~Narra Margot~
En pleno otoño, las siete ya es de noche y la poca claridad que da el Sol se va ocultando en los pisos de la ciudad formando un cielo amarillento o anaranjado. Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, una bola blanca reta al Sol que se marche para ponerse ella en su lugar.
Entro a mi habitación cuando las farolas de mi calle se encienden e impiden que vea las estrellas como lo hacía de pequeña cada vez que me asomaba al balcón, o eso es lo que cuenta mis páginas del diario, es triste no acordarse de ciertos recuerdos que se quedaron en palabras.
Pero, tengo seguro que alguna vez mi historia será contada gracias a esa fila de cuadernos que cuentan mi vida desde que me lo aconsejó mi psicóloga, es decir, desde los seis años. Son graciosas los primeros cuadernos que escribí con la ayuda de mi madre que siempre estaba a mi lado para recordarme algo que me olvidase, según ella, también narraba las historias de princesas que me relataban en el colegio y que no quería olvidar nunca, ahora en cambio, no hay nadie a mi lado que me recuerde la película que he visto hace unas horas y que no le he dado tanta importancia como para acordarme de ella, desde que se puso a trabajar he pasado media vida apañándomelas a solas, con alguna que otra ayuda cuando podía.
En la cama, aún sigue dormido Pablete, con la boca abierta y dando algún que otro ronquido por su respiración dificultosa, y su cara lo dice todo, el paracetamol parece que no lo ha hecho nada. Menudo trancazo ha pillado el chaval, y no me extraña, ¿A quién se le ocurre dormir en la calle cuando está lloviendo? Y más él que su habitación será más grande que esta casa y su cama el doble de esta habitación, pero no le culpo, yo también he tenido la necesidad de escapar de todo. Y si he llegado a esa razón es porque he estado parte del día a su lado, observándole, cambiándole los paños mientras que él tenía pesadillas. Repetía el nombre de una tal Rebeca y la verdad es que le decía de todo menos guapa pero luego se ponía a llorar, todo eso ¡Entre sueños! Luego soy yo la loca sonámbula, pero lo suyo al menos tiene excusa, puede que sea por la fiebre porque de 37 no ha bajado en toda la tarde. Aún así no he querido molestarle y lo único que hacía en esos casos era secarle las lágrimas con otro paño, con la atenta mirada de mi madre preguntando todo el rato si se ha despertado. Le he pedido que no cuente nada a nadie, ni a sus amigas que se reúnen todos los domingos en la cafetería, la conozco y sé que podría aprovechar esto para presumir.
Me siento en mi escritorio cerrando el libro de literatura y cogiendo el diario para apuntar lo extraño que ha sido este domingo. Pero en mitad de mi relato unas toses me desconcentran y dirijo mi mirada en él encontrándome su brazo estirado intentando coger el vaso de agua-Espera-le digo levantándome rápidamente para dárselo pero ni eso le calma la tos-Tranquilo-le doy suaves golpes en la espalda hasta que se le calma-¿Mejor?-él asiente cansado.
-¿Qué hora es?-pregunta ronco, le señalo mi despertador y él se echa las manos encima de la cabeza-Debería irme al hotel, aquí molesto.
-No, de aquí no te mueves ¿Cómo vas a ir de esta manera? Si hasta estás sudando.
-Pero...-no le dejo terminar.
-Ni pero ni nada-se tumba de nuevo produciéndole la misma tos ahogante de hace unos minutos-Lo ves.
Eleva un poco los labios-Pero mañana me voy.
-Ya veremos-intenta reír pero suena como si a un gallo le estuviesen degollando.
-¿Y tú donde vas a dormir?-pregunta observando toda mi habitación, menos mal que guarde mis peluches en el trastero la semana pasada, me hubiese tomado por una cría.
-Con mi madre, en amor y compañía ¿No es así como lo dicen los españoles?-asiente-Me encanta los idiomas.
-Lo hablas muy bien, mejor que yo con el francés-rio y veo como vuelve a cerrar los ojos-No quiero dormir-confiesa-Sueño que todo está muy lejos e inalcanzable ¿Nunca has tenido esa sensación?-no contesto, si él supiese que la mayoría de mis días están en negro.
Mi madre aparece por la puerta de la habitación con un vaso de agua con medicamento que yo conozco perfectamente, es el que utiliza siempre que yo estoy en la misma situación de Pablo-Te hará bien-comento.
-¿Qué es?
-Veneno-bromeo pero mi madre me regaña-Tómalo si confías en mi-le veo dudar por un momento pero al fin se lo bebe de un trago, puedo imaginar la desesperación que debe tener por quitarse ese dolor de cabeza.
-Si muero, cuida de Terral-río, no me importaría quedarme con su bicharraco solo que ya me puedo imaginar a mi madre con el ceño fruncido todo el día por la nueva compañía.
-Margot-con una señal me pide que le deje descansar, resoplo como afirmación y la veo desaparecer por el pasillo.
-Descansa, te hace falta-noto que no le hace mucha gracia mi plan pero es lo único que puede hacer en su estado-Lee un libro-cojo de la estantería, uno corto, que considero uno de mis favoritos-Te encantará.
-Gracias-murmura abriendo el libro para ver las páginas que tiene en total.
-¿Necesitas un besito de buenas noches también?-ríe pero no se lo doy, tal vez sea extrovertida pero a tanto no llego-Hasta mañana-cierro la puerta sabiendo que nos veremos antes de que amanezca.
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Una taza de café en París
Fanfic¿Amor o solo atracción? ¿Ilusión o fracaso? ¿Razón o desesperación? Pablo Alborán se meterá en un mundo lleno de secretos del que no podrá escapar ¿Quién ganará esta partida? ¿La inteligencia o el corazón?