Luchando contra la depresión que la había asolado durante los últimos
días, ______ estaba en su escritorio en la oscuridad parcial con la luz del atardecer iluminando lo suficiente para ver los objetos
personales que pretendía recoger. Mañana por la mañana,
llamaría a personal y se iría. Esta noche, quería recoger sus cosas así no
tendría que regresar después de que Louis lo supiese. La odiaba de todos
modos, así que entendería que no le importase. Probablemente sería un alivio
para él ver que se marchaba, y no quería ver eso en sus ojos.
— ______.
Saltó con el sonido de su voz dura y miró con aire de culpabilidad al
verlo de pie en la puerta de su oficina. Su voz no revelaba nada más que su
mando normal, y las sombras le tapaban la cara. Probablemente mejor. No
quería ver su disgusto o decepción o enojo. Estuvo viviendo con eso en sus
recuerdos los últimos días.
— En mi oficina. Ahora – dijo, y sin esperar a que ella obedeciera, volvió
a entrar y encendió la lámpara de su escritorio.
Ella consideró el negarse. Él ya no era más su amante o su jefe. No
tenía que seguir sus órdenes. ¿Qué haría si se dirigiese hacia la salida?
¿Azotarla? Seguro. Dudaba que eso volviera a suceder alguna vez. No por él. Ni
por cualquier otra persona. Ningún hombre, salvo Louis volvería a hacerle
eso. No lo permitiría de nuevo.
Un profundo suspiro se le escapó. Si quería gritarle, bien. Le dejaría.
Sintiendo como si tuviese un millón de años, se dirigió a su oficina para el fin
del fin.
Él estaba de pie cerca de su escritorio, la mayor parte de su cuerpo,
incluyendo la cara, aún en las sombras. – ¿Dónde has estado?
— Enferma.
Él hizo un pequeño, enfurecido sonido. – No me mientas. No has estado
enferma. ¿Qué estabas haciendo ahora?
— Recogiendo mis cosas – se miró las manos y las metió en los bolsillos
de sus vaqueros y desvió la mirada hacia la oficina exterior. Mirarle todavía le provocaba mariposas en el vientre y la necesidad se construía
en su coño. No importaba lo enojado que estuviese con ella,
su cuerpo todavía reaccionaba a él.
Se quedó en silencio unos momentos. – ¿Por qué?
— Me voy. He dimitido. – En contra de su mejor juicio, levantó la
mirada hacia él y se encontró con que se había acercado al mismo tiempo que
ella le había evitado con esmero.
Él levantó una ceja e inclinó la cabeza. — Eres tú, ¿no? – le preguntó
con un aire divertido.
— Sí.
— Hmm...
Se dio la vuelta, quitándose la corbata que colgaba suelta alrededor de
su cuello y la arrojó sobre el escritorio. Ella se movió para marcharse.
— Sólo estoy aprendiendo – dijo en voz baja. – No fue mi intención
hacerte daño o desobedecer o ser infiel. No hubo sexo. Ni siquiera disfruté de
ello, de hecho, le dije que se detuviera incluso antes de que pasara nada. Pero
pensó que estaba jugando hasta que le grité mi palabra de seguridad. Estar
allí, sabiendo que no eras tú, era sólo... vacío. – ese mismo vacío que la estaba
dominando de nuevo. Necesitaba marcharse de allí antes de que las jodidas
lágrimas empezasen de nuevo. Se mordió el labio, disgustada por su debilidad,
incluso cuando su corazón le dolía.
— Congélate ahí – dijo – No dije que te pudieras ir.
Se negó a mirarle. — No eres mi jefe, o mi amante o lo que fuera que
teníamos.
Como fuera que él lo llamase, ese tiempo juntos había sido maravilloso.
— Mmm – murmuró otra vez – ¿Es así? Bueno, me hace feliz pensar que
soy tu Amo. Tu ‗Señor'. La respuesta a tus fantasías. – Él la envolvió en sus
brazos y después le apretó la cara contra su camisa. La mejilla apoyada contra la parte superior de su cabeza, haciendo que se
sintiese en su capullo de protección, dominio y cuidado. La
abrazó con fuerza, como si nunca la fuese a dejar ir. – Pensar que habíamos
terminado, ahí es donde te equivocas, mi pequeña irresponsable. Tú me
perteneces. No te equivoques, tu corazón, tu alma y todo tu cuerpo son míos.
Incluso este culo. – lo acarició con la mano. – Sobre todo este culo cuando se
trata de un castigo. ¿Entendido? Nadie más lo tocará.
Ella no respondió. No lo entendía. Quería creer, pero él no podía estar
diciendo...
Cuando estuvo en su apartamento, dijo que habían terminado. ¿No
había dicho eso?
— Ahora – dijo él – Quiero que te desnudes, y te arrodilles en la esquina
junto al armario hasta que te diga lo contrario.
Lo miró, todavía confundida por el súbito giro de los acontecimientos.
Sus ojos eran tiernos, el rostro estricto.
— No entiendo.
— Quiero decir que no renuncio a ti. Lo había decidido, antes de que
confesases lo que sucedió en el club, bueno, y ahora quiero golpearle hasta
que sea una masa sanguinolenta por atreverse a tocarte cuando le dijiste que
no, pero esa es otra historia.
— Él se disculpó.
— No me importa. Voy a tratar con él. Más tarde. Ahora, — ordenó, en
voz baja pero con firmeza, no dejando lugar para sus argumentos – desnúdate.
Bordeándola, fue hacia la puerta y la cerró para impedir la posible
interrupción del personal de limpieza, supuso ella. No queriendo decepcionarle
ahora que la había perdonado, se quitó la camiseta mientras se sacaba las
zapatillas deportivas. Abriendo el botón de los pantalones, se sacó los
vaqueros.
— Bragas – gruñó, golpeando su trasero.
vol
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Castigada
FanfictionLa formal ________ Cooper vive la vida del modo correcto, nunca hacía nada demasiado peligroso. Aunque, lo deseara. Una noche, años atrás, su novio le dio algunas palmadas en el trasero, todo parte de un juego sexual, y a ella le encantó. Quería...