Les dejo foto de Dyon.
A las 6:00 a.m. me encontraba en el gimnasio, rutina de abdominales. La puerta se abrió y uno a uno mis pupilos fueron ingresando, menos Ding Dong, de seguro se habrá quedado dormido.
-Hey Pete, encárgate de estos holgazanes mientras que voy a buscar a la oveja perdida. -Le ordeno a mi asistente en los entrenamientos.
-Déjalo dormir, llegó muy tarde anoche.
-Yo también y aquí estoy ¿O no? _Me justifico.
-Julián no puedes compararte con él.
-Pet, ¿De verdad vamos a tener esta conversación? -Lo miro severo, es mi amigo pero no le permito que me cuestione en frente de mis estudiantes.
Se cruza de brazos y sopla el silbato. -Muy bien, diez vueltas ahora. -Les indica con autoridad a la nueva generación de cazadores, que inician las rondas.
Me voy en dirección al pabellón de los novatos, sé cuál es su habitación, está cerrada. La abro con precaución y lo veo dormido. Me acerco con cautela, se ve tan relajado, su respiración pausada. Me daba un poco de pena despertarlo, a quién engaño, no es cierto, lo disfrutaré.
Me llevo el silbato a la boca y soplo tan fuerte como mis pulmones lo permiten en su oído. El chico al escucharlo abre los ojos como platos, se endereza a la velocidad de la luz y se va de medio lado, cayendo sentado sobre el frío suelo. Le toma unos segundos reaccionar ante lo que acaba de ocurrir, cuando lo descubre, su mirada asesina se clava en mí.
-¿Cuál es tu maldito problema? _Me reclama poniéndose de pie y sentándose en el borde de la cama. -¡Eres un demente! _Expresa pasando las manos sobre su rostro, terminando de desperezarse.
-Dime algo que no sepa chico.
-Dyon, ¿Qué tan difícil puede ser recordar mi nombre? -Me reclama.
-Ya que insistes en eso, te seguiré llamando Ding Dong, ¿Te gusta?
-No. -Me mira fijo.
-Bueno, no me importa, tienes cinco minutos para mover tu trasero al gimnasio.
Me vuelve a ver con cierto resentimiento pero no me importa, ya estoy acostumbrado a esta clase de reacción. No puedo ser dócil ni condecendiente con ellos, eso los haría débiles, y necesito guerreros, no niñitas mimadas.
Me alejo y lo escucho dejar salir improperios. Cada uno de estos adolescentes tiene su futuro marcado, la mayoría no alcanzará la mayoría de edad. Hasta los catorce años tienen una vida normal, durante los siguientes cuatro años, serán entrenados para convertirse en armas letales. A los dieciocho años, hay una iniciación, para luego ser asignados al campo de batalla. Es una profesión peligrosa, pero alguien tiene que hacerlo.
Cuando llegamos los demás están en la etapa de abdominales, van en sincronización. Hombres y mujeres, aquí no hay diferencia ni preferencias, todos son tratados por igual y se les exige el mismo nivel de desempeño.
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CAZADOR
VampireÉl, el mejor cazador que ha existido en su época. Los seres de la noche tiemblan al escuchar su nombre. Ella, la princesa de un largo linaje de vampiros, sanguinaria, implacable cuando se trata de matar cazadores. Un encuentro casual, una atracción...