Valú:¿Enemigas? [PAUSADA]

Capítulo 16: La verdad.

Miro la escena y aunque no comento nada, sé que Vanesa y yo tenemos que hablar de esto luego.

Nos pasamos un rato más jugando con Danka hasta que decidimos irnos para hablar y porque va a ser la hora de comer ya.

-¿Comemos juntas y hablamos? -le digo a Vanesa.

Ella asiente sin decir nada ni mirarme.

-Nos vamos, Eli. Espero verte pronto.

Me acerco para darle un abrazo, y antes de que me separe de ella me dice:

-No la pierdas, es una buena chica.

Le doy un leve golpe en el hombro y nos reímos.

Vanesa se despide de Eli con dos besos y juntas nos vamos a mi casa para comer.

-¿Te apetecen unos espaguetis? -le pregunto desde la cocina.

-Me encantan -dice entrando a la cocina.

-Vale, ¿puedes poner la mesa mientras los hago?

Ella asiente y cuando termino de hacer los espaguetis los pongo en dos platos y los pongo en la mesa.

-Por la pinta tienen que estar muy buenos.

-Gracias -respondo sonriendo tímidamente.

Comemos en silencio y cuando terminamos recogemos entre las dos.

-Estaban muy ricos, vas a tener que invitarme a comer más veces, ¿no? -me dice riéndose y después de eso me guiña un ojo.

-De eso nada -niego con la cabeza- A la próxima cocinas tú -le digo riendo.

-Será incluso mejor que lo tuyo.

Nos reímos.

-¿Sí?¿Vas a cocinar un trozo de cielo o qué? -nos reímos.

-Tonta.

Nos miramos y sin quererlo me muerdo el labio.

-Tenemos que hablar, ¿verdad? -me dice mirando hacia el suelo.

-Es lo mejor, ¿no?

-Sí, tenemos que aclararlo.

Suspiro.

-¿Eras tú? -le pregunto directa.

-¿Quién?

-No te hagas la tonta. ¿Eres tú la chica con la que curé a Danka?

-Sí... Eso creo -se toca el pelo.

-¿Crees?

-Sí... No... No lo sé, esto es muy rápido todo.

-Vayamos a lo fácil.

Me mira extrañada.

-Esperame aquí -asiente.

Subo a mi habitación y, después de coger mi parte de la piedra, vuelvo a bajar y me siento de nuevo al lado de Vanesa. Nos miramos en silencio.

-Vane... -me mira y le enseño mi parte de la piedra- ¿Eres tú la persona que tiene la otra parte?

Ella mira la piedra y sin contestarme me coge de la mano y me lleva hasta su casa, específicamente hasta su cuarto.

-Si no me equivoco, estaba... -dice abriendo un cajón- ...¡Aquí!

Se sienta en la cama y me siento a su lado.

Levanto mi parte de la piedra y veo como ella levanta la suya después de mirar la mía nuevamente. Juntamos las dos partes y la miro a los ojos.

-Todo este tiempo buscándote... -digo.

-Y eras tú -completamos a la vez.

-Quién lo diría... -me dice.

-Yo me alegro... Me alegro de que fueras tú la primera persona de la que me enamoré -le digo.

-¿En serio? ¿Te... Te enamoraste de mí?

Asiento con la cabeza.

-Estuve día y noche pensando en ti... Volvía a la cabaña de vez en cuando, y luego busqué a Danka hasta que la encontré.

-Yo también pensaba en ti desde Málaga... Por eso volví a Madrid, por ti, para buscarte.

La miro sonriendo.

-Yo... Yo también me enamoré de ti. Desde el momento en el que tu mano y la mía se tocaron. Fuiste mi primer amor... Y día y noche pensaba en ti también, todas mis amigas saben que te conocí y te buscaba hasta hoy, aunque muy pocas saben que me enamoré de ti.

Le sonrío, me sonríe y sin esperar más, la beso. Sorprendentemente, ella me devuelve el beso. Es un beso tierno, un beso que demuestra lo que siento por ella. Podría estar una vida entera intentando describirlo pero no podría. Es un beso que no se puede explicar con palabras.

-Me alegro de haberte encontrado, mi niña perdida -le susurro juntando nuestras frentes.

-Me alegro de ser tu niña perdida.

Soltamos las piedras con cuidado en la mesita de noche y volvemos a besarnos. Nos fundimos en un beso lento, sin prisas. Nuestras lenguas empiezan un baile sin melodía que no pueden dejar de bailar y nuestras manos recorren nuestro cuerpo sin pausa pero sin prisa.

-Te quiero -susurra.

-Te amo -respondo.