Situación inesperada.

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Ryoma se encontraba sentado en su asiento mientras intentaba poner atención a la lección de matemáticas, el profesor estaba explicando una serie de problemas cuando el sintió como su cuerpo se volvía pesado por el cansancio.

Sakuno que se encontraba sentada delante de él, desvió su vista de la pizarra para observar por el reflejo de la ventana al ambarino, que tenía su cabeza apoyada en uno de sus brazos, observó su rostro con detenimiento, notando un pequeño rubor en su rostro. "La fiebre de la mañana está empeorando", pensó con preocupación, cuando fue llamada por el profesor para que realizara el ejercicio que estaba en la pizarra, ya que la había visto distraída, lo que ella no había notado es que el profesor también había llamo a Ryoma al frente.

-Y bien, ¿Qué esperan para desarrollar el problema?- les dijo un poco molesto. –Espero que hayan prestado atención- dijo con autoridad.

Sakuno miro a Ryoma y este divisaba la pizarra con cara de "que es esto". Ella sonrió divertida con la expresión, se acercó a su lado y comenzó a escribir la fórmula que debían desarrollar, el ambarino al verla suspiro agradecido y comenzó ayudarla con el problema, luego de un rato colocaron la respuesta en el pizarrón sin estar muy seguros si el resultado era correcto. Hasta que el profesor dio la aprobación del ejercicio.

Así transcurrió la mañana y el inicio de la hora de almuerzo llego. Ryoma se levantó de su asiento y se posó frente al pupitre de Sakuno, diciendo -¿Quieres ir conmigo a la azotea?-

La chica lo miro con preocupación y dijo con ternura –creo que mejor nos quedamos aquí, el ambiente está algo fresco y eso no puede ser bueno para ti, ¿Momo sabe que almorzaras conmigo?-

Ryoma la miro un poco molesto diciendo –Te preocupas demasiado- pero al ver la cara de tristeza de su novia y comprobar que el aula estaba vacía acerco una silla a la mesa de Sakuno, diciendo –está bien nos quedaremos aquí pequeña- sonriéndole levemente. -Y respondiendo a tu pregunta él sabe que me quedare contigo- le dijo despreocupado.

Sakuno sonrió y saco dos almuerzos, colocándolos en la mesa.

-Aun pienso que es mucha molestia que me prepares el almuerzo- dijo el ambarino contemplando los dos almuerzos.

-Yo te prometí hacerlo a diario, además no me molesta- le dijo la cobriza encogiendo los hombros.

Ryoma sonrió con delicadeza y comenzó a saborear su almuerzo. Sakuno lo miro con detenimiento mientras lo imitaba con pereza.

Unos minutos después Sakuno dejo su almuerzo a un lado, mirando al ambarino dijo:

-¿Te sientes bien?- le pregunto con timidez.

-Si- contesto este con frialdad.

-Sé que ya te lo dije, pero no deberías entrenar hoy- le dijo con seriedad.

-No debes preocuparte, no me pasara nada si voy al entrenamiento- le dijo con tranquilidad tomando de nuevo su almuerzo.

-Pero has tenido fiebre todo el día, es mejor que descanses- le dijo tratando de convencerlo. –Yo podría quedarme contigo- le ofreció.

-Mmm no es buena idea, tu abuela se molestara si faltamos los dos- le dijo meditándolo. –Iremos, y te prometo que si no me siento bien, dejare de entrenar- le dijo con tranquilidad mirándola con delicadeza.

-¿Me lo prometes?- le dijo Sakuno colocando su mano en la de Ryoma.

-Si- le respondió acariciándola con delicadeza.

Ambos terminaron de almorzar, para sentarse en el suelo del aula y descansar. Sakuno recostó su espalda en la pared, mientras Ryoma coloco su cabeza sobre las piernas de Sakuno, cerró sus ojos y en un momento quedo profundamente dormido. Sakuno contemplo a su príncipe dormir acariciando con suavidad sus cabellos.

Unidos mas que por el tenis-parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora