.

- Siéntate, por favor - dijo palmeando un sitio a su lado.

En vez de sentarme con él en la cama cogí la silla con ruedas de mi hermano y me senté delante de él como un indio.

Nos quedamos en silencio durante unos minutos, mirandonos el uno al otro hasta que él rompió el silencio.

- Lo siento.

Fruncí el ceño, no entendía sus disculpas.

- ¿Por? - pregunté confundida.

- Me emborraché y te traté como si fueras una cualquiera - su voz era apenada y rota - invitándote a mi cama sabiendo que aún no estás preparada. Y para rellenar te dejé sola y acabaste casi teniendo un coma etílico.

Tragué ruidosamente, un coma etílico era una cosa muy seria pero también el porque de su disculpa me hizo sentirme mal.

- Yo te seguí el juego, no te tienes que sentir así.

- ¿Y si lo llegamos a hacer? ¿Qué hubiera ocurrido al día siguiente?

No había pensado en eso, ¿y si llegamos a hacer el amor sin sentirme preparada? ¿hubiera sido todo igual?

- No lo sé, - dije contestando a las dos preguntas - pero lo que cuenta es que no hicimos nada.

- Porque estaba demasiado borracho para atenderte - soltó bruscamente recriminándose lo ocurrido.

- ¿Por qué bebiste? - susurré sin mirarle.

Suspiró y frotó sus ojos con las manos, parecía cansado.

- Isabella vino a mi casa después de cenar - dijo volviendome a mirar - y hablamos y bebimos...

- ¿Qué más hicisteis? - mi voz sonaba grave y cuidadosa.

Él se puso rígido y no se movió.

- Zoe, no ocurrió nada más - respondió duramente.

- ¿Estás seguro? Porque cuando alguien bebe puede hacer cosas que no desearía hacer - dije intentando que él confesara o de convencerme a mí misma que darme a Lucas fue un error, no estaba segura.

- Estoy seguro.

Me cogió por la cintura y me sentó a horcajadas en su regazo.

- Isabella ha sido una de mis mejores amigas desde la infancia y a veces quedamos para hablar de nuestras cosas - dijo acariciando mi espalda.

Abracé su cuello y besé sus labios. No quería seguir hablando de nada de eso, solo quería disuadirme de todo.

Sue y yo pasabamos por el mall observando los adornos navideños y comprando algunas cosas.

¿Quererlo? No lo sé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora