31. Hermana perdida

31 1 0
                                    

["El que busca encuentra".]


Sentí algo húmedo chocando contra mi cara. Me desperté de inmediato y por inercia, lancé lejos lo que tenía encima de mí. Me arrepentí dos segundos después al escuchar a Chester llorando en el suelo. «¡Maldición, el perro!»

—¿Estás bien, amigo?—me levanté para acariciarlo y hacerle saber que había sido un accidente y no era mi intención hacerle daño. Acariciaba su sedoso cabello y le daba besitos en la nariz para no sentirme tan culpable—Ahora soy madre soltera, carajo—rodé mis ojos y bajé a Chester. La puerta de abajo sonaba con desesperación. Miré el reloj y ya eran las 3 de la mañana. «¡Que no sea Hassel! Lo enviaré de regreso» Abrí la puerta y todos mis amigos estaban frente a mí, traían cajas de pizza, helado y botellas de tequila. «¿No es muy temprano para beber?»—¿Qué es esto?—reí contenta. Hace mucho que no hacíamos esas cosas en casa. Y menos a tales horas.

—Las botellas serán tu medicina—Allan me guiñó el ojo y entraron con toda la confianza del mundo a la cocina y guardar todo lo que trajeron.

—Seguro están todos aquí para saber el chisme, idiotas—bromeé, mordí mi pizza y bebí de la misma botella que Sean. «Espero no morir de SIDA en el futuro»

—Bueno, sí. Pero también nos preocupa que vayas a suicidarte, así que...—Lenny rodó sus ojos, metiendo un gran bocado de helado a su boca.

—¿Bromean? Ese idiota ni siquiera es tan importante para quitarme la vida, no vale la pena. Él seguía en contacto con su ex y todavía la ama. ¡Que se suicide su abuela!

Y sí, al final tuve que contarles todo mientras me pasaban más y más tragos para hacerme confesar que sí me importaba y me dolía como una mierda. Y su plan les funcionó, todos terminaron abrazándome porque me puse a llorar recordando cuando me cantó Lady in red frente a todos los invitados y la forma tan salvaje que hicimos el amor esa noche. «Maldito Hassel.» Todavía no terminaba de asimilar lo que había pasado con él, estaba en un término medio de depresión y felicidad. No quería pensarlo tanto porque sería un desastre para todos el verme derrotada por un tipo que me mintió, pero me sentía demasiado mal para fingir que todo estaba bien. Me dolía tanto, me daba tanta rabia saber qué todo fue un maldito engaño, que todo lo que me decía eran puros cuentos baratos, falsos.

Al día siguiente, Nia y yo dormías con placidez en la cama y los chicos en el suelo. Me dolía la cabeza y sentía muchas ganas de vomitar. Eso de despertar con resaca dos días seguidos se me estaba haciendo una costumbre. Corrí al baño para sacar todas mis penurias y el malestar que sentía en mi estómago.

—¿Estás bien?—preguntó Nia con esos ojos de...

—¡Ah, no! ¡No me hagas esos ojos!

—¿Lo has pensado si quiera?

—¿Pensar qué? ¡Por Dios, Nia!—me levanté para lavarme la cara y cepillarme los dientes. Al verme al espeje, me veía terrible. Parecía un zombi. Mis ojeras estaban más marcadas que antes y había adelgazado en las últimas semanas.

—A ver, ¿usaron protección?—hincó mis costillas. Sentí un nudo en mi garganta al recordar que, para mi desgracia, ninguno de los dos se cuidó.

—¡Claro que sí, tonta! Es normal que vomite, me tomé casi tres botellas de tequila. ¿Qué esperas que haga? ¿Cantar canciones de amor?—rodé los ojos, desesperada. Podía ser una posibilidad, pero no le daría la razón.

—Bueno, sólo decía—se encogió de hombros—¿Crees que Shane se dé cuenta?

—¿De qué? ¿De qué coges con Lenny cada vez que puedes? ¡Para nada!

Love Again © I [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora