Capítulo VI

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— ¡¿QUÉ?! —sus ojos se abrieron enormemente y el velo somnoliento que el alcohol iba deslizando sobre él se desvaneció del todo.

— Eso, sólo tengo una habitación… yo —se mordió los labios, la verdad no esperaba a que el chico reaccionara de esa manera.

 De alguna forma, se había hecho creer que al decirle esto, él saltaría a sus brazos a besarlo y a pedirle que tuvieran sexo, o algo así pasaba en su cabeza.

— Dios mío ¿No tienes una habitación? ¿Entonces por qué me mentiste? ¡Me trajiste hasta aquí! ¿Sabes que hora es? ¿Dónde voy a encontrar algo a esta hora…? Demonios, eso me pasa por crédulo e idiota —se le levantó del sofá y pronto sus piernas comenzaron a caminar en un vaivén frenético mientras frotaba sus dedos contra su frente.

— Hey amigo, cálmate —murmuró desde su posición en el sofá, con los brazos cruzados y la vista pegada en la cara contraria. Si que había reaccionado mal.

— Es que no entiendes… demonios, aunque tampoco es tu culpa, tú sólo quisiste ser amable con un desdichado en apuros y yo, yo de verdad te lo agradezco Frank, pero necesito un lugar donde dormir, en paz. —se medio sentó a su lado, estrechando una de las manos de Frank entre las propias y mirándolo con sus grandes orbes color esmeralda.

— Si quieres puedes quedarte en mi cuarto, yo dormiré en el sofá —dijo poniendo su mano libre sobre las de Gerard, palmeando con calma sobre ellas—  ¿Está bien así? Mañana veremos que haremos —sonrió ahora.

— Frank, eres tan amable conmigo, te juro que no re merezco ¡Te lo compensaré completamente! — eclamó Gerard emocionado, soltando el agarre de las manos y lanzándose sobre él.

Me va a besar. Me va a besar. Me va a besar. Me va a besar. Me va a besar. La mente de Frank corría a mil por hora. Pero gran fue su sorpresa, o quizás se lo esperaba, pero su esperado beso se convirtió en un cálido  y apretado abrazo casi interminable.

— Eh… —murmuró desanimado— Sígueme, te mostraré la habitación —sonrió luego caminando hacia el cuarto con Gerard a sus espaldas—  Sé que no es ni la cuarta parte de tu antigua habitación o de los hoteles que supongo sueles visitar, pero es confortable.

El cuarto era casi del mismo tamaño que la salita, una cama de dos plazas ocupaba gran parte del mismo, enalteciéndose con almohadas de plumas y un cubrecama color turquesa. Las paredes eran de un crema casi blanco, el visillo de las cortinas eran del mismo color y sobre estas cortinas que resaltaban contra los demás colores de la habitación. Eran completamente negras y con las barras de Black Flag pintadas en medio con Spray plateado. Contra la pared había un enorme closet color rojizo, con las puertas abiertas de par en par dejando ver un terrible desorden, a la izquierda del mismo una guitarra electroacústica blanca descansaba sobre un amplificador de 45wats. Contra la pared contraria había un mueble similar al de la sala con una televisión igual pantalla plana pero de menos pulgadas y junto a esta, una play2 con miles de juegos desparramados bajo la misma.

— Lindo cuarto… —Gerard sonrió dando unos pasos dentro de la habitación, de pronto su vista se posó sobre las cortinas y sus ojos se abrieron aún más— ¡WOW! ¿TE GUSTA BLACK FLAG?

Frank frunció el ceño divertido ante los cambios de actitud de Gerard y ante la manera en que se había sorprendido por sus cortinas.

— ¿A quien en su sano juicio no? —replicó encogiéndose de hombros y sonriéndole con las cejas casi tocando el nacimiento de su cabello.

— Es que he conocido a tanta gente y a nadie le gusta. Demonios, eres perfecto —exclamó mirando la guitarra, sin medir el efecto que estas palabras causaban en el contrario— ¿Tocas guitarra? Oh maldición, de verdad eres perfecto.

El avellana lo miraba divertido, con color en las mejillas y algo subiendo por la boca del estómago. Claro que podía tener oportunidades con él, gracias al cielo era fácil de impresionar. Bastaba con dedicarle una canción en la guitarra y abriría las piernas…. Fácil…

— Frank ¿Frank? —se acercó a moverlo, al ver que la vista del contrario se perdía hacia el techo— ¿Estás bien? —este asintió un par de veces.

— Wow, muero de sueño, hasta mañana entonces —sonrió enormemente caminando hacia el closet y tomando un par de frazadas del mismo. Gerard se sentó sobre la cama y se comenzó a quitar las converse, sus ojos seguían viajando por el lugar y pronto un bostezo se escapó de sus labios.

— Hasta mañana Frank Iero y de verdad gracias por dejarme dormir en tu cama… eres el mejor —le guiñó un ojo, manteniendo su sonrisa hasta que este cerro la puerta a sus espaldas y se encaminó hacia el sofá para pasar la noche pensando en el extraño invitado que le había quitado la cama.

Gerard suspiró enormemente y se lanzó sobre la almohada, abrazándola e inhalando profundamente, el olor de Frank estaba impregnado en estas. Sonrió enormemente y se quitó la chaqueta junto con los jeans, metiéndose a dormir bajo las tapas con una copia rellena de plumas de quien lo había rescatado de las peligrosas calles de ese New Jersey.

                                                       *

El sol estaba por llegar al medio del cielo y las dos personas en el 3-A seguían completamente dormidas. Una de ellas había pasado del sofá al frío suelo y de ahí a golpearse la cabeza con la mesita de centro al despertar.

— Oh demonios… es como si hubiese estado teniendo sexo toda la puta noche… —se quejó levantándose con dificultad y con una mano sobre la columna lumbar, masajeándose en círculos.

Caminó hacia el cuarto de baño, era ya cerca de medio día cuando se metió a la ducha. Sus ojos aun no terminaban de abrirse del todo cuando salió de cuarto de baño con una toalla bajo las caderas y camino a su habitación en busca de su ropa. Entró a esta sin fijarse en nada y se adentró en las profundidades de su closet mientras se tallaba un ojo con cansancio. Pronto tuvo lo que quería y lo tomó del closet para depositarlo a los pies de su cama mientras se quitaba la toalla para secarse el resto del cuerpo. Pero de pronto algo lo despertó, un grito, desde su cama.

— ¡TÁPATE! ¡ESTOY AQUÍ! —era una voz de hombre, un chico ¿Cierto? ¿Cómo había llegado ahí? Oh demonios… de pronto lo recordó todo, el chico del bar, luego en su sala de estar, quien le había dicho perfecto indirectamente, en su cama. No habían tenido sexo ¿Cierto?

— Lo siento, lo siento —se puso rojo y volvió a cerrar la toalla en torno a su cintura, el contrario, Gerard, sí ese era su nombre, se había tapado la cara con una almohada y se negaba a dejar de abrazarla contra su rostro hasta que Frank estuviera completamente vestido.

Bueno, si hubiesen tenido sexo Gerard no estaría reaccionando como una niñita que jamás ha visto un pene. Sonrió ante su lógica y terminó de vestirse frente a su invitado.

common people ・ frerardWhere stories live. Discover now