Capítulo 22 (Final)

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— Estaba leyendo. Y la nota de recordatorio de El

Calabozo entró. Y pensé, bueno tal vez... tal vez unos azotes,

totalmente nada sexual, podría sacarme del límite de lo que sentía. Que tal vez

pudiera hacerlo y pasar las próximas dos semanas sin ir como una bala

perdida rompiéndome sobre la cabeza inocente de alguien.

Louis no dijo nada. Ella quería mirarle, para ver lo que estaba

pensando, pero no se atrevió.

— No quería nada... sexual. – Susurró – Ni siquiera me di cuenta de que

es la sexualidad unida a ti la que me hace sentir mejor. Empecé a tener dudas

de inmediato, y para cuando llegué, estaba casi enferma. – Aunque él le había

dicho que mantuviese los brazos a los lados, los cruzó sobre su medio,

abrazándose a si misma, como si pudiese mantener los recuerdos alejados. –

Le dije que parase. – Susurró.

— ____ – dijo Louis en voz baja – Ven aquí.

Cuando se levantó y se volvió, lo encontró de pie a unos pasos detrás de

ella. La tomó entre sus brazos y le besó la parte superior de la cabeza. Su

calidez enviando lejos el frío que la historia había empujado a través de ella.

Con suavidad, le acarició con la mano extendida la espalda y la otra tras ella.

La carne sensible picaba con su toque, enviando calor por ella.

— Quiero llevarte a casa y hacerte el amor – le dijo – No puedo esperar

más tiempo.

— Por favor, no. Te necesito.

Para su sorpresa, se dejó caer de rodillas ante ella, sosteniendo una de

sus manos mientras con la otra presionaba sus labios. – ____, mi dulce amor...

Por favor, cásate conmigo. Promete que siempre serás mía. Nunca dejaré que

nadie te haga daño. – sus ojos le imploraron que dijese que si – Te amo.

— Louis... — se quedó sin aliento. Ella cayó también de rodillas y lo

abrazó con fuerza. Le besó en el cuello – He estado tan asustada y vacía sin ti.

— Yo también, cariño – respondió. Cogiendo su barbilla

con la mano, levantó su boca hacia la suya. Mientras la

besaba, movió sus brazos alrededor de su espalda y la tumbó sobre la

alfombra, luego continuaron besándose. Su cuerpo encajado entre los muslos

entreabiertos, sus pantalones rozando la suave piel, su bragueta presionando

sobre su coño. Arqueando sus caderas, ella frotaba su clítoris contra la tela

ligeramente nudosa. Desesperada por sentir su piel, le agarró la camisa y se la

sacó del pantalón. Sus manos se deslizaron por debajo del algodón alisando

su espalda. Ella gimió. Le encantaba lo caliente que estaba su piel, lo poderoso

que se sentía mientras sus músculos se movían bajo su toque.

— Louis – murmuró contra su oído mientras mordisqueaba el lóbulo –

Sé que quieres hacerme el amor, pero realmente necesito que me folles.

Ámame más tarde.

— ____ – gruñó. Se arrodilló de nuevo y abrió los puños. El cuello de su

camisa ya estaba abierto así que tiró de ella sobre su cabeza y la arrojó a un

lado. Juntos, abrieron los pantalones, luego cayó sobre ella, su ancha polla

profundizando en su interior.

— Oh, sí – gritó ella, sus caderas elevándose hasta él – ¡Fuerte, por

favor, fuerte!

Después de estar completamente vacía durante los últimos dos meses,

ser llenada por él la enviaba volando a un plano borroso de placer donde de lo

único de lo que era consciente era de su polla creciendo dentro de ella. Sentía

cada arista, cada pedacito de su cintura, mientras estiraba su tierno canal.

Nunca se había sentido tan plenamente reivindicada como ahora, sabiendo

que sería para siempre suya, propiedad de este poderoso hombre... lo que

acababa de hacerlo todo mejor.

Una mano sujetó su pecho, los dedos retorciendo su pezón. La

sensación de un rayo de fuego se disparó en su pelvis, y se apretó alrededor de

él, gritando en el éxtasis. Fijó su boca sobre la de ella amortiguando sus gritos

mientras la besaba con pasión salvaje. Una y otra vez, atormentó los picos

hasta que ella estuvo frenética bajo él.

De repente, se resistió y se congeló en una escena de

liberación completa, todo su cuerpo se apretó y luego explotó

en una reacción de estremecimiento. Louis empujó un par de veces más antes

de seguirla en su clímax, llenándola con su semen caliente. Su profundo grito

resonó en la oficina. Podría escuchar para siempre el sonido de él encontrando

la dicha. Era tan visceral, tan básico y ella hacía que sucediese.

Su boca presionó en su cuello, sus caderas se movieron poco tiempo

más, y él gruñó su placer.

— ____ – suspiró cuando ambos se calmaron. Su erección todavía estaba

muy dentro de ella, contrayéndose y haciéndola llorar en voz baja por las

suaves reacciones que le provocaba. – Dime, ¿te casarás conmigo?

¿Había realmente que preguntarlo?

—¿Me azotarás a menudo? – preguntó con una sonrisa maliciosa.

Él negó con la cabeza. – Eres tan traviesa. – Respondió con un suspiró

como si lo pensase.

— Creo que te gusto de esa forma – bromeó – Mi pobre trasero. Tan

castigado.

Ella se mordió el labio, y él gimió, mordiéndose a si mismo.

— Probablemente a menudo. Muy a menudo. — confirmó

— Entonces definitivamente sí. Sí, señor. – enroscó sus piernas en

torno a él y se empujó sobre su polla aún dura. Sus ojos se encontraron y

ambos gimieron, y todos los jugueteos cesaron. – Sí, porque te amo, Louis. Mi

señor.

Fin

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2017 ⏰

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