SOTUS la serie: Capítulo 1.3

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KONGPOPE POV

Creo que salí con suerte después de haber dicho lo que le dije a P'Arthit en frente de todos. Hacer doscientas sentadillas no fue un castigo tan fuerte como pensaba que sería. Había jurado que mínimo me agarraría a golpes cuando estuvimos a solas. Pero no había sido así. P'Arthit se limitó a verme hacer las sentadillas sin decirme nada. Una vez que terminé, lo miré y me dijo que me podía ir. Eso es tener a las divinidades conmigo. Era casi de noche cuando salí del auditorio. Sabía que el superior no se quedaría ante esa humillación que le había hecho. Sí, ese fue la idea que me iluminó mi mente hoy en el mediodía. Tenía que estar preparado para cualquier cosa. En pocas palabras, tenía que empezar a pensar como él, porque estaba seguro que me tendría el ojo montado después de lo de hoy. No sé por qué lo dije, solamente mis labios se movieron solos sin haberles ordenado. Mi subconsciente me había traicionado. No voy a mentir que no había pensado eso en ese momento, pero no tenía planeado decírselo. Tenía en mente quedarme quieto y no hacer molestar a nuestro líder. No sé qué se estaba cruzando por mi mente en ese instante pero ya lo hecho está.

Me había dirigido al departamento de ingeniería y hablé con la secretaria. Le pedí la matrícula de estudiantes de la facultad y si me podía sacar una copia. Ella me había visto raro y le tuve que decir que era una de las órdenes de los superiores. La chica no tuvo más que hacer sino darme la matrícula de la facultad. Metí los papeles en mi bolso y salí. Caminé hacia un puesto de comida porque me estaba empezando a dar hambre. Me senté en una mesa y pedí solamente dos emparedados. No tenía ganas de comer comida pesada. Por lo tanto, le daría algo liviano a mi estómago. Aún recordaba que tenía los yogurts en mi nevera. Si me daba un poquito más de hambre, me tomaría uno y así calmaría un poco las ansias. Aún trataba de asimilar mis palabras dichas hace unas horas. En realidad ¿qué quise decir con hacer a P'Arthit mi esposa? Era algo absurdo ya que él era un chico. No podía negar que era simpático. Una piel blanca, labios rosados, mirada penetrante, estatura de 1'69, con un cuerpo definido, pero sin llegar al extremo de ser musculoso. En pocas palabras, P'Arthit era un chico simpático que cualquier chica se derritiese frente a él. Mis labios se curvaron en una sonrisa al pensar en eso. Sacudí un poco mi cabeza. A lo lejos vi a la mesera caminar hacia donde estaba trayendo mis emparedados. Hoy no pedí mi bebida preferida. Quise tomar algo más suave, por lo que pedí un vaso de leche. Sí, parecía niño chiquito comiendo, pero cuando los nervios me atacaban un poco, solía cuidar más a mi estómago. Terminé de cenar y pagué la cuenta.

Caminé a mi dormitorio. Sentí mi teléfono móvil vibrar en mi bolsillo. No le presté mucha atención, lo revisaría en cuanto llegase al dormitorio. Estaba cruzando la calle cuando mi mirada había visto a alguien usando una camisa vino tinto y que había cruzado la esquina de la siguiente calle. No pude reconocer la persona pero el tamaño y la elegancia en su caminar, me hacía pensar solamente en alguien. Me dirigí inmediatamente a la esquina de la calle para ver si estaba seguro haber visto en quien había pensado. Llegué pero nadie estaba ahí. Había jurado haber visto a P'Arthit pasar por ésta calle. Creo que me estaba empezando a volver loco o mejor dicho, me estaba empezando a obsesionar con el superior. Suspiré de forma frustrada y me devolví.

Llegué a mi dormitorio, me quité los zapatos y dejé la mochila en mi cama. Abrí un poco la cortina y vi las luces encendidas de la habitación del edificio de al frente. Aún no sabía quién vivía ahí ya que la mayoría del tiempo mantenía las cortinas cerradas. Me di la vuelta y tomé mi toalla para darme una ducha. Entre al cuarto de baño y abrí la llave de agua tibia. Me desvestí y me metí. Dejé que el agua invadiese todo mi cuerpo mientras agarraba el jabón en líquido y lo esparcía en mis manos. Luego, froté mis manos hasta hacer espuma y empecé a rodar mi pecho con el líquido jabonoso. Se sentía tan bien poder sentir el agua tibia caer en mi cuerpo. Hacía que me relajase y mis preocupaciones se fuesen. Lavé mi cabello con un champú de fragancias a manzana. Una vez que me quité todo el jabón de mi cuerpo, agarré la toalla y empecé a secarme cada extremidad de él. Normalmente, solía dejar mi cara un poco húmeda ya que me gustaba sentir esas gotas caer por ella. Me hacía sentir tranquilo y en paz conmigo mismo. Me puse la toalla al nivel de la cintura y unté pasta dental en mi cepillo dental. Me lavé los dientes con tranquilidad. Salí del cuarto de baño y me puse mi ropa interior, acto seguido por mi pijama. En realidad no tenía pijama, solamente usaba monos deportivos y franelas. Esas eran mis pijamas. Me terminé de alistar y guindé mi toalla en un gancho para que se secase.

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