Capítulo 26.

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Mi cuerpo se hallaba dividido en dos emociones dominantes; por una parte estaba aquella calma y emoción que sentía hace días al saber que tenía a Lucy a mi lado y que ella me quería de la misma manera que yo, que me protegería sin dudarlo y estaría este día ahí conmigo; y por otro lado persistía esa sensación de que algo malo tendría a lugar esa tarde y por mucho que intentase desplazar ese sentimiento, era persistente, hasta el punto de no dejarme relajarme por completo y disfrutar de la emoción de ser parte del evento.

Cuando entramos al dojo, el estacionamiento estaba hasta no dar más. Por ser los copropietarios tenemos algunas ventajas, como puesto reservado, por ejemplo. Saltamos fuera del carro y nos reunimos con Papá que estaba organizando todo con un sujeta papeles en la mano y gritaba ordenes hasta que en su cuello se notaban todos los músculos de esa área y su cara se volvía roja por la falta de oxígeno al cerebro. Andrew llega por detrás y le da una gran palmada en la espalda, justo donde darías si esa persona se estuviera ahogando. Yo suprimo una risa al ver la cara de burla del pelirrojo. Alcanzo al par y me coloco al otro lado de Papá, y Mamá se acerca para darle un beso en el hombro. Mi padre le dedica una sonrisa cariñosa y sujeta una de las manos de Lily entre la suya que estaba libre. Aunque Papá sea un poco ausente en la casa, ama con locura a Mamá. La mira de la misma manera que Lucy me ve a veces, cuando no hago una tontería; solo que Lucy aceptaba y se reía de mis tonterías, a diferencia de mis padres que más de una vez han discutido por algo increíblemente insulso. Se escapa una pequeña sonrisa de mis labios.

- Bien papá, ¿Dónde me quieres?.- Pregunto mientras apretaba la banda negra que se ciñe a mi cintura, sin saber que tan malo sería el trabajo que me asignaría.

- Ve a preparar a los niños, están todos en el ala sur.- Me ordena y yo ruedo los ojos a punto de quejarme con irritación. Él hombre mayor levanta la mano, sin darme lugar a objección. Genial, los niños. Le hago una señal a Andrew para que se acerque.

- Lucy viene, posiblemente se tope contigo primero, en ese caso dile donde estaré, por favor.- Andrew asiente con calma; yo estoy a punto de alejarme cuando recuerdo otra petición.- Y otra cosa, yo estaré delante, cerca de las peleas...

- Entonces ella no puede estar contigo, lo comprendo. La cuidaré, no te preocupes. Ahora ve.- Acepta para luego ordenarme, señalando el camino por el cual debería ir. Le doy un abrazo y un beso en la mejilla.

- ¡Te quiero, And!.- Exclamo mirando detrás de mí donde se hallaba el pelirrojo, para luego caminar rápido al salón sur.

Al acercarme al lugar cerrado podría oír gritos y retos del estilo "¡Dale más duro!" ó "¡No seas gallina!". No necesitaba ninguna otra invitación o explicación de qué era lo que sucedía dentro; además de querer ahorcar a quién sea que haya dejado a unos posibles niños violentos solos. Abro la puerta principal de un golpe, encontrandome a todos los niños del salón reunidos en un círculo y dentro de este estaban dos niños mayores dándose golpe limpio en el suelo. Ruedo los ojos con fastidio. Genial. Yo intento que mi presencia sea advertida sin llamar la atención, suelo ser buena en eso. Simplemente me quedé en la puerta con una actitud fría y calmada. Encuentro con la mirada a Char congelada entre la multitud, sin saber como reaccionar ante la pelea. Poco a poco, los niños desplazan su atención de la lucha callejera hacia mi, entre ellos Char.

- ¿Alex?.- Pregunta con su diminuta voz parisina. Los niños se golpeaban mutuamente con los codos, llamando la atención de los demás. Yo los investigo a todos con la mirada, impasible e inescrutable. Me acerco al que me parece el eslabón más débil de toda la cadena. Lo tomo por el cabello, ignorando el pequeño grito de dolor que suelta y lo llevo arrastrado al círculo que ellos mismos crearon. Lo tiro al piso en un movimiento brusco.

- Sepáralos o no subes de cinturón.- Era una amenaza vacía, ya que eso no dependía de mi, y yo lo sabía bien, solo quería saber de que era capaz. El pequeñajo tenía algo que me llamaba la atención y si no salía con naturalidad, entonces yo forzaría su salida.

She Is My Everything.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora