Capítulo 18

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Lo más interesante y fugaz que decidí hacer es correr. Correr por la vida, por las calles, sin rumbo, sin sentido. Sin aire. Simplemente huir lejos. Lo más lejos posible... de mí.

Dejar pasar el tiempo pretendiendo que me quite a la princesa de mi cabeza. ¡Qué inteligente manera de ser un idiota...!

Lo sabía, era un cobarde, tenía miedo y estaba descontrolado en mí. Lo sabía. Lo sabía. ¿Cómo podía no interesarme? Malditas seas poeta.

¿La amas? ¿Qué hay entonces en arriesgarse?

Odio. Odio hacia mí. ¿Y tu amor? ¿Y el mundo? ¿Y tú?

Si no soy esto, ¿qué soy?

Mi cabeza me hablaba hasta aturdirme... en completo silencio a mí alrededor.

¿Cómo se calla este maldito silencio, si ya está callado? Por favor, déjame en paz.

Basta de pensar en ella.

Basta.

Por favor.

El camino me alejaba de mi vida. Cada vez corría con más bronca.

Ailen...

"Sigue corriendo y llegaras a donde nunca imaginaste", pensaba.

"La distancia nos separa. Lo que se separa tal vez nunca vuelva a unirse. Las cicatrices de mis venas no harán venas nuevas."

¡¿Hasta cuándo?!

Llegué a mi casa masticando rabia. Con reproches y mentiras en mi cabeza pretendiendo ser sabias respuestas.

Malditas seas poeta. Maldito sea yo.

- No debes imaginarte el futuro

- No puedo evitarlo Simón...

- Te comprendo. Pero tú me enseñaste a no tener miedo, y aprendí de ti como si tuviera al mejor de los maestros. ¿Por qué no aprendes de ti?

- No lo sé...

- ¿Qué te ha ocurrido? Nada pasa porque sí.

- Un sueño...

- Soñé anoche con alguien a quien yo cree para no lastimarme.

- Imposible.

- Es verdad Simón, me llenó de miedo.

- Es imposible.

- Y me dijo que había vuelto para protegerme.

- ¡No te dejes engañar!, conozco tu historia, conozco a esa persona que creaste y nunca podría decirte lo que te dijo...

- ¿Por qué no?

- Porque él no quiere verte sufrir.

- Eso dijo...

- ¿Entonces que hace que no aparece? ¿Acaso no estas sufriendo?

Lo pensé por un momento.

- Simón, creo que lo mejor será que desaparezca por un par de semanas. Me iré de este lugar.

- No es lo más conveniente, piensa en la princesa....

- Ella es fuerte...

- ¿La amas?

- Me odio.

- Pero al odio no se lo vence con odio, sino con amor.

- Ya lo sé Simón, pero no puedo hacer nada en contra de mí.

- Escaparte no es algo. Lo complicarás.

- No puedo.

- ¿Cómo puedes escuchar a ese personaje, si no puedes escucharme a mí? Por favor, no vallas. Por una vez, confía en mí, complicarás las cosas... Lo SÉ.

- Lo siento Simón, me iré por unas semanas...

- Déjame al menos acompañarte para así intentar convencerte de que vuelvas...

- No Simón... por favor... déjame...

- ...¿Huir?

- ¡Por favor Simón! Tiempo, necesito tiempo, nada más...

- El tiempo es un arma de doble filo...

- Aquí tienes la dirección de la casa dónde voy a estar... puedes escribirme si lo deseas... pero no vallas.

- Sufrirás más ocultando el dolor, estirando la agonía no se cura... mejor morir antes que agonizar sin sentido...

- No quiero morir.

- Pero estas agonizando sin sentido. Tampoco te curaras.

- Me voy...

- Adiós.

- Adiós.

Y me fui. Lejos. A buscar nuevamente mi vida... justamente la que estaba dejando allí.


La princesa del poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora