Capítulo 19

43 7 0
                                    


Pasaron los días. Simón no paraba de escribirme, rogándome que vuelva.

Cada día que no veía la princesa era más largo.

El sol jugaba a su favor y las noches me hablaban de ella hasta tal punto de no dejarme dormir.

¿La estaba amando más o menos?

Alejándome de ella, ¿estaba logrando olvidarla o lastimarnos más?

Fueron dos las semanas sin verlas y me costaba menos soportar cada día.

Pensé en mí. En el mundo.

El libro estaba casi terminado. Sólo faltaban las correcciones finales y listo... el rey me mataría hablando...

Supongo que también ella sufriría al verme muerto si me ama... Tan mal no estaba haciendo en alejarme.

Una noche recibí esta nota de Simón:

"Poeta: la princesa se casará con un caballero en unos días.

Vuelva o será tarde para usted...

Simón"

La noche se apagó del todo al leerla.

Tomé mis cosas y mi odio cayó, otra vez, peleando contra el amor.

No más preguntas inútiles, ahora sabía que la amaba. La amaba como el sol al día, como la luna a las estrellas, como los barcos al mar, como el misterio a la muerte...

Sonreí por ese amor.

Pero recordé lo que la nota decía y pensé en que era imposible. Agradecía Simón el haberme hecho esta nota para hacerme dar cuenta de todo mi amor.

Reconozco que creí lo que la nota decía, por eso fue que me di cuenta de cuánto amaba a Ailén.

Pero...

¡No!

¿Cómo iba a enamorarse de otro hombre si me amaba tanto como yo?...

Al llegar toda la gente esperaba con ansias la ceremonia...

Yo buscaba a la muerte.

Simón había dicho la verdad.

Perdería a la princesa...para siempre... por miedo.

Estaba comenzando a enterrarme en plena vida.

No sentía mi corazón, pero aún no era totalmente consiente de lo que estaba ocurriendo.

- Te lo he dicho, poeta

- Simón, dime por favor cómo hago para seguir.

- Pelea.

- ¿Contra quién? ¿contra el amor de la princesa?

- No, pelea por ti, haz lo que sientas.

- Ella tal vez sea feliz.

- Ese "tal vez" nunca te conformó. ¿por qué habría de conformarte ahora?

- Porque ya es tarde.

- ¡No!, cuando te fuiste también pensabas que era tarde y mira las consecuencias... PELEA.

- ¿Por quién?

- Por vos.

Pensé, en ese momento, lo estúpido que era en realidad, ¿Por qué había necesitado que Simón me diga lo que debía haber sabido siempre?

- La princesa mandó esta nota para ti... para cuando regreses.

- No puedo leerla...

- ¿Tienes miedo a que te haga llorar?

- Simón, por favor, no me compliques con tus preguntas...

- ¿Es que no te has cansado todavía de tener miedo?

- Sí...

- Entonces léela.

Aguanté un minuto quieto, no más de un minuto, puedo asegurarlo; hasta que tomé la nota y salí corriendo de la casa... otra vez. ¡Es horrible ser consciente de que correr hacia ningún lado es la única salida que se nos presenta!

Tomé la nota, una vez lejos y cansado de andar, e intente abrirla, pero no pude: me falto valor.

Mejor terminar con esto de una buena vez. Tal vez luego de leerla decidiera suicidarme, arrojarme al río que pasaba tembloroso junto a mí, a no más de un par de metros de la piedra dónde estaba sentado. El libro ya estaba terminado y si el rey iba a matarme de todas formas, ¿por qué no ser yo quien decidiera libremente dejar de vivir?

En el fondo sabía la estupidez de mis pensamientos. Pero buscaba una justificación.

Abrí la nota y leí:

"¿a dónde va el amor cuando dos corazones ya no se aman? Y eso que amar es para siempre, sólo el querer es hasta el olvido.

Quizás el amor se evapora, o sólo se oculta en lo más profundo de nuestro corazón, para luego salir y hacernos sufrir.

Cuántas veces llegamos a odiar al amor y cuántas veces ansiamos el olvido, cuando al final deseamos seguir amando hasta el fin y no olvidar jamás...

Sólo quedan recuerdos imposibles de olvidar.

Recuerdos que ya se fueron, pero que todavía nos hacen sufrir.

Recuerdos de los cuales te querés aferrar, pero no existen más y jamás y nunca volverán..."

Por primera vez, lloré.


La princesa del poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora