Capítulo 12

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 El mediodía pareció que tardaba en llegar una eternidad. Con cada

llamada que ________ trasfería al despacho de Louis , crecía más y más en e

borde hasta que estuvo lista para gritar de frustración. Se negó un descanso

para tomarse un café con sus amigas, alegando la necesidad de trabajar en un

proyecto que estaba llegando al límite de plazo. Esquivó una llamada de su

madre — su santa madre recatada que nunca entendería las necesidades de

________, que hasta ahora habían estado fuera de su trillado camino. Bueno

quizá camino trillado no fuese la expresión correcta. Pero su madre podría

escuchar su voz entrecortada mientras trataba de sonar natural. Ella le

preguntaría a ______ qué iba mal hasta que se rompiese. Así que eso no

sucedería.

A cinco minutos para las doce, dejó su escritorio, tomando un cuaderno

y una pluma con ella. Estar encerrada en una sala de juntas con Louis iba a

ser un infierno, pero estar cerca de él podría ayudar. Un poco.

Impaciente, esperó por él. Diez minutos después, entró con una bandeja

de cartón con bebidas y una bolsa de papel blanco que asumió era la comida

Sin decir palabra, lo puso todo en la mesa, empujó la puerta, la cerró y luego

dio la vuelta a la mesa. La sacó de la silla y tiró con fuerza de ella contra su

cuerpo. Su polla rígida presionando contra su vientre mientras le agarraba e

culo con una mano empujándola más cerca de él y metió los dedos en su pelo

Con hambre devoró su boca. La lengua empujaba hacia su interior mientras

ella gemía.

Sus dedos se cerraron sobre su chaqueta. Se puso de puntillas para

acercarse más a él. Su lengua se batió en duelo con la de él mientras las

lágrimas pinchaban en sus ojos. Las emociones y la necesidad atravesándola

Sus pezones estaban tan apretados contra el corpiño de su vestido, y su coño

tan húmedo como si estuviera pidiendo que él lo llenase. Hebra tras hebra de

excitación empujaban a través de ella, clavándose en sus centros del place

como pequeños estallidos de liberación.

— Lo siento, llego tarde – murmuró sobre sus labios.

— Está bien.

Sacudió la cabeza y la besó de nuevo, las manos enmarcando su rostro.

– ¿Estás bien? – preguntó.

— Creo que sí.

— Lo sé... esto... puede ser intenso.

— Me siento como si estuviera a punto de explotar – confesó ella. Sus

dedos se deslizaron bajo la chaqueta para masajear uno de los tensos pezones.

Él cerró los ojos, quedándose sin respiración, y supo que lo tenía justo al

límite. Un plan embriagador se fue formando en su mente.

Lentamente, dejó que sus manos se deslizaran por sus firmes

abdominales hasta su duro vientre, luego bajó hasta su pene rígido. Lo

palmeó, apretandolo suavemente.

— ¿Me permites decir que lo siento mucho?

En silencio, él asintió y se dejó caer hacia atrás en una silla. Ella se

dejó caer de rodillas. Él abrió el cinturón, mientras ella abría el cierre de su

pantalón oscuro. Se los sacó una vez abiertos, y empujó hacia abajo su ropa

interior lo suficiente para que su polla saltara libre. Sin dudarlo, se lanzó

hacia adelante y la envolvió con su boca. Acunó la suave cabeza con su

lengua, lamiendo el semen salado que se le escapaba, rodeando la gran

superficie. Poco a poco, ella lo atrajo más profundo. Y más profundo. Trazó la

dura cresta de su longitud, adorando su olor almizclado mientras se acercaba

a su raíz. Sus rizos cortos le hicieron cosquillas en el labio superior y se echó

hacia atrás, chupando fuerte, haciéndole gemir y unir los dedos sobre su pelo,

mientras ejercía presión sobre su punta y apretaba su lengua en el punto

justo debajo de la cresta.

Mostrando misericordia, se hundió de nuevo en él, tomando todo lo que

pudo, mientras sus caderas se movían en el asiento. Dándole tanto placer

como el que ella sentía también. Separó las piernas mientras se arrodillaba.

CastigadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora