Capítulo 14

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Tú:

Te amo. Y no debí decírtelo.

Yo.


Si mi vida podría empeorar, aquella fue la mejor forma.

La madre de Diana se llamaba como ella, era una alcohólica desde antes de que la niña naciera. Su padre era un misterio, y por eso la vivía llamando "bastarda". Nunca me quiso, y he visto como la maltrataba física y psicológicamente delante de mí. Una vez la amenacé con llamar a la policía y denunciarla, desde aquella vez, nunca más pisé su casa, porque Diana Madre me amenazó dejando cinco dedos en mí mejilla como muestra de su veracidad. Mi cariño por Di creció por su sufrimiento y muchas veces estuve al borde de contarle lo que me sucedió, así como lo hice con Mar. Pero Diana era frágil en ese entonces, y para suerte mía, su madre me había visto tomar pastillas y sacó sus propias conclusiones, penosamente dando en el blanco.

—¡Vete! —dije. Milo estaba a mí lado, inspeccionando a la mujer que se negaba a moverse de la sala.

—No hasta que baje. ¡Diana! ¡Diana, maldita bastarda, baja ahora mismo! ¿Creíste que no iba a encontrarte? Pues bien, ¡aquí estoy, baja de una maldita vez!

—Ella no quiere verte.

—Tú no hables conmigo, Amelia, no eres su portavoz.

—Soy su amiga, y digo que te vayas. —Su amiga mis mocos, solo quería que se vaya.

—¡Que me lo diga ella! —gritó.

Mientras Kevin bajaba la escalera solo con un pantalón deportivo como pijama, Milo dijo:

—Mire, señora, no sé quién sea, asumo que la madre de Diana, pero no puede venir a gritar como si nada a esta hora de la noche.

—¿Mamá? —dijeron en un susurró desde la escalera. Kevin ya estaba al lado de su hermano, mirando de la misma forma que Milo lo había hecho a Diana Madre.

—¡Dame mi maldito dinero, bastarda!

Diana Madre se abalanzaba hacia su hija. Mi mano frenó su pecho. De repente, recordé la vez que ambas nos amenazamos.

—Bajo este techo las cosas se hacen tranquilas —dije. Ella miró a mi mano y luego a mí.

—Quiero mí dinero —dijo Diana Madre—. Y si tengo que conseguirlo arrastrándola de los pelos por encima de ti, ten por seguro que lo haré.

Capté un movimiento por el rabillo de mi ojo, Kevin y Milo no solo se tensaron, sino que dieron un paso adelante.

—Te-te lo d-daré, mamá —dijo la hasta ahora callada Diana.

—Lo quiero todo, ¿entendiste? —dijo su madre.

—¿Todo?

Me giré hacia ella. Diana tenía los ojos abiertos en sorpresa y me recordó a la niñita que había conocido en la primaria, no a la chica intimidante en la que se había convertido. Me di cuenta de que esta era la verdadera Diana, y que por mucho tiempo estuve convencida de que la fuerte Di era de verdad, pero solo eran mis ganas de verla diferente.

—¿Cuánto le debes? —dije, sabiendo que si le dábamos el dinero se iría—. Yo te ayudo si lo necesitas, pero que se vay—

—¡No te metas! —gritó Diana, estaba temblando del miedo. Miedo a su madre—. Tú, estúpida, no harás más que empeorar las cosas.

—Oh, María purísima —dijo Diana Madre riendo—. ¿Te diste cuenta de que tu amiguita es una idiota?

—No es mi amiguita —contestó Diana, y un par de burbujas de odio salieron a flote. Me callé, solo porque mi parpado vibrante hizo acto de presencia.

Destrúyeme (Diez Estrellas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora