Capítulo 18

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Tú:

Lamento estar rompiendo la promesa de evocar tu recuerdo cada noche. Lamento que ya no me importe darle sentido a tus mentiras. Lo siento tanto por ser capaz de dormir tranquilo, sin esperar encontrar tu cuerpo a mi lado. Lamento estar lamentando todo esto, porque no lo lamento.

Yo.

Aquel que diga que caminar despeja la mente, está muy equivocado. Caminar, y solo, simplemente sirve para dejarte en soledad con tu mente y emociones, y todos deberíamos aprender de una vez por todas que ellas dominan sobre uno, nos llevan a lugares oscuros dentro de nuestra propia consciencia de donde es casi imposible salir una vez que te metes de lleno. Y así estaba yo en ese momento.

Mientras serpenteaba en la acera vacía, haciendo zigzag por el mero hecho de no aburrirme, saqué mis auriculares y dejé que la lista de reproducción pase aleatoriamente. Coloqué el auricular izquierdo por costumbre y quizá algo de vergüenza. Tu defecto es el mío de No te va gustar comenzó, y luché con la tentación de pasar de canción, no porque sea mala, la letra era el problema.

Ya estaba empezando a sentirse más el frío, con las manos en los bolsillos de mi campera, apresuré el paso. Las calles y negocios que iba dejando atrás eran viejos amigos de un camino que hacía tiempo no frecuentaba. Me habían prácticamente echado de la clínica de mis padres, pasé toda la noche esperando saber algo sobre Ana, la cirugía duró un poco más de lo que pensaban pero al final todo salió bien. Elijah, como habiendo leído el pensamiento de la Sra. MacLean, pasó por la clínica a buscarme, le dijo a los padres de nuestra amiga que cuando despierte le den besos y abrazos de nuestra parte, pero yo quería estar allí para cuando lo haga. Desistí a las peticiones de mi amigo y fuimos a su casa, el café sabía horrible y el baño en demás caliente, no dormí el par de horas que tenía para hacerlo, sino que me la pasé dándole vueltas a un asunto que giraba en malditos círculos. Al final, todo lo que tenía para hacer era terminar lo empezado (o lo casi).

La madre de Brian se alegró/sorprendió al verme, pero sin dudarlo me dejó entrar, permitiéndome subir a la habitación de su hijo, como tantas veces había hecho en el pasado. El maquillaje de payaso y un disfraz preparado estaban sobre una silla al lado de su cama, el chico iba y venía en unos simples boxers, preparándose para, supongo, trabajar.

—¿Qué haces aquí? —preguntó apenas me vio, más amargo de lo que me hubiese gustado.

—Quiero hablar contigo.

—No tenemos nada que hablar, Lia, por favor, vete de mi casa.

—No lo haré hasta que me des una maldita explicación, estoy algo cansada de tu distanciamiento sin motivo y tu acti...

—No lo entiendes —me cortó, algo cansado.

—Las cosas ya no son como antes. No te atrevas a decirme qué entiendo y qué no. Eso lo decidiré yo.

—¿Y eso es bueno? —¿Me estaba insultando?—. Mira, solo voy a decirte una cosa, y será mejor que no solo me escuches, sino que me hagas caso, ¿entiendes? Y luego te vas.

—Habla de una vez.

—Aléjate de ella. No la provoques, Lia, cuida tu espalda. Si sigues jugando a la amiga despechada y golpeadora —Apunto un dedo a mis ojos escondidos detrás del cristal negro de las gafas—, todo va a terminar mal. Si llegaste tan lejos fue gracias a mí.

—¿De qué idiotez estás hablando?

—¡No es una idiotez! Te dije que no entenderías.

—Eso es porque sigues hablando en "código", sé claro, ¿qué sucede? ¿A quién no debo provocar?

Destrúyeme (Diez Estrellas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora