Capítulo 13: La piedra.

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Bostezo mientras bebo un poco de café concentrada en la película que había en la televisión.

Me río al recordar la famosa frase de Estela en La que se avecina: «¿Café? ¿Por la noche?». Es algo extraño porque a mí siempre me ha encantado una buena taza de café sea la hora que sea.

Y bueno, no hay nada mejor que pasar un sábado por la tarde sola en tu casa viendo una película.

Se nota la ironía, ¿verdad?

Camila ha quedado con Lauren y Natalia dice que no puede. Y bueno, las demás dijeron algo parecido. Y no pensaba decirle nada a Malú.

Miro mi móvil, son las ocho la tarde. Apago la televisión y subo a mi cuarto para cambiarme y salir un rato.

Ya es diciembre y el frío empieza a notarse, pero a mí nunca me molestó algo de frío.

Ya cambiada y peinada, cojo mis auriculares y mi móvil y salgo a hacer algo de ejercicio.

Yo con mi música soy imparable, es algo que difícilmente podría explicar, pero siento que la música es parte de mí. Sí, suena raro, pero es así.

Llego a un pequeño sitio que se podría decir que es como un bosque pero en pequeño. Está algo lejos de mi casa pero desde que lo descubrí un par de días después de llegar a Madrid por primera vez me encantó. Era mi primer viaje a Madrid y solo nos quedaríamos una semana, pero desde aquel momento me prometí volver. Tenía 12 años y era una niña muy curiosa. Demasiado, diría yo.

Flashback

—¡Mamá, ahora vengo! —le dije a mí madre mientras cogía las llaves de la casa.

—¡No tardes y ten cuidado!

—¡Sí, mamá!

Me fui a andar un rato por las calles de Madrid, queriendo descubrir cada uno de los misterios que escondía cada calle.

De pronto vi algo que me llamó la atención. Era un perro que cojeaba y de su pata izquierda trasera se veía una rsja con sangre.

—¿Estás bien? —le dije al perro mientras me acercaba y tocaba suavemente su pata herida.

Soltó un pequeño grito de dolor y decidí llevarlo a algún sitio donde podría curarlo. Lo cogí y empecé a andar sin saber hacia donde iba, hasta que me encontré con un camino que llegaba a un pequeño bosque. Me adentré en él y busqué algo que me pudiese servir para hacer que el perro no cojeara. Por suerte sabía algo de medicina aunque solo lo básico. Dejé al pequeño perro en una improvisada "cama" echa de hojas y arranqué un trozo de mi camiseta. Como pude le hice un vendaje que podría servir para que no se hiciese más daño temporalmente.

—No te muevas, voy a buscar agua, ¿si?

Le acaricié la cabeza sonriendo y me levanté para buscar algo de agua.

Seguí mi instinto, y me llevó hacia una pequeña cabaña. Me armé de valor y me acerqué.

—¿Hola? —dije en voz alta cruzando mis dedos.

—¿Quién eres? —escuché una voz dulce hablar a mis espaldas.

Me giré y vi a una chica más o menos de mi edad, con unos ojos marrones impresionantes y un cabello castaño muy largo.

—Solo estoy buscando agua para un perro que está herido, no he venido a robar ni nada de eso.

Vi como la cara le cambió y corriendo entró a la cabaña mientras me decía:

—¡Ven!

La seguí y me dio un plato hondo con agua.

—Dime dónde está y voy contigo.

Valú:¿Enemigas? [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora