EXTRA II

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En contra de los estándares impuestos, en contra de la casta imagen que todos sus trabajadores tenían de él, en contra de las creencias sobre el matrimonio que su madre le había inculcado y la prohibición a lo extraño que su padre le había metido en la cabeza, en contra de todo lo que creía lo había hecho, se había casado. Con otro hombre. Y se sentía la persona más plena y feliz del mundo.

 Robert era alguien tan especial y aunque todo fue rápido en los primeros días, ahora tomaban un ritmo más tranquilo, algo que a ambos les hacía sentir cómodos.  Ese viaje a Nueva Jersey en busca de su hermano le había dado el regalo más grande del mundo: El amor.

Habían dado el ‘Sí’ hace dos años ya, semanas después de la muerte de su padre. El apellido Bryar acompañaba el propio, haciéndolo lucir aún más.  Al año de casados contrataron un vientre de alquiler, el cual les había traído una hermosa niña con los rasgos de los dos, quien fuera que la viera, los vería a ellos en un mini envase comprimido.

La imagen de ambos había salido en varias revistas de negocios, un matrimonio de hombres como líderes de una multinacional no se veía todos los días, después de todo. En meses aparecieron más contratos y en un corto tiempo la empresa se expandió en un 70%

— Hola —una voz familiar resonó en la oficina, sacándolo de sus pensamientos.

De inmediato levantó la mirada por sobre sus lentes, su esposo estaba parado en la puerta de la misma, sonriendo enormemente. En el acto su sonrisa apareció, dejando todo de lado y poniéndose de pie inmediatamente.

— Creí que no llegabas hasta mañana —sonrío Mikey acercándose a besarle los labios.

— Quería que fuera una sorpresa —contestó el rubio, acariciando su espalda.

— Lo fue —sintió Mikey, tomándole de la mano y acercándolo al sofá.

— ¿Qué planea hacer, señor Gerente? —bromeó Bob dejándose llevar.

— Sólo quiero aprovechar el tiempo perdido con mi esposo —contestó haciendo un pequeño puchero— ¿Cuánto fue? ¿Dos, tres días?

Bob sonrío ante esto, tomándolo por la cintura y posándolo sobre sí, sus manos siguieron acariciando su  cuerpo mientras sus labios intentaban fusionarse con los contrarios, para luego bajar y recorrer cada centímetro de piel en el cuello de éste.

— Te amo —suspiró Bob contra sus labios.

— Yo te amo más —contestó Mikey deshaciéndose de una vez de su camisa.

common people ・ frerardWhere stories live. Discover now