Capítulo 2: Mi vecina.

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Narra Malú

Va a empezar la última clase del día, al fin, cuando veo a Ariadna acercarse a mí.

—Hola, Malú.

—Hola, Ari. ¿Pasa algo?

—Pues verás... —se acerca a mi oído, para que solo lo escuche yo.

—Está bien.

Narra Vanesa

Después de terminar las clases, voy sola hacia mi casa y veo como Malú se posiciona a mi lado.

—Hola —dice con una sonrisa.

Ruedo los ojos.

—¿Qué quieres, Malú? —digo al ver que vamos hacia el mismo sitio.

—Oye, que yo voy hacia mi casa y solo quería conversación. No hace falta que estés a la defensiva.

—¿Y tiene que ser conmigo?

—No hay nadie más aquí —miro a los lados y es cierto, estamos solas.

—Está bien. Supongo que te tendré que aguantar un rato.

De reojo veo como sonríe.

—Oye, todavía no me sé tu nombre y tú ya te sabes el mío, no es justo —me río cuando hace la típica voz de una niña pequeña que quiere algo.

—Vanesa. Me llamo Vanesa.

—Me gusta el nombre —sonríe—. ¿Y de dónde eres?

—Málaga —sonrío al recordar mi tierra.

—Me encanta Málaga, bueno, Andalucía entera me encanta. Tengo una casa en Algeciras y voy siempre en verano —sonríe.

—No es por ofender, pero Málaga es mejor que Algeciras —me río al ver su cara.

—Algeciras es mejor que Málaga.

—Sabes de sobra que Málaga es mejor, pero me quieres llevar la contraria —se ríe.

—Bueno... Vamos a dejarlo en que los dos son magníficos lugares.

—Está bien —sonrío y ella también.

Pasamos unos minutos en silencio y decido romper este silencio un tanto incómodo que se ha creado.

—¿Tienes hermanos?

—Sí, tengo uno y mucho es —nos reímos—, ¿y tú?

—Yo tengo dos, y estoy de acuerdo contigo, mucho es —volvemos a reír.

Sin darnos cuenta, hemos llegado ya a la puerta de mi casa.

—Adiós, Malú —me despido de ella.

—Chao, Vane —deposita un corto beso en mi mejilla y tras guiñarme un ojo al ver que me sonrojo, se va.

Entro a mi casa y después de comer subo a mi cuarto y me acerco a la ventana. Desde aquí puedo ver la habitación de Malú, que ahora mismo está vacía.

Malú mi vecina... ¿Quién lo diría?

Me doy la vuelta y busco mi guitarra por la habitación. ¿Dónde la dejé ayer?
Cuando la encuentro, me siento en la silla del escritorio y empiezo a tocar acordes sueltos. Dejo que mis manos toquen y acaricien las cuerdas, formando una suave melodía.
Acabo tocando Pasos de cero, de Pablo Alborán,a la par que acompaño a la melodía con mi voz. Termino de tocarla y sonrío, recordando a Inma.

Inma... ¿Qué estará haciendo ahora? Abro la ventana y respiro el aire fresco que entra.

Suspiro y me levanto, caminando hacia la cama, donde me tumbo junto a mi móvil.

Entro en WhatsApp y busco su contacto. Miro su foto de perfil y sonrío, es inevitable no sonreír. No la ha cambiado...

Aún recuerdo ese momento como si hubiese sido ayer

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Aún recuerdo ese momento como si hubiese sido ayer. Fue hace dos años.
Ella y yo juntas en la playa, disfrutando del sol, yo tumbada y ella sentada mirándome. Reconozco que cuando Pastora me enseñó la fotografía, me enfadé un poco con ella, pero lo cierto es que la foto me encantó, y le pedí que me la pasase.
Cuando se la enseñé a Inma, me dijo que le encantaba la foto, aunque Pastora nos hizo más, de todas las que nos hizo, aquella era su favorita. Nuestra favorita...

Sonrío nuevamente y veo como Camila me llama.

—Dime, Mila.

—¿Vienes o voy a por ti?

—Ven tú, que no me quiero perder —nos reímos.

—Está bien, en cinco minutos estoy allí. Chao, Vane.

—Hasta ahora.

Me levanto de un salto y voy al cuarto de baño para peinarme. Me hago una coleta y bajo las escaleras justo cuando suena el timbre. Me sorprendo por la puntualidad de Camila, porque según las chicas, no suele ser muy puntual.

Pero me sorprendo cuando veo que no es Camila la que está detrás de la puerta.

Valú:¿Enemigas? [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora