Capítulo 2

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Haciendo una pausa en el algodón blanco justo por encima de

la rodilla, lo miró.

El tenía su mandíbula rígida. Su mirada en sus bragas. El se enderezó y

los dedos eran blancos en la parte de arriba de la silla, mientras la observaba.

¿Iba a tratar de hacer algo más que golpearla? Ahí, se dio cuenta si él quería

follarla lo dejaría.

— Quíteselas del todo. Exigió él con voz ahogada.

Mordiéndose los labios, empujó las bragas hacia debajo de las piernas

luchando cuando pasó por los zapatos, sin tener en cuenta que su culo estaba

al aire. Rápidamente, se puso de pie y tiró de la falda a su lugar, pronto se dio

cuenta que había dejado sus bragas en el piso.

Lo miró y él asintió. Se preguntó si él no llevara la máscara vería una de

sus ceja levantada.

— Le dije en mi escritorio. Le recordó. Como si necesitara que se lo

recordara. Inclinándose hacia abajo, las recogió, dándose cuenta cómo sus

muslos se deslizaron juntos cuando se movía. Ya estaba tan mojada, la crema

se filtraba en sus pliegues y las piernas. Se apresuro y se levantó rápidamente,

temiendo que pudiera gotear en el piso, luego, causalmente puso las bragas en

la mesa.

Él asintió con indiferencia.

— ¿Crees que esto es una broma señorita Smith?

— No, señor. Temblaba mientras su pulso vibraba en su cuello,

corriendo frenéticamente a través de su cuerpo. Esto era más que una broma.

Iba muy en serio en cuanto a sus necesidades... infiernos, ¿qué otra cosa

podría llevarla a buscar un lugar que pudiera atender su deseo de ser

castigada?

— Hmm. Él se sentó en la mesa y abrió una carpeta de manila. Sus

dedos corrían por el borde de las bragas mientras él aparentaba leer... la incertidumbre la tenía mojada de lo excitaba que estaba. Su

cara estaba caliente mientras se preguntó lo que él estaba

sintiendo.

— Deje de moverse. Ordenó al mirarla, y se dio cuenta que había estado

de pie en pie.

— Sí señor. Murmuró.

— Ah ya veo que fallo en álgebra, también. Comentó secamente.

— Soy mala para las matemáticas.

— Tal vez si hubiera estudiado... Golpeando con sus dedos largos la

mesa con fuerza, enviando un escalofrió a través de ella irradiando su fuerza.

¿Dónde estaban los hombres así en la vida real? Sólo conocía uno y él

era inalcanzable.

CastigadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora