ꕥ Condesa, y actuación ꕥ

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Sebastian.

Fue un día muy tranquilo. Por otro lado, había una enorme tormenta que azotaba Inglaterra.

A la señorita no le agradan días como estos,  irónicamente suceden a menudo. Una vez me dijo que le traían malos recuerdos, pero prefería no hablar de ello. Es reservada en cuanto a temas como esos.

Cuando el joven amo hubo terminado de acomodar unos papeles, estaba listo para descansar. Nos dirigimos al ala de las habitaciones, pero en uno de los pasillos nos encontramos a TN. 

— ¿Qué haces despierta? — preguntó, extrañado.

— ¿Y tú? Vas a estar de malas en la mañana, no quiero lidiar con eso.

Chasqueó su lengua — Estaba revisando unas cosas para enviarlas a su majestad.

— En ese caso, también yo revisaba cosas.

— ¿Qué?

— Cartas — contestó con simpleza.

Con esa breve charla, nos acompañó hasta los aposentos de mi señor. Se adelantó y se recostó horizontalmente en la cama. Por mi parte, empecé a vestirlo con su pijama. A él no le importaba que ella estuviera aquí, pues no es como si lo mirase y además, ya pasaron por bastantes cosas juntos.

Ciel fue con ella y se recostó de la misma manera, mirando al techo. Comencé a recojer la habitación, la ropa y sus zapatos.

— ¿Recuerdas cuando éramos niños y nos quedábamos en las habitaciones del otro? — preguntó la señorita — En noches así.

— Sí... — dijo en un suspiro. Que distantes memorias, quizá, una sensación de tranquilidad y paz que el amo nunca volverá a sentir de nuevo.

— Y esa vez que jugamos bajo la lluvia y nos enfermamos.

— ¿Por qué estás recordando eso?

— Solo lo hago — hizo una pausa — Es bueno recordar buenos momentos, por ejemplo, el día que por accidente derramé mi bebida en tus papeles...

— ... eso fue ayer.

— Lo sé, pero había que decirlo, fue muy gracioso.

Terminé lo que estaba haciendo, así que con una reverencia, esperé por alguna petición.

— Me tardé una hora.

— Tenias faltas de ortografía, te hice un favor.

Soltó un pequeña risa.

— Bueno — se levantó y sacudió su vestido. Tiene una cierta manía por hacerlo aunque no estuviera sucio —, entonces me retiro. Buenas noches.

— Buenas noches.

En la mañana, después del desayuno, nos preparábamos para asistir a uno de los bailes organizados por uno de los socios de Funtom company. Maya había alistado a TN mucho antes, así que solo nos acompañaban en lo que mi amo terminaba sus cosas.

Ellos discutían sobre su trabajo sin mucha emoción. En especial ella, pues no tendría que hacer mucho una vez allá, más bien solo acompañaría a su hermano.

— Esos idiotas son los más irritantes que he conocido — espetó la señorita, poniendo sus ojos en blanco —.

— Son como perros, muéstrales algo que les guste y te harán caso — contestó Ciel, mientras yo acomodaba el moño —. Dales premios, y te seguirán.

— ¿Es que me llevas como una herramienta, hermano?

— Eres más gentil, y eres una mujer, es un hecho que les agradarás y se mostrarán menos hostiles.

𝕬𝖒𝖔𝖗 𝕸𝖔𝖗𝖙𝖎𝖋𝖊𝖗𝖚𝖒  //𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏 𝑴𝒊𝒄𝒉𝒂𝒆𝒍𝒊𝒔//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora