ꕥ Sirvienta, no te quedes atrás ꕥ

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Omnisciente.

A mediodía, TN se encontraba en el bosque de la propiedad, "jugando con cuchillos" como lo pensó Claude. La veía tomar la vajilla filosa y abrecartas y lanzarlos a los árboles en donde había marcado puntos rojos.

Mientras tanto, él se reducía a observar, cosa que le puso bastante incómoda. Así que pronto se detuvo.

— Sabes, hoy es un lindo día, el clima es perfecto. Pero se disfrutaría mejor en otro lado.

— ¿Quiere decime algo?

— Me gustaría ir a la ciudad. Hemos estado en la mansión, pero creo que es momento de salir.

— Por favor, escuche mi recomendación — la pelinegra asintió —. No quisiera arriesgarla allá afuera, cuando sea seguro, podrá salir. Por lo mientras debe reposar.

— Entonces consígueme un postre. No quiero que alguien de aquí lo haga, ve a la ciudad y cómpralo en la tienda de siempre.

« ¿"Tienda de siempre"? »

— Sobre eso... creo que remodelaron.

— Ah, bueno, si no está abierta ve a la otra — se encogió de hombros —. Es bueno que la remodelen, ese rosa aburre, además de que los cuadros de pasteles son algo baratos. Es decir, pueden hacerlo mejor, es de renombre.

« Suficiente información »

Hizo una reverencia — Ya vuelvo.

Cuando el mayordomo se fue, aprovechó para dar una vuelta por el jardín. No iba a negar su belleza, estaba tan bien cuidado que parecía una obra de arte. Los detalles que ponían en los arreglos, o las combinaciones de las flores eran sumamente especiales.

Pensar en flores le calmaba. Pensar en cualquier otra cosa que no fuera la realidad en la que se encontraba, le calmaba.

Había pasado un día desde que los trillizos le advirtieron que no podían decirle nada. Por lo tanto, estaba sola. Otra vez.

Vio una de las escobas escondidas entre los arbustos, seguramente se habían distraído con otras cosas y no terminaron de arreglar. La tomó con cuidado y comenzó a pegar en el césped sin ritmo específico. Sin embargo, era difícil ignorar sus pensamientos, su instinto le decía que debía correr de ese lugar.

Con el palo golpeó las flores, escuchando un quejido agudo seguido de un golpe.

Se giró de inmediato, encontrando a Hannah en el suelo. Le había pegado, por como ella se sostenía su rostro — ¡Lo siento! — exclamó — Perdón... no te vi ahí.

Hannah asintió, y alzó su cabeza, mirándola por primera vez — Descuide — le dijo con su dulce voz —. Es libre de golpearme tanto como desee si eso su tranquiliza su corazón.

« ¿Por qué? »

— No digas esas ridiculeces — TN arrugó su frente —, no tengo por qué hacerte daño, nada puede justificarlo.

Le extendió su mano con la intención de ayudarla. Para Hannah, fue como ver a un ángel (figurativamente, ya que los detestaba), se sorprendió, pero también se sintió apreciada por la joven condesa. Tomó su mano con cuidado, tratándola como si fuera una pieza frágil de cristal.

Una vez de pie, no la dejó ir. — Gracias — susurró.

Definitivamente, era diferente a como la recordaba, a como ella esperaba que respondiera. ¿No era ella la mujer que siempre la acompañaba? ¿Su amiga?

...

Se arreglaba en su habitación, alistándose para descansar. Hannah le había seguido la mayor parte del día, ahora también lo hacía, aguardando al otro lado.

Cepillaba su cabello, cerrando sus ojos pues era un momento tranquilo; al abrirlos, sin embargo, en el reflejo, en vez de verse a ella, hubo un breve momento en el que un joven rubio se apareció, imitando sus movimientos y expresiones.

No lo podía aguantar más. Estampó el cepillo en el cristal, rompiéndolo y causando un ruido sonoro.

La ojiazul no se inmutó por la repentina aparición de su mayordomo, estaba concentrada en su inmenso dolor de cabeza.

— ¿Se encuentra bien, de hizo daño? — preguntó él. TN se encontraba perfectamente, no había heridas físicas, pero su respiración era agitada y se había puesto más pálida.

« ¿Quién era él? Lo conozco »

— Estoy bien.

El mayordomo avanzó hacia la joven, en un intento de comfortarla. 

— ¡No te me acerques! — exclamó, haciéndose a un lado — No ahora.

— Hannah — el hombre se dirigió a la sirvienta, quien observaba con mala cara —, limpia esto.

— No — interrumpió TN —, tú hazlo. Ella va a acompañarme.

— ¿Por qué querría–

— No me cuestiones, no tienes el derecho, tan solo eres un sirviente.

Claude calló. Aunque la señorita pudiera ser amable y tolerante, después de todo, era una condesa, ella sabía su posición en el mundo, sabía quién debía obedecer y quién hacía las reglas.

Con la de cabello platinado, la condesa abandonó esa habitación para dirigirse a otra. La de piel morena rodeaba los hombros de su señora con uno de sus brazos, en una forma protectora. Sintió que era su deber cuidarla y procurarla, porque después de todo, Alois la consideró una amiga.

Cuando Hannah la preparó para dormir, se detuvo unos segundos a mirarla con detenimiento. Extendió sus manos a sus mejillas, y comenzó a acariciarlas con su pulgar.

— Sus ojos son muy bellos, de un color hermoso.

La joven no pudo evitar sonrojarse. Hannah estaba muy cerca, la miraba fijamente, y luego decía esas cosas. Pero de algo estaba segura, aquella amiga que recordaba no era ella. 

— No es apropiado que hagas eso.

— Lo siento — murmuró, apartándose. Iba a levantarse de su asiento, pero la joven la detuvo, tomándola de la muñeca. A Hannah le fue difícil no enternecerse, era como una niña pequeña aferrándose a la falda de su madre —. Me quedaré aquí hasta que se duerma, ¿le parece? 

TN asintió y se recostó de nuevo. Se dio la vuelta, dándole la espalda a la mujer y cubriendo la mitad de su rostro con las sábanas.

« No es ella, pero va a protegerme »

~ ~ ~ ~

–Según Wiki, Edgar Allan Poe es uno de los autores preferidos de Ciel–

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JadeOkumura.

𝕬𝖒𝖔𝖗 𝕸𝖔𝖗𝖙𝖎𝖋𝖊𝖗𝖚𝖒  //𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏 𝑴𝒊𝒄𝒉𝒂𝒆𝒍𝒊𝒔//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora