CAPITULO 32

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Desde un principio el plan no fue de mi entero agrado, tenía esa maldita corazonada que no funcionaria, sin embargo, siendo positivo, esperaba equivocarme, pero desde que Sara me.... Bueno lo que sea que me haya hecho, mis sentidos se dispararon como bala de cañón y podía presentir eventos futuros que antes no, como una clase de radar.

El viento golpeaba sin tregua, aunque proveídos con todo el equipo necesario para escalar aquella empinada montaña de piedra y hielo, me costaba mantenerme firme. Íbamos en fila india, encabezados por Sara, no me extraño que me dejaran recluido de último. La única razón de mi poca tranquilidad es que era Will el que iba delante de mí, de haber sido otro, también tendría que preocuparme de que cortara la cuerda, por más habilidades vampíricas, no resistiría una caída de esa magnitud.

_ ¿Estás bien? _ Consultó Will con la cara cubierta de una fina escarcha.

Le hice una señal afirmativa con el dedo pulgar, agradecía que al menos, no sintiera frío. Escuché un estruendo, rocas lloviendo sobre mí, apenas pude visualizar como un bulto oscuro se precipitaba al vacío. Un pronunciado grito me alertó, al pasar junto a mi lado, la sujeté de la mano tirando de su brazo sin delicadeza.

Los ojos grises de Sabanna me miraban con horror, jamás la había visto tan asustada. Sara le insistió que se amarrase al arnés pero no quiso, he aquí las consecuencias.

_ Tranquila chiquilla te tengo. _ La hale con fuerza, subiéndola despacio, aferrándose a mi cuello, la sostuve con mi brazo libre.

_ ¿En qué carajos pensabas? _ La regañé. Pero al ver su expresión de miedo, decidí callar. _ Ve a mi espalda. _ Le ordené con voz autoritaria. Ella accedió, le pasé una eslinga que rodeo su cintura, la aseguré a mi cinturón.

Con doble carga empecé el trayecto de ascenso de nuevo. Will no se movió de su lugar, atento si requería apoyo.

Con la mano le dije que continuara, vi como reforzaba el anclaje, ni en mis más locos pensamientos me vi trabajando con vampiros ni confiando mi vida a ninguno de ellos. Después de 30 minutos al fin llegamos a la escotilla mencionada por David, me extrañé porque tuvimos que esperar 10 largos minutos para subir por completo, luego comprendí la razón. No era un túnel como David explicó sino como una clase de canal de ventilación. Ayudé a Sabanna a ingresar, cuando vi los pies adentro, me impulsé entrando en el estrecho lugar.

A rastras me fui escabullendo, apenas con el espacio suficiente para deslizarme ¿Cómo se suponía que la reina huiría por aquí? No lo comprendía. Al otro lado la luz me recibió, Sara abrazaba a Sabanna con angustia, de verdad esta chica le importaba.

_ Pude perderte. _ Le dijo con la voz entrecortada.

_ Lo lamento. _ La peli azul bajo la cabeza.

_ Gracias. _ Susurró la princesa.

Asentí con un leve movimiento de mi cabeza. Bien ya estábamos adentro, Andreína y David se encargarían de inhabilitar las cámaras para no ser localizados. Me preguntaba cómo le estaría yendo al otro grupo.

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Narra Dyon:

_ Esto es una pésima idea. _ Le digo a mi fuero interno, frotando mis manos para entrar en calor.

Mis acompañantes compartían mi opinión aunque no lo expresaran con palabras. Cuando Ígory lo propuso Julián se negó rotundamente, pero tanto él como nosotros sabíamos que no resistiríamos las altas temperaturas ni el peligroso ascenso, entonces el líder de los Valkar pronunció aquel descabellado plan al que todos estuvieron de acuerdo, y aquí nos encontrábamos, en la parte de atrás de un camión, conducido por un vampiro aliado de los Cuervos, como ganado para los vampiros.

Parece ser que cada semana traen alimento para la población que habitaba en el Arca y para la reina, y pareció la manera más sencilla de entrar al Armagedón sin ser detectados.

La carpa se abrió, un vampiro observo la mercadería, es decir, nosotros, dando el visto bueno para el paso. Una vez adentro, nos indicaron bajar, Mandrake se indispuso cuando lo empujaron para que caminara.

_ Cuidado sabandija. _ Chasqueó entre dientes.

La empuñadura del AK 47 que sostenía, se hundió en el estómago de Mandrake, éste reaccionó pero al ver su error, se tragó su orgullo, y sumiso se levantó. Largos e interminables corredores nos recibieron, con una iluminación escasa.

El vampiro inserto una tarjeta en una ranura de la pared, abriéndose la puerta metálica, visualizando unas celdas en las cuales fuimos ubicados. Me tocó compartir con Dorothy, no podía disimular su temor, se reflejaba en sus ojos.

Por instinto la abracé, correspondiendo a mi abrazo. La bese en la frente, agradeciendo que Andreína no viniera a esta misión suicida. Si no fuera porque Julián estaba con Sara, temía que los clanes nos dejaran podrirnos aquí para el propósito de nuestra existencia, comida para ellos.

Ahora debíamos esperar, se suponía que en cualquier momento la caballería arribaría, sacándonos de aquí y armándonos, el hecho de no contar con nada con qué defenderme me abrumaba.

El reloj avanzo muy lento, o eso me parecía, Dorothy se sentó sobre una litera, las piernas brincaban como una liebre, mordiendo su labio inferior repetidamente, en un acto involuntario de nerviosismo.

Los demás intercambiaban miradas de desconcierto, transcurrieron 15 minutos y la calma prevalecía. Ya empezaba a impacientarme cuando Julián apareció con la tarjeta que abría las celdas.

_ Ya era hora. _ Le reclamé.

_ Baja el tonito de voz altanero o te quedas encerrado.

_ No te atreverías. _ Achico mis ojos acusándolo.

_ Pruébame Ding Dong. _ Sonríe con burla.

_ Ding dong. _ Repito controlándome.

Megan y el resto ahoga una sonrisa. Esta me las pagara cuando salgamos de este manicomio.

Will comienza a repartir las armas como regalos en fiesta de navidad, nos equipamos, quitando nuestros abrigos, quedando con ropa más cómoda y acorde con la ocasión, un uniforme por completo de color negro.

_ ¡Listos! _ Julián nos mira con atención.

Asentimos no muy convencidos, que Dios nos acompañe, acabamos de ingresar a las fauces del lobo.

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Hola terrícolas, por más que intenté actulizar antes no pude, sorryyyyyy. Además el capítulo me quedó re cortito, pero preferí eso a dejarlos sin nada.

Cuídense mucho, sigan en cuarentena, que Dios me los acompañe, resistan, después de la tormenta siempre viene la calma.

Un fuerte abrazo desde Costa Rica, bendiciones.

CAZADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora