Capítulo 24.

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Llega el anhelo caliente y todo lo que siento es a Lucy. Aprieto sus nalgas entre mis manos. Escalo por su cintura y la abrazo desde ese punto, la levanto y ella enrolla sus piernas con agilidad alrededor de mi cintura. Sus manos se sostuvieron en mi cuello, jugando con las raíces de mi cabello. Su boca masajeaba la mía y su lengua interrumpía con sensualidad entre la mía, mientras yo le dejaba guiar el beso, debido que me gustaba complacerla.

Coloco su espalda contra la pared buscando un segundo apoyo y algo más de estabilidad, pero de todas maneras ella sigue resbalando hacia abajo. Me despegó y miro hacia atrás, buscando una solución.

Tienes todo un maldito salón vacío Alex. Utiliza una maldita mesa.

Sujeto fuertemente a Lucy desde abajo, por sus muslos, mientras caminaba a la mesa más cercana. Una parte de mi mente registra que esta es la primera vez que le tocó los muslos desnudos, irónicamente. De un tirón muevo una silla atrás descuidadamente lanzándola lejos. La colocó suavemente en la mesa y ella devuelve toda mi atención a su boca.

Mis manos suben lentamente por sus muslos y ella reprime un gemido en mi boca. Eramos puras caricias y sonidos de placer. Suelto un gruñido cuando ella muerde mi labio superior con sus dientes con firmeza. Dejo una estela de besos por su mejilla, delineando su mandíbula y llegando a su lóbulo. Bajo mi cabeza, buscando su cuello. Ella se mueve un poco para darme mejor acceso. Retuerce una de sus manos dentro de mi cuero cabelludo, dando un pequeño fuerte jalón y eso solo logra excitarme aún más, creando un pequeña contracción en mi centro. Su otra mano baja por mi espalda, tomando la hebilla de mi pantalón en la parte de los costados, para acercar mi cuerpo al suyo, invadiendo nuestro espacio corporal y creando un ambiente más caluroso entre ambas, logrando que mi cuerpo se curvase contra el suyo. Gracias a Dios que hoy era día de elegir si era pantalón o falda.

Empiezo a jugar con la zona de su pulso, sintiendo como este se aceleraba continuamente bajo mis labios, ella se retuerce debajo de mis manos y tensa sus muslos. Hace un esfuerzo monumental en no abrir sus labios carnosos y dejar escapar algún sonido que nos delate. Aunque con el sonido de besos y caricias y el ambiente sexual que ahora rodeaba todo, el lugar advertía a no entrar o a imbéciles metiches a observar. Solo para asegurarme, dejo que mis ojos corran a dirección de la puerta que se hallaba cerrada en ese momento, sin nadie intentando irrumpir.

Subo de nuevo a su boca, arrancando un gemido de sus labios y mis manos se deslizan fuera de su falda, toman su rodillas y la deslizó fuertemente, hacia mi, dejando la mitad de su trasero expuesto ante mis manos intranquilas. Ella presiente a donde yo quiero llegar, con su mano y sus tobillos me empuja delante chocando contra ella y, a la vez que juntaba nuestros cuerpos, evitaba que yo pudiese tocar algo. En eso suena el timbre finalizando el descanso y dando inicio a la siguiente clase, haciéndome maldecir entre sus labios, y creando una sonrisa en los suyos.

- Tenemos clases.- Dice mientras intenta bajar la intensidad que se extendía entre nosotras.

- No, no tenemos. Tenemos que ir a los clubes y tu puedes faltar.- Digo mientras intento volver a besarle. Ella retira la cara, y yo lo comprendo con una lentitud que no me pertenecía.- ¿No me ibas a dejar llegar tan lejos verdad?.- Ella niega con la cabeza, mientras se mordía el labio que estaba hinchado por mis cuidados. Yo me alejo, frustrada y me paso las manos por el cabello, fastidiada. Ella, en total calma, baja de la mesa y se alisa el uniforme. Toma una cola y se peina en un parpadeo. Yo siento como la ira se forma dentro de mi estómago, controlando cualquier atracción sexual que tuviese anteriormente.- ¿Cuál es el sentido de excitarme, encenderme, para luego no tener nada? ¿ Lo haces por ti? ¿Necesitas sentirte amada? ¿Tocada? ¿Necesitada? ¿Tomada?- Pregunto sin medirme en palabras, mientras gesticulo con las manos agresivamente, y siento una picazón en las manos por golpear algo. Miro al techo, intentando controlarla picazón de mis manos, y respiro hondo, nunca haría algo que le hiciese daño, aunque ella ponga a prueba mi paciencia.

She Is My Everything.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora