Capítulo 13

44 6 0
                                    



Puedo aprovechar este capítulo para decirles que por primera vez en esta historia, tras ese suceso, el nuestro, sentí que la gente pobre tal vez era feliz siendo pobre. Y que ese era su principal error. Se conformaron.

Me miré a mí, pensaba en cuanta importancia tendría ahora el sufrir hambre si tenía en mi mano, la mano de Ailén.

¿Cómo podría estar agradeciéndole a Dios el sentirme tan bien, ser tan feliz si no tenía nada?

Ni dinero, ni casa propia, ni familia, ni comida suficiente.

Nada.

Por primera vez sentí que la gente pobre no necesitaba oro, sino amor.

Pero esta historia no termine aquí. Tal vez sea aquí donde comience...

¿Mis ideas de salvar al mundo? Seguía transformándose en páginas fuertes, con más amor que nunca.

- Te amo, princesa

- Te amo, poeta.

Un minuto de silencio:

- Ailén, haz vuelto a dejarme sin poesías...

Ella se echó a reír. ¡Cuánto la amaba!

- Si pudiera tan solo encontrar las palabras justas, estoy seguro...- miré al cielo – estoy seguro que hasta podría hacerte llorar de emoción. Si pudiera solamente encontrar un verso más perfecto que tus ojos, más alucinante que tu sonrisa y más encantador aún que tus silencios; no me sentiría tan poco poeta.... ¡Explícame, princesa! ¿cómo hace un poeta para demostrar su amor si lo acabas de dejar sin poesías?... me siento un inútil.

Al volver mi mirada hacia ella vi otra vez esas lágrimas de plata, precisamente de emoción.

- Nunca me había sentido tan amada.

- ¿En serio?

- Muy en serio. Gracias también, por enseñarme a amar.

- ¿Yo te enseñé a amar?

- Si, ¿será porque te amo?

- ¿Será porque queremos vivir o morir juntos y no estar separados?

Pocas palabras para este diálogo que repetíamos una y otra vez.

Nunca se había sentido tan amada...

Yo le había enseñado a amar...

A lo lejos el sol se ocultaba.

- Deberíamos regresar al castillo.

- Tu padre me matará si se entera de que te besé...

Ella otra vez sonrió.

- No te rías, princesa –bromee- ¿cómo sigue todo esto?

- Tú sigue escribiendo mi poema y así nos seguiremos viendo. Ni siquiera tendremos que escondernos.

Volvió a reír.

Recién en ese momento me di cuenta de que no todo era perfecto. Todo sería complicado.

Nada de miedo.

Podrán ustedes cuestionarme por qué aclaro tantas veces cuando no tengo miedo. La respuesta es simple: con el paso de los años en mi vida, me di cuenta que la gente vive negándose sueños por miedos ¿Miedos? ¿A qué? A lastimarse. Pero, ¿saben qué? ... no hay peor herida que la que causa ese miedo. Es como herirse sin pelear, sin poder defenderse.

El miedo lastima. También el miedo a lastimarse.

Nada de miedo.

Acompañé a Ailen hasta el castillo y le prometí volver al día siguiente.

En el camino recordé cuando escribía con odio, y me odié.

¿Tan sólo una sonrisa para que mi mundo cambiara? ¿Será que el cambio es tan fácil y tan sencillo, que no nos damos cuenta de él hasta que nos cansamos de lo imposible, lo inexplicable, y hasta lo difícil? ¿O solamente cuando todo eso nos vence?

Al llegar a casa simón estaba preocupado.

No oí sus preguntas ni sus reclamos. Ya las conocía.

- Simón; ¡El amor de veras existe!- le grité

Al contarle lo ocurrido, mi amigo se puso casi tan feliz como yo.

Me sentíael hombre más afortunado del mundo... y era pobre.

La princesa del poetaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora