12. La pre-fiesta

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[Pon tu motor en marcha. Sal a la carretera buscando aventuras en lo que sea que se cruce en nuestro camino. Como el hijo de una verdadera naturaleza; nacido para ser salvaje. Steppenwolf]


Esparcí esos pensamientos tan tontos de mi cabeza y traté de no pensar en cosas que me hicieran perder el equilibrio entre mis sentimientos y lo que realmente importaba en ese momento. Ya había dado el primer paso de admitir que en realidad él sí me gustaba y empezaba a importarme más de lo que debería, pero no debía hacérselo saber.

Esta no era la historia de la chica mala que juraba odiar a los hombres, y al final, resulta que se enamoró de uno que la hace cambiar su forma de ser por amor, claro que no. Esa no era yo y no haría una excepción. El amor es mejor cuando está en otra parte, eso sólo lo venden en novelas con finales perfectos.

—Mírala, hasta se quedó pensativa...—habló Lenn, sacándome de mi trance "anti-amoroso" y retomé mi postura para encararlo. Hassel me veía y pude ver una sonrisa tierna en su rostro, una que me decía "Viólame, soy todo tuyo", aparté mi vista de él y miré amenazante a Lenn.

—¿Qué no hoy es día de fiesta?—pregunté, para desviar el comentario de Lenn y dejar de ser el centro de conversación.

—¡A lo que vamos! Acelera ese pedal, Lia—Allan me pasó una pastilla de color rosa y me guiñó el ojo. «Excelente» Hassel me veía aterrado e incrédulo, mientras me tragaba la pastilla rosa sin contemplación alguna y sin importarme que él estuviera viéndome.

—Bueno, Hassel. Prepara tu cerebro para asimilar lo que estás por ver...—acomodé mis manos sobre el volante y solté una risa macabra.

—¡Ay, no! ¿Ya ves lo que causaste?—Nia le lanzó un manotazo a Allan y este se quejó—¡No quiero morir hoy!

—Cálmate, querida. Tú ya sabes... —acomodé el retrovisor y le regalé una sonrisa a su preocupante rostro lleno de pánico por lo que estaba a punto de hacer. Hassel estaba despavorido sobre el asiento, ni siquiera meneaba un solo músculo de su cuerpo. Le eché un último vistazo y sonreí.

—¡Dale con todo, Lia!—gritó Lenn, mientras alzaba sus manos. Tomé un atajo para salir del tráfico de la ciudad y entramos a una calle de terracería. «Ahora sí se viene lo bueno.» Me sentía demasiado ansiosa por hacer lo que siempre hacía con los chicos, tenía muchas ganas de divertirme y nadie podría impedirlo, ni siquiera él, que me veía con esos ojitos llenos de pánico. Pisé el pedal hasta el fondo, en seco, sin pensarlo, coloqué la velocidad en cuarta. Sólo pude escuchar los gritos dramáticos de Nia y los gritos llenos de adrenalina de los chicos, mientras que Hassel se ponía el cinturón de seguridad y se sostenía del asiento con fuerza y su rostro que cada vez se ponía más pálido. No podía ver nada más que polvo, gracias a la terracería, y sentir toda la adrenalina posible corriendo por mis venas.

—¡No puedo ver nada!—grité como loca para asustar a los demás y lo que recibí fueron sus gritos llenos de pavor. Frené poco a poco al ver que un auto venía detrás de mí a toda velocidad, y sí, mi lado competitivo salió a flote y lo tomé como un maldito reto de muerte.  Sean gritaba a su manera, lo miré por el retrovisor y este empuñaba sus ojos mientras se aferraba al cuerpo de Allan.

—¡Oye!—escuché la voz del tipo que venía atrás y lo reconocí al instante—¿Qué te parece una carrerita para empezar con la fiesta desde temprano, eh?

—¡Reto aceptado!—volvió a subir la ventana y escuché el motor de su auto sonar tan fuerte que sentí miedo de que explotara junto a nosotros y terminar calcinados. Mi auto a comparación del suyo era una miserable rata, pero mi espíritu de competencia era más fuerte y no podía dejar que me humillara de esa forma y menos delante de mis amigos. Pisé el acelerador de nuevo, repitiendo el mismo procedimiento de hace unos minutos y dejé a Charlie muy por detrás de mí, presumiéndole al polvo y los árboles el ruido estruendoso de su motor. De nuevo pude ver el polvo levantándose y tapando la vista del camino. Hassel estaba sudando, pálido y con ganas de cagarse encima. Escuché el motor de Charlie acercándose a mí y seguía acelerando todo lo que podía, e incluso pude sentir por unos segundos que el auto se levantaba del suelo y se elevaba un poco en el aire gracias a las piedras que estorbaban.

Love Again © I [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora