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Nana.

No sabía por qué mi madre movía la pierna inquieta mientras estaba en la sala hablando con Jin pero esta mañana cuando él llegó con una caja de galletas, un helado de chocolate y dos yogures líquidos sabía que algo pasaba. Lo sabía no sólo porque lo conocía bien sino porque su mirada lo delataba.

Jin estaba preocupado y cómo no, luego de que hace una semana tuve ese horrible episodio en el que me tuvieron que hospitalizar por dos días.

Dejé que hablaran como él me había pedido, sólo me asomé una sola vez para buscar agua y ellos me miraron en silencio y no fue hasta que me retiré que siguieron con su plática. Yo no sabía por qué pero me daba la impresión de que lo que hablaban me involucraba a mí.

Pasadas las cuatro de la tarde fue que mi madre se levantó del sillón y fue hasta mi habitación a avisarme que ya podía bajar a ver a Jin. Él me recibió con un abrazo caluroso y tierno mientras me pedía que le guardara un poco del helado de chocolate que había traído.

— Me lo comeré todo —Le dije en broma y a él no pareció importarle mucho, sólo me sonrió y me dio un beso leve en la frente.

— ¿Te quedarás a cenar hoy? —Le pregunté.

Mi corazón sintió regocijo al saber que el resto del día lo tendría a mi lado ya que su presencia siempre me producía calma y seguridad, sobre todo cuando estaba entre sus brazos ya que me hacía creer que el mundo era un lugar sin migrañas, fotos de él con chicas y divorcios.

Sobretodo el tema de las chicas por el cual habíamos tenido aquella pelea, al final, Jin me explicó el por qué se encontraba con ella. Era por clases particulares y así fue como disipé todas las dudas sobre él. Yo creía en Jin porque siempre me hacía sentir cosas buenas.

Nos sentamos juntos en el sofá de la sala, yo me acosté sobre sus piernas mientras él me hacía mimos en el cabello y miraba mi rostro con dulzura. Siempre me ha gustado la mirada de Jin, es suave y transmite la paz que no encuentro en otro lugar.

— ¿Qué ha sido eso con mamá? —Quería saber a qué se debían sus caras largas antes de terminar la conversación y el intento de mi madre por secar sus lágrimas cuando se fue a la cocina.

— ¿Qué ha sido qué? —Intentó desviar la conversación hacia lo bueno que se veía el helado de chocolate pero se quedó callado cuando lo miré en silencio suplicante —Nana yo... Tengo... —Suspiró pesadamente —Tenemos que hablar.

Sentí mi corazón atarse en un nudo como si cada arteria y vena se hubiese hecho un ovillo sobre sí mismo intentando asfixiarme hasta morir. Temía lo peor, temía que la conversación con mi madre era una explicación de Jin hacia ella del por qué me estaba dejando.

Las dudas volvieron por escasos segundos.

Jin me estaba dejando. Seguramente por eso ahora me miraba como si las próximas palabras que fueran a salir de su boca iban a romperme en pedazos.

Así que me adelanté a la catástrofe.

— Me estás dejando —Dije mientras me levantaba del mueble y me echaba hacia la esquina contraria de donde estaba Jin mientras escondía mis manos entre mis piernas —Era de suponer.

Mucho me había aguantado, después de todo ¿quién querría estar con alguien cuya cabeza funciona mal pero los médicos se empeñan en decir que todo luce normal? Ni siquiera mi paciente y dulce Jin.

— ¿Qué? ¿Qué estás diciendo, Nana? —Preguntó él alarmado tomando mi mano y jalándome hacia él obligando a que lo viera al rostro. Lucía desconcertado y yo estaba confundida.

nebula → park jiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora