Una crisis insospechada.

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Capítulo 30: Una crisis insospechada.

Todo lo que sentía en mi cuerpo era el enojo por las palabras de mi padre, por lo que me encontraba recostado boca abajo abrazando mi almohada.

Aun no entendía como era capaz de hacerme algo así, yo pensaba que él me apoyaba, pero no lo único que le interesa es mi carrera. Mi padre es un farsante, apuesto que no le interesa en lo más mínimo las gemelas y a veces creo que quiere que abandone a Sakuno y dejarla con toda la carga, pero eso no es justo que solo ella sufra las consecuencias de nuestros actos si yo también soy culpable.

Estaba seguro de una cosa yo no iría a Australia. Mi padre estaba loco con solo acercarme a la cancha seria atacado por la prensa y me bombardearían con preguntas sobre Sakuno, el cual no creía soportar, eso podría ser agotador para mí, además de la presión del torneo y la preocupación por Sakuno me matarían. Lo que había dicho era cierto la presión psicológica no me dejaría avanzar de las preliminares, yo no iría hacer el ridículo ¡Eso nunca!

Yo sé que amo el tenis estamos de acuerdo y extraño jugar internacionalmente, pero en este momento mi mundo era Sakuno, y ¿porque tanta prisa? puedo volver a los torneos luego de que las gemelas nazcan junto con Sakuno. Claro volvería a la cancha con ella, un momento ¿y las gemelas? No puede ser como es que yo no había pensado en esto ¿Quién cuidara a las gemelas si Sakuno y yo vamos a un torneo? No podemos dejarlas en Japón con mi madre o la madre de Sakuno ambas trabajan, Nanako estudia y está a punto de terminar su carrera universitaria. Además que estoy seguro de que Sakuno no va a querer separarse de las niñas y en parte yo tampoco. Creo que voy a tener que consultarle a Will sobre esto.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de la puerta y la voz de mi ángel.

-Ryoma ¿estás ahí?- pregunto con inseguridad.

Me levante de mi cama y camine a la puerta abrí con lentitud, observando la cara de preocupación de Sakuno.

- ¿Estas bien?- susurró.

La tome del brazo jalándola al interior de la habitación para cerrar la puerta tras de mí.

-Estoy bien ¿Por qué crees que no lo estoy?- dije con calma acercándola a la cama para que se sentara, yo preferí quedarme de pie frente a ella.

-No lo sé, solo presentí que algo te pasaba y no sé porque de un momento a otro comencé a sentirme mal, tu madre lo noto y al ver que hace una hora no aparecías me mando a buscarte- dijo preocupada y afligida.

-Mmm ya veo, pero espera ¿Te sientes mal? ¿Qué sientes? ¿Qué te duele?- dije arrodillándome en el suelo para quedar más o menos a su altura y tomar sus manos.

-No sé cómo explicarlo, sentía como un vacío en el pecho y un tanto mareada, como si me faltara el aire- dijo pensativa acariciando su vientre.

-Creo que deberías llamar a la doctora, tal vez es una señal de que algo anda mal con las gemelas- dije comenzando a desesperarme.

-Ryoma cálmate, ya hablamos sobre eso, creo que solo estoy cansada y me sentí sola sin tu presencia- dijo acariciándome el rostro con cariño.

-Ven recostémonos un rato, aún falta para la cena y el dormir un poco te puede ayudar a sentirte mejor- dije indicándole que se acostara.

Ella asintió acomodándose de medio lado en la cama, ya sabía que esa era la posición más cómoda para ella por lo que la abrace por la espalda y comencé acariciar su vientre para que se relajara, de un momento a otro me olvide de todo dejándome llevar por el sueño.

Unidos mas que por el tenis-parte IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora