~Narra Pablo~
En un completo silencio asolador unas fuertes pisadas lo interrumpen pisando los charcos que ha dejado la furia de las nubes que al fin han conseguido ocultar a la Luna y toda la luz que desprendía impidiéndome ver con claridad por donde estoy corriendo, o mejor dicho huyendo. Huyo de esos recuerdos que me llevan arañando la cabeza desde que salí de esa cafetería, huyo del pasado al que tenía por vencido pero que ha vuelto a abrir la herida que tiene nombre y apellidos. Huyo de mi estupidez por aceptar este estúpido encuentro cuando sabía que con tan solo mirarla a los ojos ya me quemaría por dentro al igual que lo hace el nudo de mi garganta.
Corro lo más rápido que puedo, intentando buscar algún botón en el que pueda reiniciar lo que lleva siendo este mes de discusiones y peleas por algo esperanzador, pero ya no hay nada, solo cenizas, restos de todos los años que construimos juntos, de las escapadas, de esas noches que nos fundíamos en uno riéndonos de la vida, ¿Qué íbamos hacer si no? Solo teníamos 18 años, queríamos comernos el mundo pero este nos comió a nosotros. Cuatro años de la relación que suponieron cinco años de separación y que debió seguir así.
Me paro en seco en no se donde y observo a mi alrededor para situarme pero desconozco el lugar en el que me encuentro, perdido y desamparado, una buena manera de acabar esta noche. Los chorros fríos recorren mi cuerpo, noto que mis zapatos se han desgastado por toda la carrera y que la camiseta está pegada en mi cuerpo, pero eso es lo que menos me importa ahora. Lo que de verdad importa es que esas lágrimas que luchaban por salir al final se han salido con la suya y recorren mis mejillas haciéndome saber que de verdad me importa.
Las dudas vuelven a mi ¿He hecho bien? ¿Se merece que todos mis insomnios sean por su traición? ¿Qué mis lágrimas se derramen al sentir como mi corazón se volcaba al recordala enredada con otro hombre? ¿Todo este sufrimiento se puede perdonar? Claro que no, pero los latidos de mi corazón me decían lo contrario, sigo poniéndome nervioso al estar a su lado aunque lo intentase negar.
Me dejo arrastrar por la pared del edificio y me dejo caer en el suelo recordando aquel mendigo que me deseaba una buena vida, suspiro secándome las lágrimas e intentando quitármelo de la cabeza, pero esas palabras siguen retumbado en el burullo de mi mente que me produce un dolor asfixiante a punto de explotar.
En el balcón del edificio de al lado aparece una figura con unos rizos desmarañados, un camisón blanco igual que el color de su piel, y con unas manos finas que se apoyan en la barandilla poniendo su mirada en mi. Mi corazón late con más fuerza esta vez y un escalofrío recorre mi cuerpo, tal vez al sentir el frío de las gotas que vuelven a caer mojándome o por la mala impresión que me da.
Así nos quedamos varios minutos, observándonos el uno al otro, mojándonos como dos tontos y en completo silencio bajo la oscuridad de la noche, como Romeo y Julieta antes de saber cual iba a ser su final. Me acerco a donde está ella pero el grito de alguien me asusta haciendo que retrodezca al lugar donde estaba. Una mujer se sitúa a su lado cogiéndola en brazos, esta parece no inmutarse ante lo que le dice ella. Y acto seguido, desaparecen de mi vista volviendo a la soledad de antes.
Me hago un pequeño ovillo en el suelo intentando refugiarme bajo los canalones, no es buena idea volver con lo que está cayendo, además me dejé el teléfono móvil en mi habitación por si, pasaba algo parecido a esto. Cierro los ojos intentando evadirme de mi realidad, de esta caótica noche que ni yo mismo sabría como explicarla, tal vez lo titularía El encontronazo de sentimientos contradictorios, un buen título para una canción pero que no encuentra la pócima para estabilizarlos. Me atrapa el sueño en mitad de mis pensamientos impidiéndome ver como la misma mujer del balcón sale de su casa con un paraguas en sus manos y varias toallas, acercándose a mi y tapándome con ellas. Tampoco veo como coloca el paraguas en dirección del viento para no mojarme y el cordel lo ata en mi mano para que no se lo lleve alguna ráfaga de aire. Pero lo que de verdad no vi es como la chica del balcón nos observa desde la ventana de su habitación.
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Una taza de café en París
Fiksi Penggemar¿Amor o solo atracción? ¿Ilusión o fracaso? ¿Razón o desesperación? Pablo Alborán se meterá en un mundo lleno de secretos del que no podrá escapar ¿Quién ganará esta partida? ¿La inteligencia o el corazón?