Capítulo 2

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Es mejor equivocarse siguiendo tu propio camino que tener razón siguiendo el camino de otro.- Fiodor Dostoievski

DANEL

Sentí como el viento me daba de frente mientras aceleraba. No sabía realmente por qué me gustaban tanto las motos, puede que fuese por la sensación de libertad que transmiten, el poder de inclinar mi cuerpo con furia en las curvas, acelerar bruscamente y tener que agarrarme al manillar para que mi cuerpo no se quede atrás y corra tanto como la moto; quizá solo fuera por la sensación de soledad, tú y tu moto, a saber.

Pero todas esas sensaciones no las podía sentir en este momento, no cuando tenía a mis mejores amigos por detrás chillando y acelerando bruscamente. A la velocidad que íbamos no tardaríamos mucho en llegar al aparcamiento más cercano al chalet.

-Danel tío, ¿ Cuándo me dejarás probar tu moto?-me soltó Chris admirándola.

-Ni los sueñes.-respondí sin pensarlo.

Era de las mejores motos del mercado, solo mi mejor amigo Ian sabía cómo la había conseguido, pero sé que no diría nada. Los demás no me lo habían preguntado, supongo que se imaginarían que la había robado, y no me apetecía contradecirlos.

El sonido de la música llegaba hasta el parking, al parecer aquella tía se había montado bien la fiesta. El volumen de la música aumentaba a medida que nos acercábamos, en el jardín de entrada ya había unos cuantos pasados de copas y dentro la gente bailaba, hablaba con los amigos y reía. Nada más entrar dos chicas jóvenes se me acercaron, eran rubias, altas e iban muy maquilladas.

-¿Qué tal el verano Danel?- preguntó la más delgada pestañeando más veces de las debidas.

-Mmm...bien, ya sabes, fiestas, alcohol...Lo de siempre.- respondí.

Me miraban los labios descaradamente, como si se me fueran a lanzar las dos a la vez en dos segundos.

-¿Pero no me presentas a tus amigas?-acudió Ian.

Las dos se fueron en cuanto le escucharon y no pude evitar echarme a reír. Ian suspiró preguntándose qué había hecho mal para que huyesen. Sin embargo yo me alegraba por él, porque yo quizá no, pero él definitivamente se merecía a alguien mejor que aquellas chicas, alguien que lo valorase por quien era de verdad.

Lo agarré del hombro y lo guié hasta donde una multitud estaba unida viendo como algunos se emborrachaban. En el centro había alineados chupitos pequeños , el juego consistía en meter una bola de Pin Pon en uno de ellos para que la pareja contrincante se lo bebiese. Ian y yo nos metimos en el juego sin pensarlo dos veces y en 10 minutos ya se nos habían rendido dos parejas puesto que aún no había fallado un tiro todavía. Ian alucinaba.

-Déjate anda.-me dijo este.- Así no tiene gracia.

La verdad es que me daba absolutamente igual si este juego tuviera gracia, no quería acabar como los que se me enfrentaban que mucho se reían al principio...hasta no poder mantenerse. Si era capaz de encestar 30 pelotas seguidas lo hacía, al fin y al cabo, podían rendirse cuando les apeteciera.

Pensaba marcharme hasta que una chica rubia acudió a enfrentarme arrastrando a otra para que fuese su pareja. La rubia era mona, tenía unos ojos llenos de emoción como si no hubiera estado en una fiesta de verdad es su vida. La de al lado tenía el pelo castaño, con unas mechas claras que se notaba que eran naturales a distancia, llevaba un vestido apretado por lo que pude ver su cuerpo que apuntaba maneras y con el poco maquillaje que llevaba era la más hermosa que había visto en la fiesta. Miraba hacia abajo como si estuviera intimidada por todas las miradas que le echaban.

Y no, definitivamente no era de esas que se hacían las tímidas solo para llamar más la atención, ella de verdad no parecía querer estar ahí.

Me miró fijamente y le guiñé un ojo.

-Las damas primero.-dije sonriente, esta me miró con cara de pocos amigos.

Esto iba a ser divertido.

La rubia cogió rápidamente la pelota y la lanzó aproximadamente a dos metros del chupito más esquinado. No pude evitar soltar una carcajada.

Era mi turno, metí la primera pelota, la segunda y la tercera. Miré a las dos jóvenes que no hacían más que llevarse chupitos a la boca. La rubia parecía divertirse, como si no hubiera acabado de tomar 3 chupitos de tequila a pelo. La otra estaba ya bastante borracha, ahora se reía pero no dudaba que con un par de más no podría ni mantenerse en pie.

Sin pensarlo dos veces lancé y fallé al rede. La morena me miró como si me culpara por fallar, Ian me miró levantando una ceja pero no dijo nada.

-Ya puedes aprovechar tu turno.-Le dije acercándome a ella.

-No lo dudes.-me respondió sin alejarse.

-O puedes simplemente rendirte.- le susurré.

-Ni lo sueñes.

Al otro lado del arcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora