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Jimin.

Feliz cumpleaños, Nana —Dije sin pensar cuando abrí la puerta de la casa para recibir a la cumpleañera.

Ella sonrió.

— ¿Qué pasa, Jimin. Estás tímido hoy? —Bromeó dándome un leve puño con el hombro izquierdo.

Al parecer yo estaba nervioso por tenerla en casa o me había sonrojado sin razón aparente pero sé que lo notó.

— ¿¡Es ella Chimchim!? —Gritó mi madre desde la cocina.

Desde hacía un rato habíamos acomodado la mesa principal con los cubiertos que mamá guardaba para ocasiones especiales y los platos más bonitos. Mientras tanto Yoona se había encargado de colocar los platillos en la mesa y un poco de música de fondo.

— ¡Unnie* preciosa! —Brincó mi hermana al verla cruzar el pasillo principal de la casa.

Estábamos realmente contentos de tenerla en casa y la idea de que mi familia se llevara tan bien con ella me llenaba de calidez.

— ¿Esta es la cumpleañera? —Mi padre exclamó aquello mientras bajaba las escaleras con Frutilla –mi perro chihuahua marrón- en sus brazos.

Nana asintió y lo saludó animadamente luego de hacer lo mismo con mi madre. Lo bueno de noona es que se le da bien congeniar con las personas por lo que no había ratos incómodos cuando ella estaba alrededor.

— Es feo el condenado perro —Dijo Nana mientras me ayudaba a traer la ensalada hasta la mesa.

Yo solté una carcajada. Lo cierto era que Frutilla era patéticamente feo, chiquito, ruidoso, ojón y cabezón pero a mi mamá se le había metido entre ceja y ceja adoptarlo cuando lo vio en una perrera unos meses atrás.

— ¿Y Jungkook? —Yoona no se hacía esperar.

— No podrá venir hoy, dijo que lo siente mucho —Se disculpó Nana cuando ya todos estábamos en la mesa disfrutando de la rica cena que había preparado mi mamá.

Yoona no disimuló su tristeza.

— Esto está tan bueno que quiero llorar —Bromeó Nana.

Todos reímos y la carcajada sonora de mi papá se escuchó en toda la cuadra.

— Sabes Nana, hice esto con mucho cariño para ti —Empezó mi madre —No sólo por tu cumpleaños sino también es una forma de agradecerte...

— Mamá —La miré suplicando que no dijera nada imprudente. Mi papá me lanzó una mirada de advertencia.

— Por ser amiga de nuestro Chimchim. Ese niño ahora siempre quiere ir al colegio y sé que una de las razones eres tú y Kookie —Mi madre parecía realmente feliz diciendo aquello así que decidí no intervenir.

Nana sonrió.

— Chimchim es gracioso —Se limitó a decir y ahí sentí que me enrojecía desde los dedos de los pies hasta la punta de la nariz.

***


Nana.

Después de la cena el papá de Jimin se disculpó para recibir una llamada mientras que su mamá y Yoona se ofrecieron a lavar los platos. Yo intenté ayudar pero insistieron en que era la cumpleañera.

— Sube con Jimin, si no tienes prisa pueden ver la televisión un rato —Dijo la mamá.

Jimin me invitó hasta el segundo piso de su casa el cual estaba decorado de forma sencilla pero brindaba un aire hogareño que me recordaba a mi propia casa.

— Tu casa es bonita, Chimchim —Yo no lo llamaba así pero me hacía gracia ese sobrenombre que le tenían en su familia.

— Por favor, no —Respondió congestionando su cara fingiendo desagrado por el hecho de que lo llamara así —Bienvenida a mi morada —Abrió la puerta de su habitación que era la última del pasillo.

A donde quiera que viera esa habitación gritaba que le pertenecía a Jimin. Era sencilla y ordenada.

— Me gusta ese color de pared —Me tiré en la cama boca arriba y me llevé una sorpresa —¿Son...?

— Estrellas —Dijo él sentándose a mi lado —Son de plástico pero brillan en la oscuridad.

El techo de Jimin tenía montones de pequeñas estrellas que seguramente se veían hermosas en la oscuridad.

— Me gustaría verlas —Pedí.

Él me miró unos instantes y se encogió de brazos. Cerró la puerta de su habitación y se acercó hasta el interruptor.

— ¿Estás lista? —Preguntó.

Asentí.

Inmediatamente el cuarto quedó sumido en una oscuridad absoluta que era interrumpida por aquella docena de puntos brillantes que decoraban el techo de la habitación. Parecía que estaba en medio de una noche estrellada.

— ¡Wow! —Exclamé aún acostada boca arriba.

Jimin volvió hasta mí y se sentó a mi lado nuevamente.

— Me siento acompañado con ellas. 

No podía ver su rostro completamente a causa de la oscuridad pero pude notar que sonreía mientras apreciaba sus estrellas.

— ¿Te gustan las estrellas? —Me incorporé quedando sentada a su lado.

— Sí.

Giró rápidamente y nuestros rostros quedaron tan cerca que se obligó a alejarse un poco de mí. En ese momento pude sentir el retumbar de mi corazón que inconscientemente se encontraba agitado en aquel momento.

— ¿Alguna vez has visto las estrellas así en el cielo? —Intenté preguntar algo para cerrarle el paso a aquel momento incómodo que arruinara la noche.

Negó varias veces con la cabeza con su mirada sostenida en la mía. Pude sentir que mis mejillas se tornaban calientes y seguramente con la luz encendida Jimin hubiese notado que estaba sonrojada.

No me gusta Park Jimin, sólo tiene 13 años y tú acabas de cumplir 15. Compórtate Nana.

— ¿Nana? —Llamó Jimin sacándome de aquel trance en donde sólo podía pensar en lo mucho que se aceleraba mi corazón cuando estaba cerca de él, cosa que era completamente ilógica y que hacía que me sintiera culpable por lo que pensaba con respecto a él.

¿Pero entonces por qué has insistido en salvarle, Nana?

Recordé aquella pregunta que me hizo Kookie el día luego de rescatarlo de aquellos matones.

— No lo sé —Había sido mi respuesta en aquel entonces. 

Quizás porque desde hacía dos años le había visto caminar con aquel semblante gris por los pasillos el colegio, ignorado por quienes preferían desviar la mirada ante su continua pesadez y yo... Yo quería que ese chico sonriera.

— ¿Nana? —Volvió a llamar él.

Despejé mi cabeza y lo miré en medio de la oscuridad.

— Feliz cumpleaños —Dijo suavemente mientras depositaba un sutil y suave beso sobre mi mejilla derecha.

No, Nana. Tú sólo lo querías ver sonreír porque te gusta Park Jimin.





→ unnie: forma en la que las chicas coreanas se refieren a sus amigas.

nebula → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora