Capítulo 2

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Al otro día fuimos un poco más amigos.


Como ya dije antes, hacía muchos años que no tenía un amigo, pero también es verdad que nunca había tenido alguno así.

Mis anteriores amigos a veces lastimaban más que un enemigo debido al egoísmo, la falta de comprensión e interés hacia mí. Por eso debí construir una puerta cerrada con mil trabas y fuertes rejas delante de mí y atrás de las personas que pretendían ser mis amigos.

A ellos esa idea no les gustó para nada, pero prefiero un enemigo antes que un amigo por un corto tiempo.

Pero Simón no era igual. Ambos teníamos mucho que aprender y aprender solo es mucho más difícil y triste. Nos entendíamos y nos aceptábamos (Antes solamente aceptábamos. Pero con el tiempo me di cuenta de que no se puede aceptar sin antes entender: uno puede juzgar algo, es decir si está bien o está mal. Si está bien todo es perfecto. Si está mal existen dos caminos: respetar o aceptar. Pero para llegar a esta decisión primero hay que decidir si ese "algo" está bien o mal. ¿Cómo se logra esto último sin entender?)

Él tenía su mundo y yo el mío, pero, a pesar de eso, girábamos juntos.

Una noche Simón estaba sentado en la cama mientras yo escribía poesías al lado de la estufa, quién liberaba una luz cálida.

Estaba llorando.

- ¿Qué te ocurre Simón?

- Otra vez ese miedo a que nada de lo que hagamos será suficiente para conseguir lo que tanto anhelamos...

- Simón, ¿no cree que ya es hora de empezar? Mira a tu alrededor ¿vez realmente a las demás personas realmente felices? ¿crees que el mundo funciona bien? ¿qué la gente va por buen camino? ¿qué lograrán ser felices de veras y no conformándose? ¿Crees que está bien que hagan lo que hacen y se pierdan de la verdadera esencia?...

- No

- ¿Entonces qué haces sentado callándote? ¿Te estas comportando como los demás o como tú quieres?

- Es que no soy tan capaz de organizar estas ideas como tú. Te envidio por escribir semejantes cosas, pero yo no puedo hacerlo...

- El simple hecho de que sepas que hay cosas que no andan bien ya te da el "don del primer paso", Simón. Preguntarte como aprovechar ese don te dará la dirección y el sentido del camino.

Afuera ya era de día otra vez.

- ¿Ves Simón?, que afuera este claro no depende de algo tan enorme como la rotación del planeta, del lugar, ¡ni siquiera del tiempo!, puedes resumir todo esto en un simple abrir y cerrar de ojos... No necesitas escribir poesías para aprovechar tu don, pero tampoco dejes de creer que ellas si pueden cambiar el rumbo de lo equivocado. ¿Sabes lo importante que tienes que ser para que una persona con hielo en vez de sangre te llame AMIGO? Y créeme Simón, que un amigo no es quién te da un arma sino quién le quita las balas... ¿lo comprendes?

Él lloraba despacio. Su llanto desafiaba sus fuerzas.

- Claro que lo comprendo, pero aunque tus ojos no dejen caer ni una sola lágrima, me alcanza con escucharte hablar para comenzar a dudar a cerca de tu frío en las venas y el corazón.

¿Por qué tenía que dejarme así? Tan indefenso, sin nada que decir.

Me gustaba su forma de contestarme: me hacía pensar y aprender. ¡Qué bueno es aprender de alguien que quiere que le enseñes!, ¡Qué importante para el mundo! Hay tanto que aprender.... hay tanto que aprender de los que creen que no saben nada... hay tanto que aprender de los que la gente llama idiotas, ignorantes y analfabetos... así como ellos de nosotros.

Al levantar mi vista Simón otra vez estaba dormido.

Ahorasonreía entre lágrimas que aún no se habían secado.

La princesa del poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora