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Como dije en el capítulo anterior, se puede decir yo era una persona bastante popular, pero ocurrió algo me hizo cambiar. ¿Y qué fue lo que me hizo cambiar? Lo siento, pero eso no lo sabréis por ahora, quiero dejaros con la intriga.

Empecé a bajar en las notas, empecé a dejar de hablar a mis amigas y a los chicos, simplemente empecé a dejar de ser esa persona que era. De repente, entré en una gran atracción que sólo bajaba y bajaba y sentía que no subía, y por lo tanto me empecé a marear. -El mareo es la metáfora de mis actos, de mi depresión, de mis acciones, de la persona en la que me convirtió esa pequeña, o no tan pequeña cosa-.

Todo me iba mal, tenía un bloqueo en la mente que no me dejaba avanzar, que no me dejaba aclarar mis ideas, que no me dejaba respirar, y lo peor, es que nadie ni nada podía salvarme de eso. Tal vez era que con la maravillosa vida de princesas que viví hasta ese momento no me dejó averiguar qué era un mal momento, un bajón, una depresión. Tal vez fui yo la que no me dejaba continuar a mí misma, tal vez ese hecho hizo que yo abriera mis ojos, entender que ésta vida no es un cuento de Disney Channel. Este cambio me ayudó a madurar aunque sea un poco, y no lo podía ver en ese momento de tristeza. Me sentía vacía, sin nadie para ayudarme, ni si quiera yo, era una lucha entre yo y mi mente, que yo fui la que empezó con desventaja. Ni siquiera podía esconder mi dolor a través de una sonrisa.

Mi Gran ErrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora