Pasaron algunos días en los que solamente dormía de día ya que por las noches cuidaba de los sueños de la princesa.
Pasaron algunos días hasta que me sentí más débil que un centímetro separando una caricia.
Realmente era increíble creer lo fácil que era entrar al castillo, a su habitación. Sólo unos cuantos metros bajo tierra y ya estaba en la estufa del cuarto... y junto a ella.
Aquel día dejé pasar un par de minutos y la princesa desprendió una lágrima, como hacía todas las noches mientras dormía.
Esta vez no logré contenerme. Me olvide del miedo, del rechazo, de la muerte... y la acaricie, tan suavemente, tan lentamente que solamente una princesa podría notarlo, solamente su piel.
Tal vez alguien quien nunca haya tenido una caricia también lo hubiese hecho.
Se despertó de inmediato y sonrió.
Al verme comenzó a los gritos.
- Princesa, por favor... no tengas miedo...
- ¡¡AUXILIO!!
- Princesa, por favor, sé que no se acuerda de mí, soy el poeta que la encontró en el viejo bar del otro lado del reino...
- ¡¡AUXILIO!! ¡¡ALGUIEN AYÚDEME!!... ¿usted?, ¿otra vez?
Los guardias no tardarían ni siquiera un segundo más en venir.
- Si, venía solamente a cuidar sus sueños y no pude evitar quitarle una lágrima... ahora ya es tarde...lamento molestarla... pagare con mi vida cuando los soldados lleguen... no me arrepiento.
Al terminar de hablar una multitud de soldados entraron a la habitación y me encadenaron.
La princesa estaba en los brazos de una extraña dama, mirando cómo me golpeaban...
- ¡¡¡SUELTENLO!!!... ¡ustedes no entienden!
- Pero princesa, oímos sus gritos...
Un soldado vestido de otra forma se dirigió a ella, mientras los que me tenían apresado no cumplían con la petición de la princesa.
- No importan mis gritos, fue solamente un pequeño susto. ¡¡Suéltenlo he dicho!!
- Este hombre irá a la horca, princesa. Son órdenes de su padre. Ningún extraño puede entrar al castillo sin su consentimiento... pero... ¿cómo es que entró?
- Es mi invitado.
- ¿A estas horas?
- Encuentre un reloj en la habitación y demuéstreme que es tarde.
- Princesa, usted sabe que es tarde.
- No para mí.
- Llamaré al Rey, él sabrá que hacer.
- No es necesario, ya he dicho que este hombre es mi invitado.
- ¿Su padre lo sabe?
- No
- Entonces irá a la orca.
- Si este hombre va a la horca, prometo hacerle pagar a usted la injusticia real.
El soldado miró a la princesa con despreció y luego movió su cabeza hasta clavar su mirada en mis ojos (vi su bronca).
- ¡Soldados, lleven a este hombre al calabozo y llamen al Rey!, él debe saber de todo esto...
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La princesa del poeta
RomanceCuenta una leyenda que hace siglos, un grupo de sabios se reunió para encontrar la definición perfecta para la palabra amor. Luego de años de búsqueda, todos llegaron a una sencilla conclusión: El AMOR es el AMOR. -*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*- - Esta es u...