~Narra Margot~
Los dos en silencio tomamos nuestros respectivos desayunos, él sin dejar de mirarme, yo sin dejar de sonreír, y la verdad es que no encuentro porqué me da tanta felicidad estar a su lado. Cojo una magdalena en el mismo instante que él agarra la misma, el roce de nuestras manos provoca que una descarga ponga de punta el vello de mi brazo, ay, ay, ay ¿Qué es lo que me pasa? Pablo me sonríe y mientras mojo la magdalena que al final ha acabado en mi vaso de leche, él me pregunta.
-¿Y esa sonrisa?-me pilla desprevenida-Antes huías de mi, ahora me das esa bonita imagen-parece que mi corazón va a salirme del pecho.
-Yo no tengo una bonita sonrisa-sonrojo, no recuerdo a ningún chico que me haya dicho eso, en verdad, en estos temas no soy una experta.
-Tienes razón, no es bonita, es preciosa-frunzo el ceño y suspiro, ¿Qué pretende? ¿Engatusarme con sus bonitas palabras?
Pretendo tirarle la magdalena en la cara pero ésta acaba en el café salpicando por completo la bebida y manchándole la cara junto a la camiseta. Rio escandalosamente, como lo hubiese hecho mi amiga que ahora no sé su nombre. Pablo me da una mirada despectiva y se seca la cara con la servilleta que acaba en mi cara-¡Pero mira como me has puesto!
-¡Eso te pasa por cabezón!-iba a saltar pero se contiene y ríe ¿Pero que le hace gracia? ¡Debería estar más que cabreado!
-Ya me asustaba que no volviese la Margot de antes-las palabras que me ha dicho hace unos minutos retumban en mi cabeza, según él le llamaba cabezón pero esto no ha sido intencionado como había planeado-¿Puedes cogerme una camiseta? Tendré que lavar esta.
Dificultosamente llego a su habitación, menuda casa más grande, esto no lo consigo yo ni trabajando media vida. Abro su armario y aspiro un fuerte aroma a colonia de hombre, cojo la primera que veo y donde escucho a alguien tararear una canción allá voy. Por la rendija de la puerta observo como se quita la camiseta y la echa a un cesto de ropa sucia, me fijo en su físico ejercitado y un calor abrumador enrojecen mis mejillas.
-Aún no sé a qué es debido esa sonrisa-estaba tan embobada que ni me he dado cuenta de que ha cogido la camiseta de mis manos.
-Pues que estás muy bueno-pero, ¿Qué acabo de decir? ¡Este hombre me vuelve tonta!-Quiero decir...
-Pues yo no me veo como un sex symbol-comenta reflejándose su imagen en el espejo y fijándome en todos los lunares de su espalda, pero, los tapa al ponerse la camiseta.
-¡Lo ves como eres un cabezón!
-Y tú otra cabezona-me da un golpe en la espalda-¿Qué planes tienes para esta mañana? ¿Quieres que te enseñe Madrid?
-¿Madrid?-no sé que hago yo aquí, debería estar en París, junto a mi madre...
-¡Sí! Conozco unos lugares que te van a encantar...~Narra Sebastian~
La espero en Callao con la esperanza de encontrarmela como ayer, desorientada y con la necesidad de un héroe que la saque de su aturdido incertidumbre, pero ese momento no vuelve a llegar.Mi reloj marca mediodía y aún no he visto alguien que tenga su melena y ojos que a mi tanto me chiflaron al descubrirla. Aún así no quiero darme por vencido, sé que en algún momento tiene que pasar por aquí, ofrecerme que le enseñe más lugares y escribir nuevas historias en nuestro libro que tan solo acabamos de empezar. Pero, solo se convierten en sueños, como es normal en un soñador como yo. Mi desesperación cada vez se hace más grande, incluso llego a plantearme la idea de rendirme hasta que puedo ver a una pareja a lo lejos, ella más alta que él, riéndose de lo que hablan. Un nudo en la garganta se me forma al reconocerlos, Margot, al lado del mismísimo cantante del tutu. ¿Pero de qué demonios se conocerán? El motivo me interesa pero lo que más me importa es que al final se fije en mi.
Los dos se paran en frente de Callao y él le susurra algo al oído sorprendiéndola e incitándola a hacerse una foto allí mismo, en frente del cártel de Callao. Ver la imagen me indigna, hace que mi corazón lata con velocidad y mi furia se convierta en las marcas de mis uñas marcadas en la palmas de las manos. Pasan delante de mi, nuestros ojos se encuentran como si nada porque no hace nada para detenerse y hablar conmigo, parece muy ocupada con el cantante. Como no, ¿Qué soy yo al lado de él? Guapo, canta bien, con dinero, en cambio yo, no me considero del otro mundo, canto como si estuviesen degollando a una gallina y el dinero me lo gasto en descubrir mundo. Solo me queda una solución, hacerme pasar por alguien que le encanta su música, algo que siempre he visto ridículo en las chicas esas gritonas que salen por la televisión.
Coloco mi gorro y los persigo diciendo su nombre varias veces hasta que el primero que se da la vuelta es Pablo con una amable sonrisa por no mandarme a la porra por haber estropeado su momento íntimo.
-Hola-saludo a Margot, aún así, por mucho que determine mi cuerpo no me dice nada respecto a lo de ayer.
-Hola-comenta con una gran sonrisa, que, por favor, podría enmarcar ese gesto toda mi vida-¿Se conocen?
-No-reacciono antes que Pablo-Solo que me gusta su música y me gustaría hacerme una foto con él.
-Encantado-le entrego el móvil indicándole donde tiene que darle aunque ya esté muy claro, también invito a Margot para que salga pero se niega, según ella, es solo nuestro momento.
-Muchas gracias-con exigencia sigo buscando que me hable de lo de ayer, necesito que me diga que quiere ver Madrid a mi lado-Es mejor que me vaya-mis palabras se ahogan en mi boca, siento una gran desilusión como si hubiese perdido la batalla.
-¿Quieres acompañarnos?-pregunta ella no muy de acuerdo con la opinión de Pablo que la observa con reproche.
-No, gracias, es mejor que les deje solos-y hasta a mi me duele decirlo.
-Como quieras chico sin nombre-grita ya a unos metros de mi, levanto la mano despidiéndome como un estúpido.
-Sebas...-susurro aún embobado, sus movimientos me vuelven loco.
Un momento, ¿Ha dicho chico sin nombre?
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Una taza de café en París
Fanfiction¿Amor o solo atracción? ¿Ilusión o fracaso? ¿Razón o desesperación? Pablo Alborán se meterá en un mundo lleno de secretos del que no podrá escapar ¿Quién ganará esta partida? ¿La inteligencia o el corazón?