Capítulo 3

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En el momento que dejas de pensar en lo que puede pasar, empiezas a disfrutar de lo que está pasando.

Ashley

Maldita sea la hora que decidí venir a la fiesta, maldito sea el momento en el que dejé que Lena me arrastrara aquí, maldito sea el chico guapo que no fallaba un solo tiro, maldito sea el instante que el alcohol me nubló la cabeza y todo lo anterior me dejó de importar.

Alcancé la pelota y miré los vasos intentando apuntar, ¿Alguien estaba moviendo los vasos o era mi cabeza la que daba vueltas? No estaba muy borracha aún; sin embargo, con el calor y la acumulación de tanta gente dentro de la casa me estaba comenzando a marear. Lancé y sorprendentemente la bola se metió en el vaso del centro.

-¡Esa es mi amiga!- exclamó Lena haciendo un baile extraño. Si mis sentidos hubiesen respondido correctamente estaría muerta de vergüenza, pero en ese momento no me importaba.

Lancé la bola de nuevo y volví a encestar haciendo que los dos tíos de al lado se llevasen el segundo chupito a la boca. El capullo de mi derecha me miró divertido cuando fallé mi tercer tiro.

-Puedes rendirte ahora.-me dijo él.

-¿Rendirme? Nunca.-contesté sin ser consciente de que mi cuerpo no aguantaría mucho más. Me tambaleé pero conseguí mantener la compostura y sonreí, lista para seguir. Él suspiró, parecía tener una lucha interior decidiendo qué hacer.

-¿Te vas a volver a dejar?- le piqué.-¿Crees que por ser chica no puedo aguantar más que tú?

Me miró serio.

-Dios, ¿Cuándo he hecho yo un comentario de ese estilo? Me da igual quien coño seas solo hace falta ver cómo estás.-dijo mientras tiraba sin mirar la bola y metía de nuevo.

Lena no podía parar de reírse de la situación y su risa solo aumentó con el tercer chupito. Yo, en cambio, tenía un dolor de cabeza impresionante y ese ruido al que llamaban música me estaba comenzando a hacer daño en los oídos. La habitación entera me daba vueltas y dudaba poder mantenerme en pie mucho más tiempo.

DANEL

Con solo una mirada podía asegurar que en poco tiempo caería al suelo, aunque tampoco había bebido lo suficiente como para ponerse tan mal.

-Está bien, me rindo.-No tenía mucho sentido que yo justamente me rindiera ya que seguía siendo mi turno, pero me daba igual.

-¿Te rindes?

-Sí.

Las dos se abrazaron, una no paraba de saltar y la otra simplemente intentaba mantener el equilibrio. Normalmente ya me hubiera ido y hubiese dejado que aquellas dos se buscasen la vida; sin embargo, algo me decía que la morena necesitaba ayuda y me sentía algo culpable.

-Te he ganado.-susurró acercándose a mí.

-Oh no.- respondí agarrándola para que no se cayese.- En este juego no pierde el que se rinde sino aquel que pierde la cabeza, mañana sabrás que lamentablemente tú has sido la única perdedora.

-Lo que tú digas.- dijo apoyando la cabeza en mi pecho y cerrando los ojos completamente. No, no se podía dormir. Ian, quien no había intervenido mucho en esta partida, acudió a ayudarme.

-Danel tío, a esta hay que llevarla a casa.

-¿Sabes acaso dónde vive listo?

La rubia bailaba sin ser consciente de nada, el alcohol se había hecho completamente dueño de su cerebro.

-Tú.- la llamé.

-Tengo nombre, Lena.

-Como quieras.- le respondí seco.- esta que tengo en brazos resulta ser tu amiga, así que ya me puedes ayudar o decirme qué hacer.

Acudió corriendo a verla, sorprendida, como si no se acordarse que ella misma fue quien la convenció para que jugase. Con esta no había nada que hacer; le mandé a Ian que bailase con ella para distraerla prometiéndole que yo cuidaría de la otra.

Antes de poder sacarla de la fiesta se me acercaron Jorge y Alex.

-¿Te vas?- me preguntaron sorprendidos.-Déjala en una habitación de arriba que hay varias vacías, no salgas de la fiesta solo por una chica.

-La voy a sacar fuera para que le dé un poco el aire, tranquilos, en nada vuelvo.-dije restándole importancia al asunto.

Al salir al parking y volver a notar el viento en su cara abrió los ojos. La dirigí al lado de un árbol en el que no había casi gente y me senté a su lado. No estaba tan borracha como pensaba, quizá se había agobiado y se había quedado medio desmayada por el calor, no lo sé. Sin embargo, el efecto del alcohol seguía estando presente.

-¡No sabes controlarte ni sabes lo que es una fiesta o qué te pasa!- le espeté.

-Lo siento... yo no soy así.

-¿Quieres que llame a un taxi? O no sé... tus padres podrían venirte a buscar, quizá estén preocupados.

Su cara cambió en cuanto mencioné sus padres, miró alrededor como si no supiese dónde se encontraba.

-O no, tranquilo, no lo harán.-me respondió.-Y ya estoy mejor.

Se levantó y comenzó a andar. La seguí sin dudarlo.

-En serio, no me tienes que acompañar hasta mi apartamento.

-Dijo la que no puede ni andar recto.-le contesté.

Estuve a punto de entrar en la fiesta y dejarla para que hiciese lo que le diese la gana. No sé qué opinarían los de la banda si supieran que me estaba perdiendo una fiesta por cuidar a una chica quien tampoco estaba extremadamente bebida. Sin embargo recordé la promesa que hice a Ian y no tuve más remedio de seguirla. De vez en cuando se desestabilizaba y se apoyaba en mi hombro para seguir andando. Y luego decía que no me necesitaba...

De repente se agachó y empezó a quitarse los tacones.

-Estás loca.

-Loca no, la última vez que comprobé solamente estaba borracha.-rió.

Mierda, definitivamente ya había entrado en la fase donde absolutamente todo le hacía gracia.

-Te vas a cortar los pies.- le advertí.

-No si me coges en brazos.

Saltó encima mío sin dejarme tiempo para responder y no tuve más remedio que cogerla. No pesaba absolutamente nada, envolvía sus brazos alrededor de mi cuello, y echaba la cabeza atrás con la sonrisa más bonita que había visto en el mundo. Era la primera chica que se veía condenadamente sexy estando borracha. Esperaba que nadie me viese en esta situación, para todos de mi banda era el fuerte y el que conseguía a todas las chicas, no el que llevaba en brazos a una hasta su casa.

-¿Vamos, en qué piensas?- me preguntó mirándome a los ojos.

-Sinceramente en que te voy a soltar y volver a la fiesta si no te callas.

-Uf, pensaba que no eras de esos chicos que se creen duros y lo mejor del mundo entero, pero estaba equivocada. No solo perteneces a ese grupo, sino que eres el peor de ellos.

Estuve a punto de soltarla de golpe, no lo hice por dos razones. La primera porque estaba borracha y no sabía ni lo que decía y la segunda porque tenía toda la razón.

-Dime tu nombre y juro que me callo.-me dijo.

-Danel.

-¿Daniel?- me preguntó.

-No, Danel a secas.

-¿Dónde te has dejado la i?- comenzó a reír a más no poder.

Se acabó, la dejé en el suelo para que siguiera andando por su cuenta. Torció la esquina y por un momento la perdí de vista, aún así continuaba escuchando sus carcajadas. En un principio dudé entre seguirla o no pero no quería que le pasase nada por lo que la seguí a una distancia apropiada; la suficiente para que la pudiese vigilar y ella no viese lo estúpido que era siguiéndola hasta que entró por la misma puerta de la residencia de estudiantes.

Al otro lado del arcoírisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora