Capítulo 21

25 2 0
                                    



Tú:

Me despido, al fin, de tu recuerdo. Me despido de la vida que alguna vez quise tener contigo y de los sentimientos que llevan marcado a fuego tu nombre. Doy un cordial saludo a tu constante presencia en mi mente, y le pido que se vaya, que ya no necesito que se me recuerde lo mucho que te amo y lo que sufrí por eso. Ya no queda nada, y soy libre.

Adiós, mi amor. Gracias por tanto dolor.

Yo.

—¿Disculpa? —pregunté incrédula—. ¿Qué bicho te picó, loco?

Todos se miraron, al final, Alejandro asintió y dijo:

—Es verdad... Amelia, ¿cuándo te convertiste en adicta? —Su voz se quebraba a casa palabra.

—¿Por qué? —gritó Marcel—. El cuándo no importa, Alejandro, por Dios. ¿Por qué, Amélie? ¿Es que te hemos fallado en algo?

Me quedé muy quita y por primera vez en mucho tiempo, pensé antes de hablar. La realidad era que no tenía ni una pizca de idea de lo que hablaban. Pensaba que estaba embarazada, las pruebas indicaban eso, ¿cierto? Pero, ¿droga? ¡Recién hoy, luego de años, volví a fumar un cigarrillo! Era una locura.

—Miren —comencé, lentamente, temía por la salud de Marcel y Alejandro, Zac no me miraba—, no les estoy mintiendo. No sé de qué hablan. No soy una adicta. —No agregué lo mucho que me dolieron esas palabras—. No consumo droga, nunca lo hice. —Era verdad, ni siquiera la vez que a Brian y a Eli se les dio por conseguir marihuana—. Debe de haber un error. —Miré a Vilanova—. ¿Doctor?

—Lo cierto es que no hay error, Amelia.

—¡Pero es imposible! —grité, ahora la furia estallaba en mí—. ¿CÓMO PUDIERON CREER, POR UN SEGUNDO, QUE ERA UNA DROGADICTA? —exclamé hacia Marcel, Zac y mi padrino, que parecían sostener que no había error y yo mentía, su silencio hablaba por ellos—. ¿Siempre desconfiaron de mí, acaso? ¡Tan seguros! —me burlé—. Si Régine estuviera aquí... —La voz se me cortó—. Si ella... —El llanto se arremolinaba en mis ojos.

—Te creería, pequeña —susurró Marcel y volvió a sentarme en la silla. ¿Cuándo me había levantado?

—Sí —dije en un hilo de voz—. Ella lo haría.

—Comprobémoslo —anunció mi padre—. Marcel, contesta con ellas las que sepas. —Le hizo una seña a Vilanova con la cabeza.

—¿Alteraciones del estado de ánimo? —Marcel y yo asentimos—. ¿Principalmente ataques de ira? —Volvimos a asentir, él tomó mi mano entre las suyas, sus ojos reflejaban el mecanismo en marcha de su cerebro—. ¿Temblores, ojos brillosos y rojos, picazón y sarpullido?

—Los dos primeros... —dije.

—¿Pequeños signos de locura?

—Sí.

—¿Paranoia? —Negué con la cabeza—. ¿Entumecimiento en las extremidades?

—No.

—Amelia —dijo el médico—, según esto, y tus respuestas, estaríamos confirmando que sí, tienes Luna Llena en tu sangre. Padeces los síntomas de los primeros niveles... Esta droga es... es una real amenaza. No tiene nombre médico porque no han podido terminar de dictaminar la cantidad de sustancias que contiene, pero si las suficientes para identificarlo, es más bien un experimento. Un grupo de expertos ha creado una lista de síntomas, y tú das con todo. Incluso como luces... —Se veía incomodo—. Toma, mira, este folleto lo creo un grupo de amigos y familiares de drogadictos.

Destrúyeme (Diez Estrellas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora