Capítulo 5: ¿Puedo besarte?

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Narra Malú

Me despierto con un gran dolor de cabeza en la habitación de Lauren y me levanto lentamente. Voy hacia el baño lentamente y me doy una ducha fría.

Cuando salgo de la ducha, veo que encima de la cama de Lauren hay un conjunto de ropa junto a una nota. Decido leer la nota primero:

"Ponte esto y baja a desayunar. Tenemos que hablar seriamente.
-Laur. "

Suspiro y me pongo esa ropa, bajando seguidamente a desayunar.

Por el camino me encuentro a Vanesa, que sale de una habitación con una mano en su cabeza, pero al verme sonríe de lado. Le devuelvo la sonrisa.

—¿Cómo estás, Vane? —le digo burlona.

Ella ríe acercándose a mí, y aunque para mi cabeza su risa es una tortura, yo río con ella.

—Eres una capulla, ¿a ti no te duele la cabeza? —me responde mientras bajamos las escaleras.

—Bueno, digamos que mi mente está bien despejada —le guiño un ojo y seguidamente me río al ver su cara roja.

—¿También te acuerdas? —me pregunta nerviosa.

—¿De qué? —le pregunto sonriendo.

—De que tú y yo... —dice sin terminar la frase.

—¿Si nos besamos? —ella asiente—. Sí, sería algo difícil de olvidar —nos reímos pero su cara rápidamente cambia.

—¿Llegamos a algo más a parte del beso?

—Eh, creo que no. Esta mente que yo tengo se confunde mucho —miento.

Narra Vanesa

Sé que está mintiendo, pero con un leve movimiento con la cabeza, le doy a entender que no quiero seguir hablando del tema.

Llegamos a la cocina, donde vemos a Camila y Lauren besándose.

—¡Ey! —Malú las llama—. Alejense de la comida, y vayan al sofá o a la habitación a seguir con eso —las señala y seguidamente ella y yo reímos cuando se sonrojan.

—Tendrás mucho que explicarme, Karla Cabello—me carcajeo.

—Lo mismo digo, Michelle —Malú y yo seguimos riendo, mientras que Lauren y Camila nos atraviesan con la mirada.

—Vosotras dos, calladas o verán lo que puede llegar a doler una cabeza con la resaca —Malú y yo entendemos rápidamente la amenaza, y tras una última risa, nos callamos.

—¿Queréis comer algo? —pregunta Camila.

—¿Qué hora es? —pregunto, no debo llegar muy tarde a mi casa.

—Las doce —me responde Lauren.

—Debo irme —digo rápidamente.

—Yo te acompaño —dice Malú.

—No, no, quédate. Puedo ir sola —le respondo.

—Ya, pero te puede pasar algo si sigues con ese dolor de cabeza. Yo te acompaño.

—Vale, voy a por mi móvil.

Con rapidez subo las escaleras hasta la habitación de invitados en la que dormí esta noche, ignorando el dolor que tortura a mi cabeza. Mi móvil está al lado del bolso que llevaba anoche, solo tenía que cogerlo e irme sin que Malú lo notase. Pero iba a ser difícil.

Suspiro.

«¿Por qué mierda la besaste, Vanesa? Es tu amiga, solo es tu amiga. Ya está. » Me repito mentalmente.

Vuelvo a suspirar, desistiendo en mi idea de irme sin ser vista. Solo tenía que ignorar mis sentimientos, fueran los que fuesen.

Bajo nuevamente a la cocina, donde está Malú apoyada en la encimera esperándome.

—¿Vamos? —me dice sonriente.

Asiento con la cabeza y en silencio salimos de la casa de Lauren. Un aire algo frío que indica que está llegando el invierno me envuelve, haciéndome frotar mis brazos en busca de calor, hasta que siento un peso sobre mis hombros.

Miro hacia Malú, y luego hacia mis hombros. Repito la acción nuevamente. Me ha dejado su chaqueta. Sonrío levemente y me acerco a ella, buscando un abrazo. Ella me rodea con uno de sus brazos y vamos así hasta que llegamos a la puerta de nuestras casas.

Voy a despedirme de ella, cuando sus palabras me desconciertan.

—¿Puedo besarte? —pregunta tomándome por sorpresa.

—¿Qué? —respondo perpleja.

—¿Puedo besarte? —repite nuevamente, sin apartar su mirada de mis ojos.

Levemente asiento, sin saber muy bien que hacer. Lo próximo que noto es sus cálidos labios contra los míos, uniéndolos en un beso que, aunque lo hubiese intentado negar, me había encantado.

Al cabo de unos minutos nos separamos por falta de aire, y al ver su sonrisa no puedo evitar sonreír yo también.

No voy a decir que fue la típica escena de una película romántica, pero para mí aquel momento fue algo mágico.

—Nos vemos mañana, Vane.

Y sin más, me da otro beso, este más corto, para luego irse hacia su casa y dejarme allí, paralizada sin saber qué hacer. Aún con el aroma que su chaqueta desprende rodeandome.

Valú:¿Enemigas? [PAUSADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora