ꕥ Condesa, protégeme ꕥ

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Omnisciente.

— ¡Gracias por invitarme, Ciel! — exclamó Soma al abrazar al menor.

— Tú solo te invitaste... — murmuró, después de apartarlo de su ser.

El príncipe, como era de costumbre llegó sin avisar, el preciso día en que el evento de TN abriría sus puertas, o listones, ya que era al aire libre. Phantomhive quiso deshacerse de él al decirle, pero después de tantas palabras sin sentido saliendo de la boca del moreno, y confundiéndolo, parece que le dijo que podía ir.

La joven condesa bajó las elegantes escaleras junto a Maya, llevaba un vestido azul celeste con encaje en las mangas y falda, y un detalle de listón en la parte del pecho, botas café que apenas si se veían por el largo, y una bolsa del mismo azul en su brazo derecho. Su cabello estaba recogido en una chongo, dejando un mechón como fleco que se pasó por detrás de la oreja.

¿Fue la luz, o los dioses iluminando su belleza? Soma no podía creerlo.

— ¡Hola! — les dijo, una vez que terminó de cuchichear con la morena —. No sabía que vendrían.

— Su hermano nos invitó al evento, señorita — se adelantó el mayordomo, haciendo una reverencia — Me da gusto verla, también.

Se dirigió a Ciel, con una expresión tranquila pero peligrosa — Te pregunté más de cinco veces si querías invitar a alguien más — susurró, sonriendo cuál felino y cerrando sus ojos. No se notaba por su postura, pero su voz y su aura se veían amenazantes.

— L-Lo siento, ellos se invitaron solos...

— Muy bien — suspiró, juntando sus manos —, entonces hay que irnos.

— ¿Eh?

— Estaba preparada, ¡por eso hice otros arreglos! — exclamó, apuntando hacia la nada.

El príncipe abrió su boca, ¡estaba tan calmada! Su fuerza era admirable. Fue caminando lentamente hacia TN, y pronto se arrodilló ante ella.

— ¡Buenos días! ¡Dime, TN! — exclamó, tomando sus manos — ¿¡Ya has pensado mi propuesta, te casarías conmigo!?

« Otra vez... »

— Ahm...

— ¿¡Es un sí!?

La joven suspiró — Pregúntame en un año, y quizá te diga que sí.

No había problema, dentro de un año le diría exactamente lo mismo.

— ¿De verdad? — los ojos del príncipe se iluminaron.

— Sí.

— ¿M-Me lo prometes?

— No hago promesas — le sonrió —, pero lo tendré en cuenta, ¿de acuerdo?

— ¡¡Genial!! — soltó él, poniéndose de pie para tomarla en un abrazo — ¡Entonces ya estamos comprometidos!

— ¡Yo no dije eso! — se liberó de sus brazos.

— ¡Pero, TN, yo te–

— ¡No digas que me amas, se lo dices a toda chica bonita! — le reprochó sacando fuego de sus ojos — ¡No lo niegues!

𝕬𝖒𝖔𝖗 𝕸𝖔𝖗𝖙𝖎𝖋𝖊𝖗𝖚𝖒  //𝑺𝒆𝒃𝒂𝒔𝒕𝒊𝒂𝒏 𝑴𝒊𝒄𝒉𝒂𝒆𝒍𝒊𝒔//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora