Capítulo 3

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Tú:

Siempre fui de esas personas a las que les cuesta mucho interactuar con la gente. Al final lo hago, pero el principio siempre se me hace difícil. Contigo no fue así, y eso me asustó. Claro que no le presté importancia. Ahora ya no importa, no puedo hacer nada. Me concentro mucho tiempo en intentar no olvidar tu voz, pero los días pasan y el recuerdo se vuelve más vago, al igual que el resto de ti... De vez en cuando me despierto con tu sonrisa en mi cabeza, una sonrisa difuminosa que solo me recuerda que ya no estás aquí...

Yo.

Nunca le dije a Di que llamara a Kevin cuando llegó. No fue porque no quisiera, simplemente me quedé dormida, otra vez. Solo que esta vez logré llegar a la cama antes de caer inconsciente al suelo. No estaba en sí muy cansada, y aunque yo era una persona de dormir mucho, me había levantado hacia unas tres o cuatro horas. Seguro se debía a mi mutación a morsa, iba de a poco, me faltaban los largos colmillos. Fue Di la que me levantó, mientras yo hacía mi gran acto de flojera ellos se encargaron de comprar todo para la fiesta.

-No gastamos mucho, antes de que digas nada. -Ese fue el saludo de mi amiga. Me leyó la mente, donde decía en letras grandes y góticas "DESPERDICIO".

No me molesté en contestarle, estaba muy ocupada intentando despertarme y asumir que en unas horas mi nueva casa se iba a llenar de gente. Contesté unas diez llamadas de amigos queriendo confirmar primero conmigo, no le terminaban de creer a Diana. El resto no se preocupó tanto, si les decías "fiesta" no esperaban una confirmación, simplemente aparecían.

Ya estaban colocando los amplificadores cuando bajé la escalera, me pregunté de dónde los sacaron, pero preferí no preguntar, no quería saber la respuesta. Ayudé a Kevin con la mesa y las bebidas que pusimos en unos barriles llenos de hielo, formaban parte de mi larga lista de "no preguntar, mejor no saber". De alguna forma me dejé convencer sobre decorar, pusimos luces y tiritas de papel fluorescentes. Me parecía exagerado, pero la felicidad que emanaban entre Diana y Kevin me hizo relajarme un poco, incluso me reí de sus desvaríos sobre la música. En serio, ¿a quién le importa si mezclan Rock pesado con Rock indie? Solo a ellos.

A las ocho de la noche me llamó Brian.

-Sal a la puerta. YA.

-¿Urgente?

-Mucho.

-Voy.

Brian era mi amigo desde el séptimo grado, en ese momento en el que dejas de ser niño y pasas a donde están los grandes, eres grande pero pequeño y todo es muy confuso. De alguna forma él, Diana, Marlene y yo nos hicimos amigos. Marlene se fue un par de años después y nosotros tres prosperamos, hasta el último año donde Di decidió no hablarle y él estaba contento de responderle de la misma forma. ¿Yo? Quedé en el medio de mis dos mejores amigos.

Los tres se unieron al Instituto de Madame por mí, yo fui desde los nueve años y como queríamos pasar más tiempo juntos, esa fue la mejor opción. Cuando Marlene consiguió una beca por ser la mejor de la clase de danza, se fue a la academia de Francia, de la familia de Madame. Diana se desilusionó, yo ya sabía que era mala por eso lo mío era el canto, pero que una de tus mejores amigas sobresalga más que ti en lo que más amas puede ser un gran golpe, así fue como ella lo dejó, Brian siguió y no se avergüenza de ser un bailarín clásico, es feliz, pero no creo que le perdone a Marlene el irse con tanta facilidad. Me sorprendió el hecho de que no nos doliera tanto que nos dejara y que por esa beca se les subieran los humos a la cabeza y se olvide de nosotros, Diana siempre dijo que era mala amiga. Brian solía decir que ella no era indispensable, que no era como si me hubiese ido yo. Los primeros días no le creía pero con el tiempo logré darme cuenta que sí, de alguna forma yo era el pegamento de ese grupo.

Destrúyeme (Diez Estrellas #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora