Traté de tranquilizarme y no pensar tanto en lo que estaba pasando allá afuera. Encendí mi nuevo teléfono y configuré todo bastante rápido, guardé el número de Nia y mamá, enviándoles un mensaje. Guardé el número de Hassel y lo oculté, quizá algún día lo necesitaría. Mamá y Nia enviaron un mensaje de vuelta y me sentí más relajada. Liam estaba serio, viendo hacia enfrente mientras uno de sus brazos se recargaba sobre la ventana y manejaba con el otro. «A pesar de ser un idiota sigue siendo guapo y sexi» Sonreí para mí misma, viendo hacia afuera. La calle estaba vacía y todo parecía tan solitario. Agradecí eternamente el silencio de Liam, fue paz para mis oídos no escucharlo hablar de lo mismo.
—Perdón que siempre he hablado sobre mí. Cuéntame, seguramente ya estás en tu primer año de universidad...—volteó a verme después de una eternidad. Fingí una sonrisa, no podía decirle a Liam que era una tonta sin estudios, que fui expulsada en la secundaria por mis tonterías y que nunca podría tener un trabajo, que vivía de mantenida con mi madre y esperaba con ansias la muerte de Benjamin para reclamar mi parte de la herencia y vivir con eso toda la vida. «Qué mediocre, pero es lo que es, la maldita realidad. Nunca le sacaré provecho a mi vida».
—Liam, fui expulsada en la secundaria y no podré estudiar más...—respondí decepcionada de mí misma. Liam estaba estudiando una Maestría en leyes a tan corta edad y yo, nada. Él hizo una mueca de asombro que escondió al instante con una sonrisa incómoda.
—¿Cómo? ¿Por qué? Pensé que estudiarías Psicología como habías planeado. ¿Qué pasó?—«Estás haciendo muchas preguntas, idiota» A Hassel no le importaba ese pequeñito defecto de mí.
—Es una larga historia, algún día tendremos tiempo para eso...—«Sí, como no. Sigue esperando tu turno en la larga fila de cosas que nunca te contaré»
—Me parece bien. Mira, hemos llegado—frenó el auto frente a una enorme casa bastante lujosa. El patio estaba lleno de autos de lujo y algunos deportivos como el de Liam. Salí del auto antes que él me abriera la puerta y caminamos tomados de la mano hacia la entrada principal, todo parecía elegante por fuera. Liam ingresó la contraseña con facilidad y entramos. Había mucha gente elegante vestidos con trajes de diseñador, meseros con copas de vino y champagne, la comida tipo buffet. Había todo tipo de comida que no fui capaz de reconocer. Mi vida estaba basada en mis comidas de huevos revueltos y hotcakes para el desayuno, a veces me saltaba el almuerzo y para la cena algo de comida rápida como Pizza, alitas y hamburguesas. No quería ni imaginar lo dañado que estaba mi hígado. Todo parecía de mármol dentro de la casa, los muebles eran de pieles, una enorme TV en la sala tipo cine, un minibar con todo tipo de bebidas preparadas, DJ, chefs, animadores, luces y música clásica que en mi vida había escuchado. «¿Qué mierda es esto?»
Liam no soltó mi mano y subimos unas escaleras, él saludaba a todo mundo con mucha confianza. Llegamos a la habitación que supuse que era de su madre, y sí, ahí estaba la Señora Charlotte Pierce, dueña de la joyería más importante de la ciudad y su esposo; Louis Pierce, dueño de su propio despacho de abogados. «Años sin verte» Ella sonrió muy contenta al verme, me estudió de pies a cabeza, buscándome algún defecto en mi vestuario o alguna imperfección en mi rostro. Pero no la encontró, «Mis peores defectos están muy escondidos dentro de mí»
—Qué gusto verte, pequeña Lia— rompió el hielo y con mucha confianza me abrazó y besó mi mejilla. Recordé todas las veces que trató de humillarme porque mi padre me había abandonado, porque me veía tan poca cosa, porque no pertenecía a su circulo social, hasta que se enteró de la existencia de Benjamin y el rol que jugaba en mi vida. Desde ese día cambió su trato hacia mí y dejó de verme como una marginada sin padre.
—El gusto es mío, Charlotte— devolví sus besos, sintiendo asco por dentro, pero el olor de su perfume borró mis ganas de vomitarle encima.
—Mira cuánto has crecido, Lia. Ya eres toda una mujer—sonrió y abrazó a su hijo, sintiéndose orgullosa de él. El señor Louis seguía retocándose frente al espejo.
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Love Again © I [EDITANDO]
Teen Fiction-"Los sabios dicen que sólo los tontos se apresuran, pero yo no puedo evitar enamorarme de ti"-cantó la estrofa de la canción, viéndome a los ojos y mientras bailábamos al ritmo lento de la música. -"¿Me quedo? ¿Sería un pecado si no puedo evita...