Capítulo XXIII

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Las lágrimas habían hecho su nido en los párpados del mayor de los Way y cuando despertó al día siguiente le costó un poco abrir sus ojos, notó como estos seguían irritados y al momento siguiente recordó por qué estaban irritados.

 Quiso morir en ese mismo lugar, deseo desaparecer por ser tan estúpido y crédulo y más un, deseo morir porque Frank no estaba ahí. Sus ojos se pasearon por el lugar, estaba sobre el sofá del departamento de Bob, el sol le golpeaba de lleno sobre la cara y al ver la ubicación de este adivinó que era pasado el mediodía.

Torpemente se desperezó, intentando no hacer ruido para ir a terminar sus asuntos pendientes, pero en cuanto se incorporó, su hermano llegó a su lado con una enorme sonrisa.

 — Anoche te quedaste dormido en la calle ¿Puedes creerlo? —comenzó con una sonrisa— Con Bob tuvimos que cargarte hasta los asientos traseros del auto y como no despertabas, de dejamos durmiendo en el sofá.

 — Gracias hermano —suspiró Gerard atrapando al menor entre sus brazos, este comprendió de inmediato que necesitaba un abrazo. Pero Gerard nunca había sido bueno con las peticiones formales.

 El rostro de Frank seguía dando vueltas en su cabeza, el cómo había evadido la pregunta, el cómo le había mirado… tan triste, tan vacío y como luego simplemente le había dado la espalda para perderse en la misma calle donde una vez se conocieron.

 No podía creerlo, simplemente esto no cabía en su cabeza ni siquiera en su perfil de Frank, Frank no era así. Siempre se había mostrado tan trasparente con él que solo pensar que traía un secreto así de grande e importante consigo le descolocaba.

 — ¿Me dirás que pasó entre tú y Frank? —preguntó Mikey al cabo de un rato, trayéndolo de vuelta a la tierra.

 — Más tarde, antes tengo que cerciorarme de algo —contestó poniéndose de pie rápidamente— Promesa —agregó con una sonrisa, lanzándole un beso a su hermano y bajando las escaleras de a dos escalones.

*

 Veinte minutos después estaba subiendo las escaleras del apartamento que compartía con Frank.  Aunque fuera algo ególatra, esperaba que al entrar Frank se le lanzara a los brazos diciéndole lo mucho que le amaba y pidiendo disculpas.  Pero esto no pasó, en realidad al cerrar la puerta a sus espaldas el lugar se mantuvo en silencio. No había nadie ahí y por lo tétrica que se veía la sala con las cortinas cerradas y sus pinturas a medio terminar, se podía deducir que tampoco nadie había dormido ahí.

 Sin darle más vueltas al asunto se dirigió al enorme estante donde había encontrado el sobre, quería abrirlo, descubrir el secreto que este escondía y luego recoger sus cosas para volver a casa.

 Pero cuando estuvo frente a este descubrió que alguien se le había adelantado en esta labor. Cada uno de los libros que antes habían estado ordenados tan celosamente descansaban ahora unos sobre otros en el suelo, los escaneó con la mirada más no había rastros del libro con pasta roja y obviamente el sobre tampoco estaba.

 Con el corazón desbocado cayó de rodillas, pronto las lágrimas se volvieron a hacer presentes aunque infantilmente creía que la noche anterior las había agotado todas. Sus dedos se paseaban entre la pasta de estos libros, intentando encontrar algo que le dijera que mierda pasaba por la cabeza de Frank, pero no hubo respuestas, sólo desconsuelo.

 Adolorido y con ganas de terminar pronto, sacó su teléfono celular, le contaría todo a Mikey, este entendería y juntos se marcharían a casa. El teléfono sonó dos veces y su hermano contesto.

 — ¿Qué pasa Gerard?

 — Mikey… —suspiró intentando contener las lágrimas, su voz sonaba quebrada.

common people ・ frerardWhere stories live. Discover now